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Julia Quintana, de amarillo, durante una feria en el puesto de la asociación de mujeres rurales Aura Fademur. Aura Fademur
8M-Con ojos de mujer

Julia Quintana: «Todavía hay mujeres que sienten que tienen que pedir permiso a sus maridos para trabajar en el campo»

Presidenta de Aura Fademur y trabajadora agraria, Julia Quintana reconoce avances pero también prejuicios machistas vivos en el medio rural | Los cuidados siguen recayendo sobre ellas, por tradición no por decisión, aunque tengan otro trabajo fuera del hogar

Jueves, 5 de marzo 2020, 08:43

Tan fundamental es para nuestra sociedad la mujer rural que la ONU estableció un día especial para reivindicar su figura, el 15 de octubre. En la semana del Dia Internacional de la Mujer no se puede obviar a las rurales, tampoco las peculiaridades y ... desagravios que siguen sufriendo las mujeres en el medio rural. Como señala Julia Quintana, «todo lo que hemos conseguido ha costado mucho pero todavía tenemos que seguir luchando».

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Julia Quintana es una mujer rural, trabajadora agraria, reivindicativa, con las ideas claras y la inquietud y el valor para luchar por ellas. Estudió Auxiliar de Enfermería y, tras desempeñar varios trabajos en distintas partes de España, se instaló en su pueblo burgalés, Cilleruelo de Abajo, para gestionar la seleccionadora. Ese espíritu inquieto, luchador contra lo que no considera justo y solidario la llevó a embarcarse en la asociación de mujeres rurales Aura Fademur hace 16 años, cuando esta nacía en la provincia. Desde el 2012 es la presidenta de la misma.

Julia cree en el poder de la mujer rural, resultaría absurdo no hacerlo cuando lleva toda la vida demostrando su valía y ayudando a cientos de burgalesas a confiar en ellas mismas. Reconoce que desde que ella comenzó a trabajar en el medio rural, «la situación ha cambiado, ahora somos más visibles en situaciones en las que antes era más complicado serlo, se nos ve un poco más. Antes era más complicado porque siempre íbamos a la sombra de nuestros maridos o de otros hombres». Cada vez es más común ver a mujeres desempeñando trabajos agrarios y ganaderos y la visibilidad es importante porque, aunque antes no se las viese, las mujeres agricultoras y ganaderas siempre han estado ahí. La visibilidad es un primer paso para seguir avanzando hacia la igualdad, no solo ante la ley sino hacia el reconocimiento social.

«Se nos ve un poco más. Antes era más complicado porque siempre íbamos a la sombra de nuestros maridos o de otros hombres»

«Ganaderas siempre hemos sido más las mujeres pero las explotaciones estaban a nombre de ellos», explica Julia. Reconoce que ahora «se están creando más explotaciones, sobre todo ganaderas, a nombre de mujeres. Ahora ellas tienen su explotación y figuran, no como antes que no figuraba la mujer en ningún lado con la pérdida de privilegios y derechos que ello conlleva».

Las jóvenes están siendo claves en este cambio, «quieren volver al pueblo y dedicarse a la agricultura, a la ganadería o trabajar en el sector servicios y quieren hacerse visibles».

En este sentido, Julia reconoce ventajas y fallos a la ley de la titularidad compartida, «no está del todo bien hecho. Al final la titularidad compartida es una sociedad de bienes. A la hora de hacer la declaración de la renta se tiene que declarar el 50% que pertenece a cada uno, no es una sociedad que se pueda declarar en común. Pero la damos de paso porque ha ayudado a reconocer el trabajo de la mujer». Reflexiona Julia en este sentido para hacer entender que se ha avanzado pero no hemos llegado al objetivo de igualdad total y los espíritus inquietos y combativos como el suyo son los que hacen avanzar a nuestra provincia.

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Y hay algo fundamental que se está empezando a entender, «trabajar en una explotación agraria no es solo ir al campo, llevar los asuntos burocráticos también lo es. Además ahora hay que hacer papeles todos los días», apunta.

Consulta sí, permiso no

Pero hay otros prejuicios y comportamientos típicos de la sociedad patriarcal que cuesta más erradicar. Según la visión de esta fémina rural, «falta cambiar el considerar que la mujer debe pedir permiso por la consulta», asevera. «Todavía hay mujeres que sienten que tienen que pedir permiso a sus maridos para trabajar en agricultura o ganadería. Entiendo que haya que comentarlo pero no pedir permiso. Todavía estamos un poco atascados en esto, sobre todo en el medio rural. También por esas coletillas de 'qué van a decir'. No, perdona, esto se ha acabado. Somos iguales y lo único que hay que hacer es apoyar», apunta Julia. «Yo quiero hacer esto y te lo consulto porque eres mi pareja y creo que tienes que saberlo pero mi idea es hacerlo y lo voy a hacer», reflexiona.

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«Yo voy a hacer esto y te lo consulto porque eres mi pareja y creo que tienes que saberlo pero mi idea es hacerlo y lo voy a hacer»

Para cambiar esto se necesita trabajo en dos direcciones, hacia ellas y hacia ellos. A las mujeres hay que quitarles esa obligación interna que las mueve a pedir permiso. Respecto a los hombres, han sido educados en tener ese privilegio de mando pero eso se ha acabado y no lo pueden perpetuar, es injusto y machista.

Productoras y cuidadoras

La mujer desempeña en el mundo rural una doble función, como productora y como cuidadora y mantenedora. Tanto en el plano económico como en la estructura social pero la sociedad patriarcal ha relegado a las féminas a un papel secundario, formal y socialmente.

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Esto es algo que apenas ha cambiado, la mujer en el medio rural sigue ocupando el puesto de cuidadora familiar. Este papel no tiene por qué ser negativo si es algo voluntario y si se puede cambiar la situación si la mujer lo desea. El problema es que estas labores, normalmente, se asumen por inercia y son labores no remuneradas ni reconocidas. Igualmente, como señala Julia, «a esta obligación impuesta socialmente se añade que, si encuentras un trabajo, estas labores de cuidado siguen recayendo sobre la mujer. Nuestros mayores y pequeños dependen de nosotras», señala.

«A esta obligación socialmente impuesta se añade que, si encuentras un trabajo, estas labores de cuidado siguen recayendo sobre la mujer»

Las ayudas sociales son un apoyo pero Julia desvela que «ahora mismo en nuestros pueblos hay una carencia total de personas formadas en ayuda a domicilio, con su título homologado. Esto supone un perjuicio porque muchas mujeres podrían encontrar en este nicho un trabajo». Las dificultades de la formación residen en que en los pueblos burgaleses no hay salas homologadas para la formación y las personas que residen en el medio rural y desean esta formación deben desplazarse durante la formación a la ciudad y muchas de ellas son adultos con otros trabajos. Por ello, Aura Fademur trabaja para habilitar un lugar homologado para impartir estos cursos en la comarca del Arlanza.

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