El Papa pide una «prohibición universal» de la maternidad subrogada

«Un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato», dijo Francisco, que también arremetió contra el aborto y la eutanasia. Lo hizo al abogar por el respeto «de toda vida humana» y criticar que, sobre todo en Occidente, se haya difundido «una cultura de la muerte que, en nombre de una falsa compasión, descarta a los niños, a los ancianos y a los enfermos». En la parte dedicada a las cuestiones morales de su encuentro con los embajadores acreditados ante la Santa Sede, desarrollado en el Palacio Apostólico del Vaticano, también censuró las «colonizaciones ideológicas» con las que se pretende presentar el aborto y la eutanasia como "nuevos derechos». Citó igualmente «la teoría de generó», que consideró «extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todo».

En su repaso a la situación de un mundo «cada vez más desgarrado» y en el que la paz está «cada vez más amenazada, debilitada y en parte perdida», el Papa no se mordió la lengua a la hora de hablar de las consecuencias de la guerra en Ucrania y Gaza. La situación en ambos territorios constituye «una prueba evidente» de que todos los conflictos terminan golpeando «indiscriminadamente» a la población civil. «No debemos olvidarnos de que las violaciones graves del derecho internacional humanitario son crímenes de guerra, y que no es suficiente con evidenciarlos, sino que es necesario prevenirlos», dijo, instando a la comunidad internacional a mostrar «un mayor compromiso» para que se respete el derecho humanitario.

Francisco mostró un cuidado equilibrio a la hora de analizar el enfrentamiento entre Israel y Hamás. Tras «condenar» una vez más los ataques cometidos por el grupo palestino el pasado 7 de octubre, así como «cualquier forma de terrorismo y extremismo», lamentó que la «fuerte respuesta militar israelí en Gaza» haya provocado la muerte de decenas de miles de palestinos, en su mayoría civiles. Por ello invitó a establecer un alto el fuego que incluya el frente libanés y que permita a la población gazatí recibir la necesaria ayuda humanitaria. Como salida estable para el conflicto abogó por recuperar la solución de los dos Estados, uno israelí y otro palestino, otorgando además un estatus especial para Jerusalén que cuente con garantías internacionales.

Al hablar de la guerra en Ucrania, el Papa señaló que a casi dos años de su inicio, se corre el riesgo de que se vaya «gangrenado cada vez más», por lo que es necesario poner fin al enfrentamiento «a través de las negociaciones» y del «respeto» al derecho internacional. También se acordó de los diversos conflictos armados en África, del drama de la inmigración, de los efectos devastadores de la emergencia climática y del desafío que plantea la Inteligencia Artificial, para acabar criticando la falta de libertad religiosa en muchos países y las persecuciones por motivos de fe. Criticó así tanto el antisemitismo, «una lacra que debe ser erradicada», como la discriminación contra los cristianos, que sufren 360 millones de fieles en todo el mundo.