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Adaptarse uno mismo y hacer lo propio con aquellas que dependen de esa persona. Trabajar en uno mismo sin dejar de mirar de reojo a todos aquellos que necesitan a un tercero para amoldarse a esa tan manida nueva normalidad por la crisis de la ... covid-19. Eso es lo que les ha pasado a los trabajadores del Comité Antisida de Burgos con todas aquellas personas más vulnerables por el VIH. «Alrededor de 50 en Burgos», apunta Ralf Pascual, educador en la ONG y profesor asociado a la Universidad de Burgos.
Estos usuarios se dividen entre los nueve que conviven en la casa de La Encina (gran alto de dependencia), otros cinco en pisos tutelados (dependencia media) y otras 36 personas atendidas de forma ambulatoria. Con esta radiografía tan dispersa, los trabajadores del Comité Antisida tuvieron que ser los primeros en amoldarse al avance del coronavirus.
Coronavirus en Burgos
Susana Gutiérrez
Restricciones, estado de alarma y la prohibición de salir a la calle modificaron su día a día y el de los usuarios que tienen a su cargo. «Son personas vulnerables que ya tenían situaciones complicadas, por lo que hemos tenido que atender el agravamiento de estas necesidades por la pandemia. Por ejemplo, la medicación es de dispensación hospitalaria. Cuando empezó la pandemia nos decían no ir a los hospitales. Fíjate el papelón. Nos llamaban y nos decían que cómo iban a ir a los hospitales si además de VIH tengo otras patologías. Me la jugaba para ir al hospital, hasta que el hospital hizo un servicio de entrega con voluntarios», describe Pascual sobre los momentos que padecieron en marzo.
Este es solo un ejemplo de lo que empezaron a vivir en el Comité Antisida de Burgos, que compaginaban las demandas de los más necesitados con momentos estresantes derivados de la pandemia. «Como hemos visto a muchos ciudadanos durante esta crisis, nuestros usuarios también han tenido que vivir los problemas del pago de alquiler, perder su trabajo inestable... Se quedaban desprotegidos. Uno de los aspectos que teníamos que atender era la inseguridad alimentaria y muchos les tuvimos que apuntar al Banco de Alimentos», rememora Ralf Pascual.
Y a todo esto se le añadió la aparición de problemáticas nuevas, acompañadas con su solución por parte del comité. Ante las nuevas complicaciones, con los empleados confinados por el estado de alarma, los miembros del Comité Antisida desarrollaron protocolos para humanizar una situación a distancia. El apoyo, ante momentos emocionales y psicológicos complicados, se empezó a desarrollar de forma telefónica. «Veían el fin del mundo. Para los trabajadores también fue duro porque estábamos confinados con nuestros problemas», recalca el miembro del Comité Antisida de Burgos.
La pandemia no ha frenado las pruebas para detectar VIH en Burgos. Gracias a la financiación pública, el Comité Ciudadano Antisida de Burgos continúa con su programa de detección gratuito, anónimo y confidencial. Se puede solicitar cita previa por los teléfonos 947240277 / 615391177 o por el Whatsapp del 611000840. Las pruebas se realizan en la sede, ubicada en Calle Federico Vélez, 4, traseras. Toda la información en sidaburgos.com y en Facebook y Twitter (@SidaBurgos)
Asimismo, estuvieron a punto de suspender el reparto de alimentos, pero encontraron un aliado en Protección Civil, cuyos voluntarios se prestaron a seguir con el servicio. «Ahora nos hemos multiplicado. Recibíamos 40 llamadas al día con historias inverosímiles y teníamos que dar mucha información, a la par que incidíamos en que tuvieran cuidado», manifiesta Pascual, que destaca la importancia de no haber tenido ningún positivo entre sus usuarios. «Se abre un debate al que no le doy mucha fe y no está refutado. Y es que si el tratamiento antirretroviral pudiera tener algún factor de protección contra la covid-19. No conozco ningún caso de que se hayan contagiado, pero hasta que no haya estudios fehacientes que los corroboren... Hemos mantenido las labores de prevenir y las pocas mascarillas que teníamos, las hemos repartido. Hemos hablado mucho con la gente, incidiendo en las medidas higiénicas para reducir daños», continúa.
Pero si algo ha puesto de manifiesto esta crisis es la capacidad de resilencia de los más vulnerables. «Se adaptan mejor que otros. Están acostumbrados a lidiar con situaciones difíciles. Como llevan años enfrentándose a situaciones de calado similar, esta crisis, aunque han podido sufrir, sí que se han adaptado de forma adecuada. Tienen efecto de resilencia. Para otros, quedarnos en casa, es un mar de lágrimas, para ellos no tanto. No hemos tenido ningún problema de conducta, por ejemplo», analiza Pascual, coordinador también del programa cuarto '95'.
Y es que para el 2020 se buscaba el objetivo 90, 90, 90 (90% de los enfermos estuvieran diagnosticados, el 90% de esos tomaran la medicación antirretroviral y que el 90% de esos últimos tuvieran una carga viral indetectable). Si se conseguían esos objetivos, acabar con el VIH era más factible. Ahora, para el 2030 se habla de lo mismo, pero elevando los porcentajes al 95. «Nosotros, cuando hablamos de los tres '90', buscamos otro '90' que es el de que las personas que no tuvieran carga viral, alcanzasen una calidad de vida óptima en todo. Ahora queremos lo mismo, pero llegando al 95%», concluye Ralf Pascual.
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