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Duro y con un tono de reproche: «No estoy seguro de que todos los líderes estén sintiendo el calor». Así fue el discurso de António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, este miércoles en la apertura de la minicumbre climática en Nueva York. Una intervención ... en la que el diplomático portugués fue claro: «La humanidad ha abierto las puertas del infierno». Guterres resumió con esa declaración los últimos acontecimientos climáticos: el verano boreal más cálido de la historia, tormentas extremas en el Mediterráneo, sequías de larga duración en varios puntos del planeta, incendios inextinguibles, temperaturas marinas históricas e inundaciones catastróficas que varios informes las relacionan con el cambio climático. «Debemos subir una marcha e invertir la tendencia».
Una alerta que Guterres ha hecho ante un plenario que no ha podido escuchar las propuestas de China, Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos, país que alberga entre noviembre y diciembre la Cumbre del Clima. Y no porque ellos no quisieran, sino que han sido 'silenciados' por Naciones Unidas, ya que solo permitió hablar a los alumnos aplicados en materia climática, entre los que, por ejemplo, se encuentra España. «Hay que recuperar la confianza perdida», aseguró el líder internacional. «Todavía podemos limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados», añadió.
Una cifra que ya se sabe que no se cumplirá con las medidas puestas en marcha en los últimos años. La temperatura del planeta se encamina irremediablemente hacia los 2,8 grados, apuntaba Guterres. «Es un mundo caluroso y horrendo», advirtió.
Esta minicumbre es el paso previo a la cita de Dubái (Emiratos Árabes Unidos) donde los líderes mundiales tendrán que discutir y revisar sus planes climáticos y de recortes de emisiones de gases de efecto invernadero. Una revisión marcada y pautada en el Acuerdo de París de 2015 y que la propia Naciones Unidas en un reciente informe dejó claro «que no se ha hecho el suficiente esfuerzo para cumplir».
En estos momentos, la desviación sobre el Acuerdo de París necesita un recorte inmediato de las emisiones del 43% para 2030. «De no hacerlo, este objetivo será inalcanzable», aseguran los expertos científicos. La temperatura del planeta, actualmente, es de 1,2 grados sobre la época preindustrial, a solo tres décimas del límite acordado en la COP21 de París. «Vamos hacia los 2,8 grados», recalcó Guterres. «El futuro de la humanidad está en nuestras manos. Una cumbre no va a cambiar nada, pero sí puede generar una dinámica», añadió.
Aunque de esta cita no se esperan grandes decisiones ni acuerdos, Guterres, como ocurre en cada intervención relacionada con el clima, no le tiembla la voz al señalar a los responsables de la inacción climática. En la apertura de la cumbre de Sharm el-Sheij (Egipto) del pasado noviembre pidió gravar los beneficios extraordinarios de las petroleras, meses más tarde les reclamó «rendir cuentas de la gran mentira» y este miércoles les volvió a señalar. «Algunas empresas de forma vergonzosa han tratado de bloquear la transición hacia un mundo libre de emisiones», espetó desde el estrado.
Para contrarrestar su poder, Guterres pidió a los líderes mundiales olvidar los combustibles fósiles y mirar hacia las energías renovables. «La transición está en camino, pero llevamos décadas de retraso», señaló. «Debemos recuperar el tiempo perdido».
En la última reunión del G20 los países acordaron triplicar la implantación de la energía renovable para 2030. Y en la cumbre de Dubái se espera que se le pueda dar un impulso a ese mismo objetivo. Durante esta intervención, Guterres también se acordó de los países que más están sufriendo los efectos derivados del calentamiento global. «Tienen el derecho a estar enfadados», aseguró. «Se necesita más justicia climática».
En la anterior cumbre del clima, el encuentro al más alto nivel diplomático se cerró con el compromiso de crear un fondo de pérdidas y daños para los estados más vulnerables al cambio climático. Un punto de fricción entre países que volverá a ser el núcleo central de las discusiones en Dubái dentro de dos meses. El secretario general de Naciones Unidas reclamó que se ponga en marcha el fondo y aprovechó para recordar que los países más desarrollados se comprometieron a movilizar cerca de 100.000 millones de euros al año hasta 2020 y nunca se alcanzó esa cifra.
Aunque no se esperan grandes anuncios, el trabajo y discusiones que se llevarán a cabo estos próximos días en la sede de Nueva York serán la base para la hoja de ruta de la COP28 de Dubái.
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