Parece que ha pasado una eternidad desde que el 13 de marzo las instituciones convocaban por última vez ruedas de prensa con periodistas en sus instalaciones. Después llegó el estado de alarma y el mundo como hasta ahora lo conocíamos desapareció.
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Hasta hoy. El ... día en el que la prensa ha vuelto a acudir a una rueda de prensa más de dos meses después. Y ahí estaba ella: la 'nueva normalidad'. Una nueva normalidad que parece querer acompañarnos durante un buen periodo de tiempo y que comienza con una petición en la convocatoria: puntualidad. O más incluso, llegar con tiempo.
Porque si de algo no entiende esta nueva normalidad es de prisas. Los protocolos de seguridad establecidos para el acceso a la comparecencia están pensados para que la entrada al polideportivo se haga de manera individual y se demore unos cuantos minutos hasta que todos los asistentes puedan entrar.
De uno en uno el acceso comienza con el desinfectado de zapatos en una alfombra impregnada en un producto desinfectante. El segundo paso llega hasta las manos: limpieza con gel hidroalcohólico y guantes que el club pone a disposición de la prensa. Lo mismo ocurre con la mascarilla, obligatoria ya en muchas de las actividades habituales y que en esta ocasión, a pesar de que el club ha puesto a disposición de los asistentes, no han sido necesarias, pues todos acudían con ellas.
Con los zapatos desinfectados, las manos limpias y los guantes y mascarilla colocados llega la toma de temperatura. El termómetro apunta a la frente y el valor indica si se puede acceder o no al interior. Sin fiebre, el protocolo sigue, pero antes del acceso queda todavía un paso más: el registro personal, donde se anotan los nombres y el medio al que pertenece cada periodista.
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Una vez dentro todo es diferente también. En esta ocasión la rueda de prensa se realiza sobre la pista para garantizar la distancia física. Las sillas aún tienen restos del producto que se ha usado para desinfectar cada una de ellas y la distancia entre los asientos hace que las últimas estén tan lejos de la mesa de los intervinientes como para poner en duda la sonoridad del lugar.
Pero la normalidad quiere recuperar su espacio, aunque sea de esta forma, con unas nuevas normas a las que nos tendremos que ir acostumbrando. Micrófonos forrados en plástico, manos enfundadas en guantes que toman notas lo más rápido que pueden y mascarillas que no impiden que las preguntan comiencen de nuevo a sonar sin la voz metálica que las han acompañado en las ruedas de prensa telemáticas de estos meses.
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La distancia física sigue imponiéndose en esta nueva normalidad, la social se acorta un poco tratando de recuperar una vida que nunca antes pareció más normal.
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