Los primeros auxilios de ayuda psicológica tras el asesinato del pequeño Mateo en Mocejón

Aceptar y digerir la muerte de un ser querido nunca es fácil y menos cuando el fallecido es un niño y la causa es un crimen. En el caso de la violenta muerte por apuñalamiento de Mateo -el niño de 11 años asesinado a puñaladas el pasado domingo cuando jugaba al fútbol con unos amigos en el polideportivo Ángel Tardío de Mocejón (Toledo)-, han sido psicólogos de Cruz Roja los encargados de prestar primeros auxilios de ayuda a los familiares y amigos de Mateo.

Todos lo necesitan, también Lúa, la madre de Mateo que, según Asell Sánchez, primo del niño asesinado y portavoz de la familia, «es una madre rota a la que han quitado lo que más quiere pero sigue firme en sus principios, se está preocupando por todos y cada uno de nosotros, nos quiere cerca y quiere tener la seguridad de que estamos bien». «Estoy muy orgulloso de mi familia, ha demostrado una calidad humana excepcional, serenidad, amor y educación frente al inmenso dolor que ha generado el asesinato de Mateo. Están siendo días horribles en los que no entendemos nada», ha comentado.

En los primeros días de esta tragedia ha sido un equipo del Área Psicosocial de Cruz Roja el encargado de ayudar a los allegados a tratar de comprender lo ocurrido. Eva María Arias, que forma parte de este grupo, aclara que este apoyo ha sido una especie de «primeros auxilios psicológicos para prevenir el inicio de un duelo complicado o estrés postraumático porque son vivencias muy duras y traumáticas para la familia, allegados y seres queridos».

Si, ademas, la muerte de un niño de tan corta edad ha sido provocada por el ataque de otra persona -un joven de 20 años, en prisión provisional desde el pasado jueves-, «es algo más complicado de gestionar». «Son situaciones catastróficas y nosotros estamos para realizar un acompañamiento psicosocial en esos primeros momentos», indica esta psicóloga cuyo equipo actúa cuando el servicio de emergencias del 112 así lo requiere, como ha ocurrido en el caso de Mateo.

Eva María reconoce que en este caso han vivido momentos en los que era difícil saber lo que decir a la familia. Igual de complicado ha sido hablar con los dos amigos de Mateo, de 10 y 11 años, que estaban jugando al fútbol con él cuando fueron atacados y fueron testigos directos de su muerte. «Aquí tenemos que adaptar el lenguaje a su edad y utilizar eufemismos porque lo que vieron fue muy duro», afirma esta psicóloga que recomienda derivar a los menores a las unidades de salud mental, a través de sus centros de salud, para recibir una ayuda psicológica que tendrá que durar años para evitar un trauma prolongado.

En cuanto a los familiares de Mateo, su duelo comenzó realmente el pasado miércoles cuando el pequeño fue enterrado en la intimidad en el cementerio municipal de Mocejón.

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