Pilar del Río, médico de Familia, y Luis María Merino, cirujano General y de Digestivo, en la enfermería del buque. EL NORTE

Un cirujano de Aranda de Duero de misión en el Índico

El cirujano Luis Merino, del Clínico, y la médico del centro de salud Huerta del Rey de Valladolid, Pilar del Río, han participado tres meses en la operación Atalanta frente al pirateo marítimo

Ana Santiago

Valladolid

Martes, 8 de marzo 2022, 07:25

Proteger del ataque de los piratas el tráfico marítimo en el océano Índico occidental, especialmente a los buques del Programa Mundial de Alimentos de la ONU. También a los pesqueros para que puedan faenar sin peligro en aguas somalíes. Es la misión de Atalanta. Un ... operativo militar en el que España, con Portugal, participa a bordo de la fragata Victoria y con la que han colaborado dos reservistas civiles, dos médicos de Valladolid, que se han ocupado de la atención sanitaria durante tres meses a bordo del buque de guerra.

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Luis María Merino es cirujano general en el Hospital Clínico de Valladolid y se hizo reservista voluntario de las Fuerzas Armadas allá en 2017 y esta ha sido su tercera activación. Para Pilar del Río, médico de Familia del centro de Huerta del Rey, es la cuarta. Es esta una figura «poco conocida en España, más desarrollada en otros países. Los reservistas son civiles que, de forma voluntaria y con profesiones o capacidades de las que hay carencias en el ejército, colaboran en operaciones. Hay abogados, ingenieros, músicos y hay médicos», explica el doctor Merino, natural de Aranda de Duero pero residente en Valladolid. «Cuando nos activamos como militares, nos convertimos temporalmente en uno más de ellos. Con sus derechos y sus deberes; incluso nos juzgaría un tribunal militar. La fragata Victoria salió de la base de Rota el pasado mes de octubre y los facultativos de Valladolid se incorporaron en el relevo, en diciembre, y han estado tres meses a bordo del mismo. El ejército dispone de personal de enfermería militar; pero no de suficientes médicos.

Helicóptero para la evacuación de enfernos o heridos. EL NORTE

Navegar durante tres meses en un buque de guerra es toda una experiencia para profesionales de tierra adentro. Disciplina militar «aunque con nosotros algo más relajado. Nos llamaban baúles a los sanitarios porque estorbábamos», explica la doctora Del Río. Esta médico de Familia encuentra en esta experiencia una oportunidad para «frenar el ritmo de trabajo al que en estos tiempos nos somete el centro de salud, salir al mar que me entusiasma y seguir siendo médico de Familia. Muchos de zonas rurales tienen menos cupo que yo. Eran 220 y además de atender infecciones de orina, traumatismos o un cólico renal también nos ocupamos de la tercera dosis del covid. Es decir, que sigues siendo médico de Familia que es lo que me gusta». Una vocación, la de reservista, no obstante, marcada también por haber tenido un padre militar. No es ese, en cambio, el caso de Luis María Merino. «No tengo antecedentes familiares pero siempre me ha seducido mucho la vida militar y también me gusta mucho la medicina de urgencia. Soy también cirujano taurino. En buena parte se parecen. Son condiciones hostiles, sin hospital, trabajas en una enfermería y con unos medios más limitados. Y son desgarros y lesiones diferentes a las de otras intervenciones o accidentes. Lo que hacemos a bordo de un buque de guerra es, si ocurre algo importante, lo que se llama una cirugía de 'control de daños'. Esta expresión viene de la intervención de emergencia en un barco cuando los bombazos lo dejan en mal estado. En alta mar se arregla lo suficiente para seguir navegando y cuando llega a puerto se repara. Esa misma terminología se emplea para las personas. Es mejor hacer cirugías sencillas, básicas, que lo mantengan vivo y lo más estable posible y después ya en un hospital se opera de forma más detallada».

Buque de guerra en la operación Atalanta para proteger aguas somalíes del pirateo marítimo en misiones humanitarias. EL NORTE

El Ejército tiene su propio equipo de anestesista, traumatológo, enfermero quirúrgico y el reservista es el cirujano general. «En esta ocasión no tuvimos nada grave, solamente alguna intervención menor pero sí tuvimos una evacuación médica en helicóptero de un tripulante a bordo de un barco. Tuvimos que ir a rescatarlo y estabilizarlo para trasladarlo a uan base militar francesa». Luis María Merino tiene 39 años en la actualidad y puede ejercer como reservista hasta los 62 y el convertirse en tal requiere no superar los 58 y hacer un entrenamiento y formación específica militar, «de mínimos pero tenemos que movernos como uno más. Nos tratan muy bien y es una gran experiencia. Yo ya estuve en el buque Galicia en 2019 en unas maniobras en el Mediterráneo y, en 2020, en el Juan Sebastián Elcano en el crucero de instrucción. Fue una aventura increíble. La vida es dura en un buque porque tienes que convivir mucho en espacios muy cerrados, dormir en literas, comer sin poder elegir nada y, desde luego, no se hace por dinero porque ganamos bastante menos que en nuestro trabajo habitual en Sacyl. Económicamente no compensa (lo comparte también Pilar) y si tienes familia o dificultades económicas igual es algo que no te puedes permitir. Además, dejas a los compañeros del hospital a cargo de tu trabajo, es a ellos a los que hay que agradecérselo y a la jefatura del servicio porque asumen lo que dejas. La plaza, naturalmente, te está esperando para cuando vuelvas; pero el empleador y quien te paga cambia duranet un tiempo».

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