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antonio arco
Domingo, 20 de septiembre 2020, 00:40
«Ya no soy joven, pero joven vivo», dicen los primeros versos del poema 'Joven', escrito por Jorge Guillén y que ha hecho suyos durante muchos años Carlos García Gual (Palma de Mallorca, 1943). Catedrático de Filología Griega, académico de la Lengua y escritor, lamenta ... «el triunfo de la mediocridad y de la vulgaridad en el que vivimos instalados». Agazapados, a pierna suelta. García Gual -«hemos vaciado la vida de pasiones e ideales y a cambio la hemos llenado de tensiones y de prisas»- publica, en Siruela, 'La deriva de los héroes en la literatura griega'.
- Me imagino volviendo de nuevo a Ítaca, que es una isla preciosa, y me imagino, muy gratamente, entrando a alguna taberna del Egeo, acompañado de un buen amigo, para disfrutar sin prisa de una buena charla y de uno de esos deliciosos pescados recién sacados del mar.
- Lo mismo que durante toda mi vida: leer mucho. Desde pequeño soy un gran lector, y creo que eso ha sido una gran suerte para mí. Leo de todo, no solo esos maravillosos viejos textos latinos y griegos, también mucha novela policíaca, estudios de Historia... Y continúo dando paseos, algo que me encanta, pero por ahora no puedo viajar, dada la situación, y lo echo de menos porque siempre he encontrado un gran placer en los viajes.
- Bastante deprimido, la verdad, porque capto un poco el ambiente general tan inquietante, tras el confinamiento, y porque ya tengo una edad en la que he perdido a varios amigos en estos últimos meses; unos por el coronavirus, y otros por razones de la edad. Muy triste.
- Me parece que el ambiente cultural del país, y no solo por la pandemia, es muy deprimente. Antes veía la televisión, pero es que ahora no hay más que programas de estos de pura diversión un tanto tontos, y horribles concursos de cocina en los que, incluso, meten a los niños por medio. Han desaparecido casi todos los programas culturales. Observo un bajón cultural que me deprime, porque soy partidario de una especie de cultura media, no de un mundo de eruditos; y eso ha desaparecido.
- Creo que es muy difícil que esto ya empeore. Estamos en un mundo en el que se busca la diversión barata; demasiada gente está muy acostumbrada al uso de la tecnología, y piensa que para qué va a estudiar nada si dándole a una tecla le sale la información. Cuando leo esos informes sobre la gran cantidad de horas que, por ejemplo, los jóvenes pasan enganchados al móvil, pienso en la enorme pérdida de tiempo vital y en el bajón en la cultura al que asistimos.
- Me sigue ilusionando el acercamiento al Mundo Antiguo, a la Historia y a la gran Literatura, porque creo que el problema del presente es que, a pesar de tanto avance tecnológico, nos encierra y nos limita intelectualmente. Los libros siguen siendo la gran apertura hacia otros tiempos, nos ofrecen una muy estimable ampliación de horizontes. Yo, todavía me emociono alguna vez con algunos libros que tratan de los griegos, o cuando veo algunos nuevos descubrimientos arqueológicos.
- Pese a todo, la vida sigue ofreciéndonos muchas cosas atractivas, como la alegría que te proporciona el paseo por los parques, o esa maravilla que es la amistad; pese a todo, sí, la vida encierra mucha belleza. Pero pienso también que esos avances tecnológicos de los que le hablo, muchas veces nos llevan a una falsificación de las sensaciones que uno puede experimentar. No quisiera ponerme trágico, en cualquier caso, porque no hay que negar que se vive hoy mejor que en el pasado, que el progreso nos permite disfrutar de una serie de cosas increíbles, como por ejemplo los grandes avances en el terreno de la salud, o la facilidad para el acceso a la cultura que hoy tienen los que quieran acercarse a ella.
- Sigo soñando con un mundo más justo. Qué cantidad de injusticias, de miserias, esos millones y millones de pobres, de refugiados, tantas víctimas de la violencia en todo el mundo...; el uno por ciento de la población tiene acumulada la mayor parte de la riqueza mundial, es de locos. Y en Europa no estamos del todo mal, pero fíjese en Oriente o en África, donde la situación es tremenda. El progreso ha sido para unos pocos, esa es la realidad.
- Hemos logrado llegar a una sociedad más democrática y más libre que la que teníamos cuando yo era joven, y sin embargo el mundo de los políticos es lamentable, porque en vez de elevarnos como sociedad, lo que hacen es perder el tiempo; los políticos, en su mayoría tan mediocres, nos hacen perder el tiempo, y pierden ellos el suyo, entretenidos en rencillas de lo más vulgares. No solo en España, claro está. Nunca había tenido Estados Unidos un presidente tan brutal y tan zafio como Donald Trump, eso era algo impensable. Los nuestros no es que sean excesivamente brillantes tampoco, pero no llegan a tanto.
- Mediocres elegidos, es cierto, por mucha gente que parece conforme con vivir en la vulgaridad, tanto que incluso hacen alarde de ella. La vulgaridad y el mal gusto se han extendido por todos lados, y las relaciones humanas se han visto afectadas por este hecho. Nuestra sociedad es cada vez más reticente al pensamiento.
