«Todo empezó cuando aún vivíamos en Toronto. Un día estábamos en un centro comercial y vimos una tienda de animales. Al día siguiente, mi mujer, Gloria, me dijo que quería un perro, así que empecé a buscar y encontré un criadero de golden retrievers. ... Dos días después, un cachorro de diez meses estaba con nosotros en casa. Lo llamamos Herschel». Así comienza Howard contando la historia del primer perro que tuvo desde que se casó. Él siempre había convivido con animales en casa, pero para su esposa era algo totalmente nuevo, porque en Colombia la cultura de tener mascotas no está tan arraigada como en Canadá.
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«Fue en 1997, dos años antes de que nuestra hija Elizabeth llegase a nuestras vidas. Estábamos las 24 horas del día con él porque también nos lo llevábamos al trabajo. Realmente, era como tener un bebé. Nos sirvió de entrenamiento», continua Gloria. «La diferencia es que Elizabeth creció, pero Herschel siguió siendo un bebé, porque su vida, como la de cualquier otro animal de compañía, nunca dejó de depender de nosotros», señala.
Herschel fue sacrificado en 2012 tras un grave deterioro de su salud, una decisión «durísima» que sumió al matrimonio en una profunda pena. «Ambos hemos perdido a nuestros padres y, definitivamente, aunque nos tomen por locos, decirle adiós a Herschel fue igual de duro», afirma Howard, cuyo mismo sentimiento comparte Gloria.
Una encuesta realizada recientemente por Wamiz Internacional, la plataforma de información sobre mascotas más popular de Europa, en la que participaron 10.000 propietarios de mascotas, llegó a la misma conclusión. Un 90% de los encuestados coincide con la pareja canadiense en que perder a una mascota es tan duro como despedir a un ser humano.
«Los animales son un miembro más del clan familiar y forman parte de él toda su vida», expresa la portavoz de la plataforma, Vanessa Parapar. «Esta circunstancia hace que se cree un estrecho vínculo entre dueños y mascotas, por lo que la muerte de la mascota también implica un duelo profundo y doloroso», agrega. A esa misma afirmación llegan varios estudios americanos publicados en la revista 'Perspectives in Psychiatric Care', al comparar el papel de los animales en la familia con el de un miembro más, o el de los amigos
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Para Howard, el motivo principal del dolor es la ausencia de su amor incondicional. «El amor de un perro es incondicional. No importa cómo seas ni lo que hagas. Ellos siempre están ahí. No se puede decir lo mismo de mucha gente. ¿Cómo no vas a sentirte destrozado cuando se van? Por un amor así vale la pena sufrir», asegura.
La psicóloga americana Julie Axelrod aclara que «cuando nos lamentamos por la pérdida de una mascota querida, en realidad lamentamos varias pérdidas al mismo tiempo, entre las que se incluyen, además de la pérdida del amor incondicional, la pérdida de un protegido, - tener una mascota es muy parecido a ser padre. Somos responsables de otra vida y, a menudo, hacemos todo lo posible para garantizar su comodidad física y emocional-; o la pérdida de múltiples relaciones y rutinas -cada rol que ocupó la mascota y cada rol que nosotros, como propietarios, asumimos durante su cuidado, es una pérdida».
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El dolor que sintieron Gloria y Howard al fallecer Herschel, sin embargo, no lo comparte todo el mundo, incluso aquellos que han tenido animales en casa. «En general, como sociedad, no reconocemos cuán dolorosa puede ser la pérdida de una mascota querida y cuánto puede afectar a la salud física y emocional de una persona», explicaba en 2018 el psicólogo Guy Winch, autor del libro 'Cómo arreglar un corazón roto', en la revista estadounidense 'Scientific American'. El científico, señalaba, además, que los síntomas de duelo pueden durar hasta un año, llegando a ser de tipo agudo durante los dos primeros meses en ciertos casos.
Algunos de los síntomas de estas pérdidas son: el sentimiento de culpabilidad, las dudas de haber hecho o no lo correcto, el despertar de una antigua pérdida o la resistencia al duelo. «Cuando le pusieron la inyección a Herschel empecé a sentirme culpable y a preguntarme si habíamos hecho lo correcto. Fue horrible. Lo pasé realmente mal. Fue mi primer perro, pero para mi era como un hijo», cuenta Gloria emocionada.
