María Picassó i piquer
Perfil

Mansour Abbas, un islamista para acabar con Netanyahu

Líder de la Lista Árabe Unida y político que pasará a la historia por ser el primer dirigente palestino que apoya a un gobierno de coalición en Israel, asume un aluvión de críticas internas por su decisión

mikel ayestarAn

Domingo, 13 de junio 2021, 00:22

«Soy un hombre del Movimiento Islámico, un orgulloso árabe y musulmán y un ciudadano del Estado de Israel», así se autodefine Mansour Abbas (Maghar, 1974), líder de la Lista Árabe Unida (Ra'am) y político que pasará a la historia por ser el primer ... dirigente palestino que apoya a un gobierno de coalición en Israel. Los cuatro diputados de la formación islamista son claves para que el centrista Yair Lapid y el ultranacionalista Naftali Bennett puedan poner en marcha el gobierno del cambio que acabe con la era de Benjamín Netanyahu. No es familiar de Mahmoud Abbas, pero su decisión le ha llevado a eclipsar al presidente palestino en medios y redes.

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Fue el propio Netanyahu quien comenzó a dialogar con este hombretón del norte del país, siempre con barba arreglada y camisa blanca para los actos oficiales. Hace ya unos meses el primer ministro en funciones detectó su papel bisagra en la cámara y abrió la puerta a romper el tabú de buscar el apoyo árabe, pero para sus aliados radicales de Sionismo Religioso suponía una línea roja que no estaban dispuestos a cruzar. Entonces fue Lapid quien se acercó a Abbas y no tardaron en llegar a un acuerdo. El objetivo era garantizar los 61 asientos que dan la mayoría en el Parlamento y Abbas aceptó.

Dentista en activo, el líder islamista tiene tres hijos y vive en Maghar, ciudad mixta del norte del país donde la mayoría es drusa. Sus primeros pasos en la política los dio en la Universidad Hebrea donde dirigió el Comité de Estudiantes Árabes y de allí dio el salto al Movimiento Islámico de Israel, organización próxima al ideario de los Hermanos Musulmanes cuyo objetivo es acercar a los árabes de Israel a la práctica del Islam. Este grupo tiene una división en el norte del país que está ilegalizada desde 2015 por sus lazos con Hamás, pero Abbas lidera la división sur, que es más moderada y desde hace 25 años participa en las elecciones.

Normalmente lo hacía en coalición con el resto de partidos árabes hasta que en marzo decidió cambiar de estrategia e ir en solitario debido a sus diferencias ideológicas -confluían desde comunistas a islamistas- y por su voluntad de cooperar con las fuerzas judías con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la minoría árabe. Esta cooperación era también tabú para el resto de formaciones.

«Abbas ha llegado a la conclusión de que no pueden continuar comportándose como un cuerpo extraño que reclama derechos 'nacionales' que se contradicen con normas israelíes. Por el contrario, cada día se ve más como grupo étnico no judío que es parte inseparable de la sociedad israelí y, en base a ello, reclama completa y absoluta igualdad de derechos. Eso no contradice su identificación con sus hermanos palestinos de Cisjordania y Gaza» considera el analista israelí Daniel Kupervaser.

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La entrada del dirigente islamista en la coalición opositora ha llegado tras cerrar «una serie de acuerdos importantes que sirven a los intereses de la sociedad árabe y que brindan soluciones para sus problemas», declaró tras la histórica firma que quedó inmortalizada en una foto junto a Lapid y Bennett. «Traigo una oración de esperanza y de determinación inquebrantable por una vida compartida basada en el respeto mutuo y la verdadera igualdad», fueron sus palabras para justificar un movimiento que llega acompañado de medidas.

La traducción práctica de estas palabras son acuerdos concretos que garantizarán una mayor inversión en las comunidades árabes para mejorar escuelas e instalaciones deportivas y ayudarán a revocar la ley que penaliza la construcción sin licencia en estas comunidades, especialmente entre los beduinos del Negev.

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El 24% de la población israelí la forman los palestinos que no fueron expulsados en 1948. Dentro de esta minoría árabe el grupo más numeroso pertenece a la rama suní del Islam (1,2 millones), pero también hay pequeñas comunidades de beduinos (250.000, nómadas que habitan en el desierto y son también suníes), cristianos (123.000) y drusos (122.000, secta minoritaria del Islam con presencia en Israel, Líbano y Siria), según las estadísticas del ministerio de Exteriores. Los árabes denuncian que son ciudadanos de segunda categoría en el Estado judío y el giro hacia el ultranacionalismo que experimenta el país no ha ayudado a la mejora de la convivencia, más bien todo lo contrario.

Alabado y criticado

Esa fotografía del acuerdo «fue el primer paso para derribar el muro de hormigón levantado en el Parlamento entre árabes y judíos y que se extiende a la sociedad», escribió el analista Merav Batito en el diario Yediot Ahronot. Los que antes atacaban a Mansour Abbas dentro del panorama israelí, ahora le alaban por su «valentía», según las palabras de Bennett, uno de sus grandes críticos en el pasado, tras la visita realizada por el político árabe a una sinagoga atacada. «Es un profesional, un unificador digno de respeto, que trabaja duro para ayudar a su gente y a los diputados a dejar de lado sus diferencias», según el presidente del parlamento, Yariv Levin.

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Entre la minoría árabe su decisión ha dividido a políticos y analistas. Ramzy Baroud, en Middle East Monitor, considera que Abbas «solo se representa a sí mismo, persigue el poder y para ello está dispuesto a negociar con extremistas que se presentan como 'asesinos de árabes' con orgullo», en alusión a las palabras de Bennett en el pasado. Su ex compañero en la Lista Conjunta Árabe, Ayman Odeh, tiene una opinión parecida y censura «su colaboración con el incitador».

Alman Masalha, poeta y analista de Haaretz, piensa que es un movimiento político «inteligente», pero lamenta que «se ha quedado en el primer peldaño. Solo el apoyo a un gobierno no es suficiente, debería haber sido más ambicioso y pedir al menos dos ministerios».

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73 años después de su establecimiento, Israel se asoma a una nueva era sin Netanyahu y con Abbas como apoyo clave al gobierno del cambio. Un islamista al servicio de la minoría árabe en medio del sueño sionista.

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