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OLAYA SUÁREZ | MARCOS MORO
Miércoles, 2 de noviembre 2022, 08:48
La magistrada titular del Juzgado de Instrucción nº1 de Gijón ha dictado, de acuerdo con el Ministerio Fiscal, una orden de prisión provisional, comunicada y sin fianza para Noemí Martínez Largo, madre de la menor encontrada muerta en la madrugada del domingo, atribuyéndole un delito ... de asesinato. La mujer, que ha pasado a disposición judicial este mediodía, será trasladada durante la tarde al Centro Penitenciario de Asturias.
La Fiscalía de Área de Gijón había solicitado el ingreso en prisión provisional comunicada y sin fianza de la mujer como presunta autora del crimen. El Ministerio Fiscal pidió esta medida cautelar basándose en la gravedad de los hechos, que sin perjuicio de la calificación posterior podrían constituir un delito de asesinato, con la agravante de parentesco, y lo elevado de las penas que, en caso de condena, podrían imponerse a la detenida. Además, el Fiscal considera que existe riesgo de fuga en el supuesto de decretarse su puesta en libertad.
Noemí Martínez Largo pasó su primera noche en los calabozos de la Comisaría de la Policía Nacional de Gijón, en El Natahoyo, «como si la cosa no fuera con ella». Según ha podido saber EL COMERCIO de fuentes policiales, la mujer de 48 años ha mantenido desde su custodia primero (cuando ingresó en el Hospital de Jove la noche del domingo) y detención después (el lunes una vez que recibió el alta médica) una actitud fría y distante sin exteriorizar sentimientos de aflicción ni de culpa por arrebatar la vida a su única hija.
Noemí llegó a denunciar a su exmarido Eugenio 28 veces en los últimos cuatro años y medio: por malos tratos físicos, por malos tratos psicológicos, por agresiones a la niña, por abusos sexuales a la menor, por incumplimiento de régimen de visitas... «Lo denunciaba hasta por respirar, era un sinvivir», resume el entorno de Eugenio. Pero no sólo a él, si no también a otros familiares que tenían contacto con Olivia cuando a la pequeña le tocaba pasar el fin de semana o las vacaciones con su padre.
Llegó a denunciar incluso a la abuela. «No se atrevía casi ni a bañarla cuando era pequeña porque tenía un miedo terrible a que se hiciese el típico moratón y Noemí según lo viese la denunciase por agresión», explican. De todas las causas judiciales -«un calvario», según define el propio Eugenio- salió absuelto. Consiguió archivar todos los procedimientos que su mujer abrió en los juzgados desde el mismo día en que él le pidió el divorcio y ella le acusó de malos tratos. Hasta tal punto, que el viernes llegaba el auto judicial por el cual el juez anulaba el régimen de custodia otorgada a la madre y se lo concedía al padre.
A medida que se archivaban las denuncias, Noemí veía más cerca que Eugenio consiguiese el propósito que perseguía desde su separación: una custodia compartida para la pequeña. Fue parece ser por ese motivo por el que a finales del año pasado se trasladó a vivir a Gijón, donde no tiene ningún vínculo. Lo hizo sin el consentimiento del juzgado que llevaba la custodia y sin la del progenitor. La justicia la obligó, dos meses después, a regresar a Segovia y a reintegrar a la niña en su vida escolar y familiar.
En agosto volvió a tomar la decisión de marcharse a Gijón, donde alquiló el piso en la avenida de Gaspar García Laviana y donde volvió a matricular a la menor en el colegio del Corazón de María, de la misma orden del centro en el que estudiaba en Segovia. El padre puso en conocimiento del juzgado que su exmujer se había vuelto a llevar a Asturias a la pequeña. Fue la gota que colmó el vaso. La Justicia le entregaba el viernes la guardia y custodia al progenitor, con el derecho de visita de la madre los fines de semana y festivos. Noemí decidió entonces, supuestamente, tomar la decisión de acabar con la vida de su hija para no ceder en sus pretensiones de que no tuviera contacto con su padre. «Antes de dejarla con el padre, la mato», escribió en un mensaje telefónico a su hermano el domingo. Para entonces, supuestamente, ya le había administrado un cóctel de tranquilizantes en una taza de cacao con leche.
«Esto se veía venir, se veía venir», lamentaban ayer en Torrecaballeros donde llegó a tener que declarar como testigo en un juicio una sanitaria para explicar que la herida que tenía Olivia se la había hecho jugando en las calles con sus primas.
«Todo esto no va de una guerra de hombres contra mujeres, va de gente buena contra gente mala», señalaba Eugenio García ayer en la plaza del Ayuntamiento de Segovia, arropado por los miembros de la Asociación de Custodia Compartida, quienes lo definieron como «un ejemplo para todos». «Lo denunciaba hasta por respirar», resume su entorno.
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