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Para sobrellevar la pena, los expertos recomiendan buscar apoyo en personas de confianza que sean capaces de empatizar con dicho dolor sin juzgar, como otros miembros de la familia o grupos de duelo para dueños de mascotas. Además, si hay niños en casa, es importante explicarles lo ocurrido y escucharles para saber cómo se sienten al respecto.
Muchas personas también optan por compartir su dolor a través de las redes sociales. Los españoles, junto con los británicos, son los europeos que más lo hacen -uno de cada diez publica un mensaje de luto con la comunidad web-, según la encuesta realizada por Wamiz.
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«Nos dolió tanto la muerte de Herschel que no teníamos cuerpo para traer otro animal a casa», relata Gloria, «le repetí a Howard mil veces que me destrozaría volver a pasar por lo mismo una segunda vez». Sin embargo, un tiempo despúes, la protectora Golden Rescue, un refugio de animales dedicado a rescatar perros de la raza Golden Retriever y a encontrar nuevos hogares para ellos, se cruzó en su camino.
Tras conocer su labor, el matrimonio ofreció su casa como «hogar temporal» para los canes rescatados hasta que encontrasen un lugar definitivo. Su tarea consistía en convivir durante un tiempo con los perros para saber cómo eran y en qué tipo de familia encajarían mejor. Así conocieron a Murphy y a Honey pero, entonces, llegó Asher y todo cambió.
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Lo adoptaron en 2013. La pareja cuenta de su experiencia con él que, a pesar de haber sido un perro maltratado -sus dueños lo tiraron por la ventanilla de un coche en plena autopista-, Asher tenía una bondad infinita. Pasaron juntos tres años, hasta que, en julio de 2016, se reunió con Herschel en el cielo. Así lo cree la pareja, que es profundamente religiosa -él judío y ella católica-, y desde su primera pérdida rezan todos los días una oración por sus perros. «Tenemos costumbre de rezar, así que también les dedicamos unas palabras a ellos», explica Howard. Ambos reconocen que, aunque pasaron menos tiempo con Asher, su presencia les ayudó a llenar el vacío que había dejado Herschel y su pérdida les dolió igual.
Según los resultados de la encuesta de Wamiz sobre si una nueva mascota ayuda a sobrellevar mejor el duelo, los españoles no se ponen de acuerdo. «Un 42% de los participantes del sondeo (más de 1.400) confesó que fue tan duro perder a su animal que no pudieron adoptar o comprar otro; mientras que un 58% optó por tener otro perro o gato tras la muerte del último», expresa la portavoz de la plataforma. Los expertos tampoco dan una respuesta unánime sobre este aspecto, pero sí advierten de que adquirir un nuevo animal no debe hacerse con la intención de «sustituir» al anterior.
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Para sobreponerse, y coincidiendo con la época estival, Gloria viajó a Colombia con su hija Elizabeth. Hacía años que no visitaba su tierra, donde vive parte de su familia. Allí conoció a Toby, un perro callejero que dormía en un parking. Fue amor a primera vista. Durante varios días le llevó agua y comida, e incluso le invitó a un spa para perros para quitarle toda la suciedad. Entonces, Howard recibió «la llamada».
Así empezaron los trámites para trasladar a Toby a Canadá, donde vive actualmente junto al matrimonio y dos gatos, Louis y Luna, también adoptados, en este caso por Elizabeth. «Uno de nuestros miedos era que no se adaptase al clima», expresa Gloria, «pero, sorprendentemente, ¡le encanta la nieve!»
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Howard reconoce que, en muchos aspectos, la forma de ser de Toby le recuerda a Herschel y, al ser preguntado si le gustaría poder revivir a sus anteriores perros, admite que no. «Echo de menos tenerles cerca. La locura de Herschel, la bondad de Asher... Sería maravilloso reunir a ambos con Toby, pero no les resucitaría. Tuvieron una buena vida mientras estuvieron con nosotros y se fueron en paz. Me quedo con eso», expresa.
Actualmente, Herschel y Asher tienen un pequeño santuario en un rincón de la casa de Howard y Gloria en donde reposan sus cenizas, varias fotografías suyas e, incluso, un corazón de arcilla con la huella de la pata de Herschel. En Europa, 7 de cada 10 personas guarda recuerdos de sus mascotas, principalmente fotografías (87%) y, la mayoría, prefieren enterrar a sus animales (65%), frente al 24% que opta por la incineración individual y el 11% que prefiere la incineración colectiva, según el sondeo de Wamiz.
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