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BORJA OLAIZOLA
Jueves, 10 de febrero 2022, 12:22
El santuario de Lourdes reabrirá a partir de este viernes 11 de febrero, fecha en la que se conmemora a la Virgen del mismo nombre, la gruta donde se produjo la aparición mariana después de haber permanecido cerrada casi dos años por las restricciones del ... coronavirus. Los responsables de Lourdes esperan poner fin con el libre acceso al corazón del santuario a una etapa negra en la que ha acumulado un déficit histórico. Aunque ha permanecido parcialmente abierto al público desde mediados de mayo de 2020, la caída en picado de visitantes y peregrinos ha dejado muy tocados tanto al recinto religioso como a la propia localidad, que se sostiene básicamente de los flujos turísticos.
Lourdes, el principal santuario mariano del continente, vive horas amargas. La crisis sanitaria del coronavirus ha golpeado de lleno a los colectivos que nutrían el grueso de sus visitantes: las personas mayores, los enfermos y las familias. «El perfil del turista religioso, que suele tener una edad elevada, ha sido precisamente el más perjudicado por el covid y también el que más se ha retraído a la hora de salir de casa», apunta un portavoz de la oficina de turismo de la ciudad. A pesar de su reducido tamaño, Lourdes es la segunda población de Francia en número de plazas hoteleras por detrás de París, un dato que da idea de la pujanza que tiene el turismo en su economía.
En realidad, lo que ha hecho la crisis sanitaria es acentuar un declive que resulta evidente con solo echar un vistazo a la evolución de las cifras. Los casi 6,3 millones de visitantes que registraba el santuario en 2011 se redujeron prácticamente a la mitad en 2019, el año previo a la pandemia. El recinto pasó en ese mismo periodo de emplear a 420 personas a tener 240 trabajadores permanentes.
La cuesta abajo resulta evidente incluso en el censo de la ciudad, que ha perdido cerca de 2.000 vecinos en la última década y tiene ahora poco más de 13.000 habitantes. Son números que revelan el paulatino desplome del turismo religioso debido a la creciente secularización de la sociedad y el consiguiente debilitamiento de estructuras como las hospitalidades, que en los años previos a la pandemia se encargaban de organizar los desplazamientos a Francia de enfermos y peregrinos en viajes colectivos.
A pesar de los reveses, los responsables del recinto siguen haciendo oídos sordos a las voces que apuestan por cobrar la entrada para enjuagar las pérdidas acumuladas. Así pues, todo queda nuevamente en manos de la patrona del santuario, al fin y al cabo la Virgen que acredita más milagros en su currículo.
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