Ser policía y actor porno al mismo tiempo es incompatible. Ahora ya lo sabe David V. R., un Policía Nacional destinado en una comisaría de Sevilla que fue suspendido de sus funciones durante seis meses en 2020 por una falta «muy grave». Ahora lo ha ... ratificado el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, al haber compaginado su trabajo en el cuerpo con el de actor porno sin haber pedido autorización previa de compatibilidad para una actividad que perjudicaba la imagen del cuerpo.
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Bajo pseudónimo y consignando como «aptitudes profesionales» el de «pornostar», este agente de la autoridad, encargado entre otras cosas de luchar contra la prostitución, se publicitaba desde 2018 en redes sociales, siendo totalmente reconocible en fotos y vídeos. Se ofrecía a actuar en salas especializadas, realizando espectáculos pornográficos en directo y vídeos de la misma temática.
Una actividad que no realizaba solo, sino que actuaba también junto a su expareja, Sonia. Ella puso a su más que compañero sentimental contra las cuerdas al declarar que ella cobraba 300 euros por escena.
Y es que este actor y policía, dependiendo de la hora, aseguró en su recurso a la sanción interpuesta conforme al Régimen Disciplinario del Cuerpo Nacional de Policía que el era amateur, es decir, que no cobraba y que era solo un entretenimiento que compartía con su pareja de aquel momento, una relación que –según él– duró apenas tres meses. Pero la sentencia referida señala que el agente siguió ejerciendo dicha actividad incluso después de dejar a Sonia.
Además, en sus alegaciones dijo que no se identificaba como miembro de la Policía Nacional, ni en sus diferentes perfiles en las redes – algunos con enlaces a páginas web porno de pago–, ni durante sus espectáculos. Es más, aseguró que la cuenta que abrió en redes era privada y no abierta al público. Todo ello a pesar de la «abundante prueba documental» –se apunta en el fallo– de «vídeos de alto contenido erótico» que circulaba por las redes sociales para promocionar sus servicios, dejando un 'email' «para contrataciones».
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Una actividad para la que no pidió permiso de compatibilidad en el cuerpo que, según el tribunal, se le hubiera denegado igualmente por la imagen de «desprestigio» que conllevaría para una institución encargada, entre otras cosas, de la lucha contra los delitos de trata de personas y los delitos de explotación sexual.
David V. R., quien utilizaba los grilletes para más que detener delincuentes, tendrá que hacerse cargo de las costas, aunque todavía le queda la opción de un nuevo recurso.
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