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Alicia Recourt con familiares y sus rescatadores. Galindo

«Pasé 11 horas en un árbol y José Manuel me socorrió»

Alicia pasó la noche trágica de la DANA agarrada a la copa de un naranjo hasta que bajó el nivel de la riada y se refugió en la cabina del camión de un transportista onubense

Juan Cano

Valencia

Martes, 5 de noviembre 2024, 01:42

Alicia Recourt la salvó primero su hermano, que le aconsejó por teléfono bajar la ventanilla cuando la riada anegaba su coche el martes pasado por la noche, cuando ya se había desatado la terrible DANA que ha desolado buena parte de la provincia de Valencia. La salvó, después, un bidón empujado por la corriente que la sacó a flote cuando sólo le quedaba la fe. Y la volvió a salvar, luego, un naranjo al que se aferró durante las 11 horas en que luchó por su vida. Pero quien la puso definitivamente a salvo fue José Manuel, un transportista onubense que le dio ropa, comida y la refugió en la cabina de su camión hasta que todo pasó.

Alicia trabaja como secretaria en una empresa del polígono de Fuente del Jarro, en Paterna. Salió a las cinco de la tarde de aquella jornada ya fatídica, como hacía a diario, y tenía que haber llegado a casa sobre las 17:25. Pero el martes 29 de octubre no fue un día cualquiera. Su coche se quedó atrapado en la carretera CV-424, que comunica las urbanizaciones de Chiva y Godelleta, donde reside.

Llovía con intensidad. Por la calzada bajaba «un río» que discurría paralelo al barranco, ya desatado, y se encontró rodeada por dos lenguas de agua que subían y subían de nivel. Grabó un vídeo y se lo envió a su hermano. «Alicia, estás en una de las peores zonas. Baja la ventanilla», le recomendó él por teléfono. El agua empezó a entrar dentro de su coche -un Seat Arona blanco- y ella entendió que era el momento de salir del vehículo o se convertiría en su tumba: «Salté, pero me llevé el bolso detrás y casi me ahogo porque tiraba de mí hacia abajo. Intentaba respirar. Iba contracorriente. Salía, cogía aire, me entraba agua y barro en la boca y volvía a hundirme.

«Pensé: 'Señor, por favor, ayúdame'

Después de dos o tres veces, la fuerza de la corriente doblegó las suyas y se quedó en el fondo. «Aunque no suelo ir a misa, sí soy creyente», relata Alicia. «Recuerdo que en ese momento, cuando me vi abajo, pensé: 'Señor, por favor, ayúdame'. No sé si será casualidad o no, pero en ese momento me golpeó en la barriga un bidón de esos blancos que hay en el campo, me empujó hacia la superficie y me empotró contra un naranjo. Con el pie derecho, me apoyé un poco en la boquilla del bidón y cogí el impulso suficiente para salir a flote».

La riada le había arrancado las zapatillas de deporte y la chaqueta. A esas alturas ya sólo le quedaba el sujetador y el pantalón. «Lo que hice fue agarrarme con fuerza a la copa del árbol y colocarme en posición fetal». Estuvo encaramada a aquel naranjo desde las 18.15 horas hasta las 5 de la madrugada. «Pasé 11 horas así. Cada cierto tiempo venía una crecida que me golpeaba como una ola en la espalda. Mi temor era que las raíces del árbol no aguantaran y me arrastrara la corriente. Y estaba sólo a tres naranjos del barranco».

Cuando descendió el nivel de las aguas que desbordaban ya calles y carreteras, Alicia se refugió en una nave donde pasó el resto de la noche. Al amanecer, se fabricó un bastón con unas cañas y comenzó a caminar, exhausta, descalza, por el lodazal. Hasta que encontró a José Manuel, que estaba con sus compañeros Mariano y Pepo, tres transportistas atrapados en la misma zona.

Un dique con camiones

Ella no fue la única a la que rescataron. Horas antes auxiliaron a dos niños y, según Alicia, colocaron sus camiones como diques para frenar el agua. «Me empezaron a limpiar de barro, me dieron sus calcetines... José Manuel me vistió, me dio comida y me refugió en la cabina del camión hasta que llegó la Guardia Civil. Nunca olvidaré lo que hicieron por mí».

A Alicia la llevó una patrulla al hospital provincial, donde ingresó con taquicardias y contusiones por todo el cuerpo, pero sin fracturas. Sólo tenía la creatina quinasa (CK) por las nubes, una enzima que se dispara en los deportistas de alto rendimiento, producto de todo el esfuerzo que hizo por sobrevivir.

Ahora queda una relación para toda la vida. «No paramos de hablar, es una pasada lo que ha hecho este hombre. Es muy buena persona», afirma Alicia refiriéndose a José Manuel. Y lo dice porque, aparte de auxiliarla y darle todo lo que tenía en un momento crítico, el transportista onubense ha regresado este fin de semana a Valencia sin apenas descansar con tres camiones cargados de víveres para ayudar a los damnificados por la DANA. En la logística lo ha ayudado Pepe, el exmarido de Alicia, que fue la persona que acudió a verla al hospital porque tienen, además de una hija en común, una magnífica relación. «Es como si todo se hubiera hilvanado para encontrarnos. ¡Las casualidades no existen!»; concluye ella.

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