Una batida multitudinaria peina 400 hectáreas sin hallar rastro de Esther López

Allí, según todos los indicios, se perdió la vista de la vecina del municipio en la madrugada del miércoles al jueves de la semana pasada (días 12 y 13). El testimonio de un amigo, la última persona que, en principio, la vio aquella noche, la sitúa en algún punto entre la citada urbanización (en la margen izquierda de la carretera en sentido a la capital) y el restaurante La Maña (al otro lado de la calzada), dos puntos separados por poco más de medio kilómetro. Y allí también, según apuntaron fuentes de la investigación, se pierde el rastro del teléfono móvil de la mujer, que permanece desconectado desde la madrugada de aquel jueves, día 13.

La reconstrucción de los pasos que dio Esther hasta llegar a ese punto, en el que se desconoce si pudo seguir su camino a pie o no, apuntan a que la mujer estuvo inicialmente en un bar del casco urbano con unos amigos para ver el partido que enfrentó aquella noche al Barcelona y al Real Madrid para después desplazarse con, al menos, uno de ellos al entorno de la urbanización El Romeral. Después, según su testimonio, se habría bajado del coche, ya de madrugada (en torno a las dos), en algún punto entre dicho grupo de viviendas y La Maña. Los agentes dieron inicialmente por bueno el testimonio de sus amigos en cuanto a que ella misma habría dicho que pensaba irse (se desconoce cómo) a la capital y posteriormente, ante la ausencia de indicios claros, sobre que dicho viaje hubiera llegado a tener lugar, volvieron a centrar su mirada en el punto de partido, entre El Romeral y La Maña, para intentar reconstruir los pasos dados por Esther López.

«La realidad es que seguimos sin saber absolutamente nada más», reiteraba Miguel López, el padre de Esther, que participó en la multitudinaria batida, a la que acudieron trescientas personas, tanto vecinos de Traspinedo como de otras localidades colindantes –la familia también tiene vínculos con Peñafiel–, que peinaron los recovecos de los pinares, sobre todo, y terrenos que se encuentran en torno al restaurante (en cuya parte posterior se encuentran el canal y el cauce del Duero), la urbanización y los caminos que conducen al núcleo urbano para dibujar un amplio triángulo de dos kilómetros de base en torno a la Nacional 122 y casi cuatro hasta el municipio.

«Lo único que podemos hacer es intentar ayudar y buscar a Esther», coincidían en señalar los asistentes a una batida en la que se formaron seis grupos de medio centenar de personas para peinar otros tantos cuadrantes del término municipal encabezados por agentes de la Guardia Civil, que no solo desplegaron en las horas previas a una unidad de guías caninos, cuyos integrantes peinaron el mismo entorno con perros adiestrados –con el mismo resultado infructuoso–, sino que movilizaron un helicóptero. El aparato sobrevoló los mismos parajes durante prácticamente todo el día, hasta que concluyó la batida a las seis de la tarde, con la puesta del sol, sin que «nadie encontrara nada», según confirmó posteriormente el alcalde de Traspinedo, Javier Fernández, quien volvió a mostrar su voluntad de colaborar en posteriores batidas si así lo piden los agentes.

La desaparición de Esther López de la Rosa fue considerada inicialmente como de riesgo bajo y posteriormente se elevó a alto ante la ausencia de pistas sobre que pudiera desplazarse desde el punto, junto a la carretera de Soria, en el que fue vista por última vez aquel 13 de enero. Eso, según quisieron aclarar ayer fuentes de la investigación, «no significa que se descarte que pudiera irse voluntariamente». La tardanza de la denuncia, que fue interpuesta por los padres de la mujer el lunes (día 17), en su convencimiento de que Esther regresaría el fin de semana, como había ocurrido en ocasiones anteriores, avalaba esta primera hipótesis. Ahora, sin embargo, la búsqueda se centra en torno al punto de partida. Lo cierto es que a día de hoy «no sabemos nada», lamentaba su padre. Todas las hipótesis, en este sentido, continúan abiertas.