Secciones
Servicios
Destacamos
En Paiporta (27.000 habitantes), epicentro de la tragedia de Valencia, se sigue llorando a los 45 vecinos fallecidos por la DANA y aún no se ha apagado el cabreo tras la tensa visita de los Reyes, Sánchez y Mazón. El municipio trata poco a poco de recuperar la normalidad ayudado por una legión de voluntarios que no dejan de sacar agua y barro de viviendas y locales arrasados por la riada.
Aunque el foco sigue centrado en las tareas de limpieza y asistencia a los damnificados, entre unas y cosas, empieza a abrirse paso lo que en el pueblo ya se conoce como 'El milagro del corporal' o 'El milagro del cáliz', un «asombroso» episodio que tuvo lugar el día de la gota fría en la parroquia de San Ramón, en pleno centro de la localidad.
A las siete de la tarde de aquel martes 29 de octubre cuando el 'tsunami' ya empezaba a anegarlo todo, Salvador Romero (Carril, Pontevedra, 54 años), párroco de San Ramón, decidió oficiar la misa habitual, porque «lo mejor que podíamos hacer en ese momento era rezar». Ante solo cuatro feligreses –su madre de 81 años y otros tres devotos más–, y con el agua entrando ya en la iglesia, el cura dio comienzo a la eucaristía y 20 minutos después repartía la comunión con el agua por las rodillas.
En cuanto concluyó la celebración se dirigió rápidamente a la sacristía para dejar allí algunas de las piezas litúrgicas que había empleado. Entre ellas el cáliz y el corporal, un paño de lino de forma cuadrada que se utiliza doblado durante el ofertorio para que el cáliz repose sobre él. El corporal permanece tendido en el altar para recibir la copa consagrada. Debido a que 'sostiene' el cuerpo de Cristo recibe ese nombre, y cuando concluye, esa misma tela se utiliza para cubrir la copa.
Salvador colocó a toda a prisa el cáliz y el corporal encima de una mesita de la sacristía, y salió por patas hacia una puerta que conduce a la segunda planta del edificio parroquial. «En cuestión de segundos el agua me llegaba al pecho, si me retraso medio minuto más no salimos vivos de allí porque en ese tiempo alcanzó los dos metros».
El sacerdote, su madre y los otros tres fieles lograron ponerse a salvo en la planta de arriba. Entonces recibió una llamada al móvil de un conocido de Valencia que le alertaba de que justo debajo del piso eclesial se encontraban atrapadas seis mujeres, que se habían aferrado a las paredes de la parroquia luchando para no ser arrastradas por la corriente. «Bajé, abrí la puerta como pude e hicimos una cadeneta para poder salvarlas». Dadas las circunstancias de esa acción ya podría ser considerada un pequeño gran milagro, pero al párroco de San Ramón aún le quedaba otra maravillosa sorpresa.
A la mañana siguiente bajó temprano a ver los daños de la devastadora DANA, que afectó a todo el mobiliario, los equipos de sonido y a varias imágenes religiosas de la iglesia. Y se dirigió también en la sacristía para comprobar el alcance de los destrozos. «Mi sorpresa fue que el barro se había extendido por todos los rincones, pero el corporal lucía limpio y totalmente blanco. Seguía encima de la mesita donde lo había dejado la noche anterior cubriendo el cáliz, que sí estaba un poco manchado en su base, pero el paño estaba intacto, sin una sola mancha».
La inundación alcanzó los dos metros en la sacristía y afectó a muebles, alfombras, cargadores, ropas y piezas litúrgicas que se guardaban allí. Pero el corporal seguía intacto en el mismo lugar donde lo dejó el párroco, encima de la mesita, tapando el cáliz y completamente blanco.
A este hecho «inexplicable» en Paiporta ya lo llaman «milagro» y está empezando a forjarse un halo de leyenda a través del boca a boca y un vídeo colgado en las redes sociales. En medio de la tragedia y el luto que aún se vive en el municipo, los feligreses ven en «el milagro» un símbolo de esperanza, un mensaje de que Cristo «sigue presente en medio del sufrimiento».
«Es un signo de las palabras que nos dijo Jesús: 'Estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo'», señala el párroco, que guarda el paño como una reliquia. Hay fieles que buscan tocarlo y un enfermo de ELA, confirma Salvador, le ha pedido que se lo imponga «cuando todo se normalice».
El cura sigue utilizando el paño en todas las misas. Las celebraciones han continuado todos los días en una pequeña sala de la segunda planta ya que la iglesia funciona ahora como un punto de distribución de alimentos, productos de higiene y medicinas del que no dejan de entrar y salir voluntarios llegados de toda España.
«Yo creo que es un signo de que Dios está presente en medio de esta catástrofe, de que Jesús nos acompaña en el sufrimiento», dice Jose Gabriel, un estudiante de Arquitectura de 19 años que ha venido a ayudar como voluntario desde la parroquia de San Dionisio, en Valencia.
El joven charla con unas monjas de la Congregación de Siervas del Hogar de la Madre, que también comentan el «milagro» sucedido en la sacristía. Las religiosas, con sus botas y sus hábitos azules manchados de barro, prestan ayuda material (enfangándose como los otros voluntarios), pero también «emocional y espiritual». Las hermanas, procedentes de Valencia, Alcalá de Henares y Belmonte (Cuenca), reparten rosarios bendecidos, y hay chavales que se acercan a ellas con curiosidad (son casi todas jóvenes de entre 25 y 30 años) y les piden uno. A veces se detienen un poco más y charlan sobre lo divino y lo humano.
«Si hace falta sacar barro, sacamos barro, pero también salimos a la calle con una misión espiritual y emocional», cuenta la hermana Clara, que cree que muchos valencianos se están aferrando a Dios para superar la tragedia. «La gente nos ve y viene a nosotras a contarnos lo que les ha sucedido. Hemos oído testimonios de personas que nos han contado que eran ateos y que cuando estaban literalmente con el agua al cuello no se sentían solos y ahora creen. Eso es un milagro», dice la monja, que antes de despedirse con un «Dios te bendiga» anima al periodista a acercarse a la iglesia de San Ramón donde se ha producido otro milagro. Se refiere, claro, al corporal intacto. «Eso es un milagro, una señal de Dios que nos dice: 'Mira en medio de esta catástrofe estoy aquí'».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La proteína clave para la pérdida de grasa
El Comercio
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.