Sandra Tapia es enfermera y colabora con Cruz Roja para atender a los necesitados BC
Burgaleses ante el coronavirus

«Llego a casa sintiéndome muy bien porque ayudas a personas que lo necesitan»

Sandra Tapia, enfermera y voluntaria de Cruz Roja ·

Sandra Tapia se encarga de hacer la compra o llevar medicamentos a burgaleses que no pueden salir de su casa por ser personas mayores, de riesgo o estar en aislamiento por sospecha de coronavirus

Jueves, 9 de abril 2020, 21:17

De enfermera en un centro de día de Cruz Roja a voluntaria para atender a personas mayores, vulnerables o confinadas por sospecha de coronavirus. Sandra Tapia es una de las voluntarias con las que cuenta la oenegé para atener a todas aquellas personas que necesitan ... de ayuda para que les hagan la compra, les traigan medicamentos o incluso les bajen la basura. Burgaleses que no pueden bajar a la calle, porque son colectivo de riesgo o simplemente porque están en aislamiento domiciliario, y que utiliza en servicio de Cruz Roja para garantizar su abastecimiento.

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Tapia explica que las peticiones se reciben en la central de Valladolid y, allí, las derivan a Cruz Roja Burgos. Los voluntarios se ponen en contacto con los solicitantes, quienes les entregan un sobre con la lista de la compra y dinero, en el caso de comida y bienes de primera necesidad, o con la tarjeta sanitaria, la receta electrónica y el dinero. Y ellos se encargan de realizar la compra en el establecimiento deseado por el usuario, siempre que sea posible. Van ataviados con mascarilla y guantes y el intercambio se hace en el felpudo de casa y guardando las distancias de seguridad.

En el caso de las personas sin recursos económicos, Cruz Roja les facilita unos vales con los que se realizan las compras, que funcionan exactamente igual aunque es la oenegé la que asume el coste. «Yo me voy muy contenta a casa porque ves que estás ayudando a personas que lo necesitan y que te lo agradecen», afirma Tapia. «Se hace con mucho gusto» y, además, se ve a la gente muy confiada. Pese a que se han oído casos de estafas y gente que quiere aprovecharse de los más débiles, «la gente es muy confiada».

Cierto es que Cruz Roja pone los medios para facilitar esa confianza. Los voluntarios llaman a los usuarios con un teléfono de la organización y les dan su nombre y sus apellidos. Cuando van a sus domicilios llevan el chaleco correspondiente y, una vez finalizado el servicio, se tiene que firmar el papel de la petición de ayuda, en el que constan todos los datos. Todo protocolizado para dar seguridad a los usuarios pues, al fin al cabo, están dando dinero a una personas que puede ser desconocida para que realice una compra en su nombre.

Por todo ello, Sandra Tapia insiste en que la labor es «muy bonita». Y ella está muy contenta de poder participar como voluntaria, se va a casa siempre con esa satisfacción de ayudar a quien lo necesita, en un momento como el actual en el que, además, su trabajo habitual está parado. El centro de día de mayores está cerrado y, como muchos otros empleados, se encuentra en un limbo esperando a que la situación se normalice. Mientras, ayuda a las personas para garantizar que, aunque no puedan salir de sus casas, no les falte lo más esencial.

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