Uno de los colectivos más expuestos al coronavirus en Burgos es el de los conductores del autobús urbano, un servicio que fue suspendido como medida de contingencia en la capital pocos días antes de la declaración del estado de alarma y que retomó su actividad el 16 de marzo para prestar servicios mínimos ... . Pedro Garrido es uno de los conductores que ha estado al pie del cañón desde que se activó la emergencia sanitaria y recuerda que «al tener contacto directo con el público, al principio pasamos mucho miedo, pero el servicio reaccionó rápido y se portó muy bien, el Ayuntamiento enseguida suspendió el transporte y después lo restablecieron con todas las medidas de seguridad».
Para conducir los autobuses llevan mascarilla y guantes y ningún pasajero puede acceder al vehículo por la puerta delantera, detrás del chófer hay un precinto de la policía que impide el paso entre la zona de asientos y la del conductor. «La verdad es que los burgaleses se han tomado en serio las medidas y directamente entran por la puerta trasera y no hace falta decirles que respeten la distancia de seguridad», reconoce. El uso de mascarilla en el transporte público es obligatorio para los pasajeros y los propios conductores reparten este material de forma gratuita a quienes lo solicitan antes de montar. Sin embargo, Garrido confiesa que «hay muy pocos usuarios de autobús urbano con todo esto y pensábamos que las mascarillas tendrían un efecto llamada pero no ha sido así, quien viene lleva la suya».
Constata el descenso de usuarios del autobús urbano durante el estado de alarma, «en toda la mañana igual llevo a 60 personas nada más» y señala que, «ahora han restablecido más autobuses, pero con la limitación de 14 personas más un carrito de bebé o un pasajero discapacitado o, en los autobuses más pequeños nueve más el carrito o la persona discapacitada».
Incertidumbre de futuro
«No sabemos cómo será la vuelta a la normalidad, porque entendemos que ver los autobuses tan llenos como iban antes va a ser imposible», explica Garrido, que desconoce la forma en la que se procederá de cara a un futuro próximo. Sí adelanta que se encuentran a la espera de la homologación de las mamparas que se colocarán detrás de los asientos de cada conductor, en la posición que ahora ocupan las cintas de la policía.
El cambio que le resulta más llamativo es el de la actitud de la gente dentro del autobús, «hay mucho silencio entre los pasajeros y la gente va más seria, se nota mucho que nadie hace chascarrillos y que todas las conversaciones se centran en el coronavirus», declara. Un estado de ánimo generalizado en tiempos de confinamiento que espera vaya cambiando a la vez que se supera la crisis.