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Durante el aislamiento social, decorar ventanas y balcones se ha convertido en una forma de expresión para muchas familias, y salir a aplaudir a las 20 horas es todo un acontecimiento diario para los burgaleses. En el caso del barrio de Vadillos, además, se suma ... una marea de corazones verdes que ya se están extendiendo por otros rincones de la capital. Así lo explica su creador, Manu Revilla, que se muestra sorprendido e ilusionado por la gran acogida que está teniendo esta iniciativa.
«Todo empezó como un entretenimiento para hacer con los niños en casa y ya hemos repartido más de 120 corazones», reconoce Revilla sin poder contener una sonrisa que traspasa la línea telefónica. Para este pequeño empresario burgalés (Revilla es el alma de Resistible, un negocio basado en el diseño a través de materiales reciclados como el cartón), los corazones verdes son un símbolo con el que pretende homenajear la labor de los profesionales sanitarios, de los educadores y de las personas que se dedican a la cultura, todos ellos figuras «que se han hecho imprescindibles durante esta cuarentena y a los que, en condiciones normales, no se les ha reconocido todo lo suficiente su trabajo».
Pero la iniciativa no deja de crecer, porque no solo decora los hogares del barrio de Vadillos, donde «los vecinos han hecho piña», sino que cada vez más burgaleses quieren tener en sus ventanas uno de estos corazones. Revilla está encantado de «llevar alegría a las casas» y de poner en valor algo tan importante para él como la creatividad. «Es importantísima en el día a día, todo lo que aporta en todos los ámbitos y cómo la estamos desarrollando todos ahora que nos hemos confinado en casa con los más pequeños», explica.
De cara al final del estado de alarma le gustaría que esta marea de gratitud se trasladara a las puertas del hospital, «para finalizar la etapa de aplausos en las ventanas con una gran ovación allí, donde están los sanitarios, para agradecerles todos juntos lo que están haciendo por nosotros». Un sueño que espera poder cumplir pronto «para poner punto final a la pesadilla con un acto colaborativo de optimismo y alegría».
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