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Darío menor
Corresponsal en Roma
Domingo, 17 de abril 2022, 12:44
Tras dos años de paréntesis debido a la pandemia de coronavirus, el Vaticano puso el broche a las celebraciones de esta Semana Santa de nuevo multitudinaria con la misa del Domingo de Resurrección que el Papa presidió este domingo en la plaza de San Pedro ... ante unos 100.000 fieles. Al final de la ceremonia, Francisco impartió su bendición 'Urbi et Orbi' desde el balcón central de la basílica vaticana y ofreció su mensaje pascual, en el que, como es tradición en este día tan señalado para los católicos, pasó revista a algunas de las más graves crisis que sufre hoy la humanidad, partiendo, como se esperaba, del conflicto que se vive en Ucrania tras el inicio de la invasión rusa el pasado 24 de febrero.
En esta «Pascua de guerra» el propio Papa reconoció que resultan difíciles de creer las invocaciones a la paz. «Hemos visto demasiada sangre, demasiada violencia», dijo, destacando que con los enfrentamientos en curso «nuestros corazones se llenaron de miedo y angustia, mientras tantos de nuestros hermanos y hermanas tuvieron que esconderse para defenderse de las bombas». Esta situación llega además después de las «marcas profundas» que dejan los dos años de pandemia. Cuando parecía que había llegado el momento «de salir juntos del túnel, tomados de la mano, reuniendo fuerzas y recursos», el mundo ha tomado conciencia de que se encuentra en una suerte de Cuaresma «que parece no querer terminar» porque tenemos todavía en nosotros «el espíritu de Caín».
Este desconsuelo no impidió que Jorge Mario Bergoglio pidiera una vez más paz para «la martirizada» Ucrania, que se ha visto arrastrada a la «violencia y destrucción de una guerra cruel e insensata». Invitó a los poderosos a que dejen de hacer «demostraciones de fuerza» y a la población en general a que no se «acostumbre» a la guerra. «Comprometámonos todos a pedir la paz con voz potente, desde los balcones y en las calles. Que los responsables de las naciones escuchen el grito de paz de la gente», instó a los fieles. También se preguntó sobre el sentido de la guerra nuclear, que pone en peligro la supervivencia humana, echando mano de una cita del manifiesto impulsado por Bertrand Russell y Albert Einstein en 1955, en los albores de la Guerra Fría, para promover el desarme atómico.
No fue esta la única mención del Papa a la guerra en Ucrania, que ha estado muy presente durante las celebraciones de Semana Santa. En algunos de los oficios han participado varios parlamentarios de este país de Europa oriental y el alcalde de la localidad ucraniana de Melitopol, Ivan Fedorov, a quienes el Papa mostró su cercanía en medio de la «oscuridad de la guerra y de la crueldad» en que se encuentran debido a la guerra. Lo hizo en la noche del pasado sábado durante la celebración de la vigilia pascual, una ceremonia en la que Francisco, de 85 años, estuvo presente pero que no presidió, debido al cansancio acumulado por el maratón de celebraciones de estos días y a los problemas que tiene en una pierna, lo que hace que cada vez le resulte más difícil arrodillarse. Esas dificultades volvieron a manifestarse este domingo, por lo que el Papa tuvo que sentarse en mitad del mensaje pascual porque no aguantaba de pie.
En su alocución previa a la bendición 'Urbi et Orbe', Bergoglio agradeció la acogida que están recibiendo los millones de refugiados ucranianos en otros países europeos, lo que calificó de «señal esperanzadora» y de «bendición» para unas sociedades «a menudo degradadas por tanto egoísmo e individualismo». Aprovechó eso sí para pedir que se actúe con la misma generosidad ante «otras situaciones de tensión, sufrimiento y dolor», refiriéndose implícitamente a los desplazados que cruzan el Mediterráneo y que tienen muchas más dificultades para ser acogidos en el Viejo Continente.
También hubo espacio en el mensaje pascual para acordarse de los niños que mueren «por hambre o por falta de atención médica», de aquellos que sufren «abusos y violencia» y de las víctimas del aborto, a quienes «se les ha negado el derecho a nacer». Al repasar las otras crisis internacionales, el Papa citó el conflicto árabe-israelí, de Siria, Líbano, Irak, Afganistán, Libia, Etiopía, Yemen, el Sahel y Birmania, entre otros lugares, del «drama de los refugiados», de la crisis económica y de la emergencia alimentaria de la que «ya se están viendo señales». Ante todos estos dramas, acabó su mensaje con palabras de esperanza: «¡La paz es posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos!».
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