- Cierto. Aquí en España, muchas formaciones han eliminado a los que son mayores de 50 años, y por tanto los políticos actuales son jóvenes. ¿Y qué están dejando claro? Que los políticos jóvenes no lo hacen mejor que los políticos viejos. Viejos que, también es cierto, podemos hoy vivir mejor que nunca y con más ventajas, y me refiero a los viejos que tenemos ciertos recursos. Mire, el dinero no da la felicidad, pero el ser pobre sí hace infeliz.
- Hoy no hay ya grandes héroes, pero sí pequeños héroes que mantienen viva la esperanza: toda esa gente anónima que lucha por un mundo mejor, que intenta proteger a los más débiles, a los que más sufren y menos tienen. Hoy, la característica del héroe moderno es que está dispuesto todavía a sacrificarse por los demás. No hay muchos, pero los hay; pienso en todos esos médicos, enfermeras..., y en toda esa gente joven que emplea generosamente parte de su tiempo y de su vitalidad en ayudar a quienes lo necesitan, o en implicarse en causas nobles. En cuanto a los grandes héroes clásicos, de cuyos sufrimientos nos hablan las tragedias griegas, el lector puede seguir viendo en ellos un ejemplo, muy instructivo y satisfactorio, de la grandeza del ser humano y, también, de los peligros que conlleva la condición humana.
- Que no se resignen a ser uno más, que no asuman sin más las convenciones, que se nieguen al gregarismo. Frente a tanta presión mediática, publicidad y predominio de la tecnología: independencia, resistencia y estímulo de la fantasía. Y que hagan deporte, que es algo fantástico.
- Vivían en un mundo donde la mujer estaba sometida un poco al silencio, a la vida doméstica...; no obstante, tenían una cierta grandeza de ánimo cuando emprendían alguna acción heroica, como es el caso de Antígona cuando está dispuesta a morir por enterrar a su hermano. La mitología griega le ha dado a mujeres como Penélope o Naussica una especie de luz que no tienen en otras culturas. La Historia ha sido más injusta con las mujeres que la literatura griega, que hace ver que pueden ser tan inteligentes como los hombres.
- Dos cosas: sensibilidad e inteligencia. Las mujeres tienen una sensibilidad especial, para muchas cosas de la vida, que los hombres, que somos un poco más torpes o más ligados al mundo exterior, no tenemos. En cuanto a su inteligencia, hay también una finura especial; a mí, por ejemplo, me encanta tratar con profesionales de la medicina que sean mujeres. Las hay más listas que otras, sin duda, pero en muchas encontramos una sensibilidad especial muy valiosa. En el trato personal, yo prefiero a las mujeres. Fíjese en que ya Aristófanes sugiere en 'La asamblea de las mujeres' algo que bien podría ser así: probablemente estaríamos mejor gobernados por mujeres. (Angela) Merkel es, qué duda cabe, una gobernante muy destacable en Europa. Y mucho menos estirada que la (exprimera ministra británica Margaret) Thatcher, que era una señora muy inteligente, pero muy de derechas.
- No tengo miedo a nada. He pasado la enfermedad esta del coronavirus, estuve quince días confinado y cuidado en un hospital, y la verdad es que en algunos momentos, pensando que podía haber llegado la hora de mi muerte, morirme me daba pena más que miedo. No, no tengo miedo a nada.
- Hay cosas que me deprimen, que no consigo entender de ninguna manera; por ejemplo, el nacionalismo catalán es algo deprimente. Yo soy mallorquín, he vivido tiempo en Cataluña y tengo una gran simpatía por la cultura catalana, pero me deprime esa manera de pensar del nacionalismo porque siempre creí que, justamente, una de las riquezas de España es esa convivencia entre los unos y los otros.
- He sido un rebelde muy pacífico; en el fondo me rebelo, pero no me manifiesto como gran rebelde. Tengo un fondo epicúreo. Ya sabe para los más epicúreos lo importante que eran la amistad, los placeres sencillos, la serenidad... Estaban en contra de las pasiones, incluso en contra del amor, aunque no en contra de las relaciones sexuales, que les parecían bien siempre que no le complicaran a uno demasiado la vida. El placer sexual es bueno; ahora, tiene sus peligros si uno no lo orienta bien.
- No haber conocido el amor debe ser algo terrible. Y hablo del amor a la pareja, aunque también es muy importante, para el sostenimiento de la sociedad, el amor al prójimo, una gran aportación del cristianismo. No amar es perderse algo esencial de la condición humana. Hay amores para toda la vida, y otros que, si bien no duran siempre, nos ayudan a conocer a los otros y a ser más humanos.
- ... Sí, es que el amor tiene muchos riegos, pero sigo pensando que es mejor haber tenido penas de amor que no haberlo conocido. El amor es una experiencia que te proporciona ilusión, e ilusionarse es siempre bueno, aunque haya que correr riesgos. Vivir implica también correrlos.
- Muy bien, desde luego. Esos libros de autoayuda me recuerdan que mucha gente de ahora es bastante solitaria; quizá con miles de amigos a través del móvil, pero sin esa conexión verdadera, tan necesaria, con el amor, con el placer, con la cultura. Son unos libros que me parecen muy aburridos y bastantes convencionales, sí. Sin duda, es mejor tener un amigo inteligente que muchos libros de autoayuda; pero, si uno no lo tiene, qué desgracia.
- Claro, si queremos ser libres, si queremos vivir intensamente, si tenemos curiosidad e ilusiones y deseamos vivir con emoción. Vivir en la rutina es lamentable.
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