Enric Bonet
Miércoles, 18 de septiembre 2024, 20:30
«Entiendo a las víctimas de violación que prefieren no denunciar. Cuando uno intenta hacerlo, luego exponen a la víctima y la presentan como la culpable». Eran las cinco de la tarde cuando Gisèle Pelicot expresó su cabreo por las preguntas y los comentarios de los abogados de la defensa. Este miércoles se vivió en el Tribunal de Aviñón (sudeste de Francia) la jornada más tensa desde que arrancó, el 2 de septiembre, el juicio del caso de Gisèle Pelicot, de 71 años, la mujer violada por 83 hombres durante casi una década a instancias su marido, Dominique Pelicot, quien la drogaba y la adormecía.
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La tensión coincidió con el visionado de fotografías pornográficas de la víctima, tomadas por su marido supuestamente sin que ella lo consintiera. Era la primera vez que las mostraban en la sala de audiencias y resultó un momento duro para ella. Convertida en un símbolo más allá de las fronteras de Francia por su dignidad y por haber pedido que el juicio no se celebre a puerta cerrada «para que la vergüenza cambie de lado», Gisèle Pelicot sufre en sus carnes una situación habitual en los juicios sobre violencia machista: la inversión de la responsabilidad y el examen, hasta el mínimo detalle, de la vida privada de la víctima.
Sin la presencia de público —solo se autorizó en ese momento la de periodistas, abogados, acusados y partes civiles—, mostraron más de una veintena de imágenes pornográficas de Gisèle Pelicot. Otra mujer, presentada por Dominique Pelicot como 'Nadine la libertine', aparecía asimismo en algunas de ellas. Eran fotografías de las partes íntimas de la señora Pelicot, haciendo posiciones obscenas, escenas porno con juguetes sexuales… Las encontraron entre los 20.000 vídeos y fotos que conservaba en su ordenador Dominique, quien grabó las 92 violaciones sufridas por su mujer por parte de desconocidos.
Un grupo de abogados de la defensa había pedido su visionado. Lo hizo con el argumento de que en algunas de ellas se ve a Gisèle con los ojos abiertos. «Todas ellas fueron captadas sin mi consentimiento», aseguró la principal víctima. Una afirmación ratificada por su autor, que supuestamente las difundió en conversaciones con otros usuarios de la página de libertinaje Coco.fr. Además, Gisèle Pelicot recordó los problemas de amnesia que sufrió después de que le dieran durante años sobredosis de ansiolíticos. Habló de varias noches, como un 31 de diciembre, de las que no recuerda nada. También puso como ejemplo una vez que fue a su peluquera y esa le dijo «tienes el mismo aspecto que mi abuela cuando sufrió un accidente cerebrovascular».
Los representantes legales de otros acusados cuestionaron, sin embargo, esa versión. «No entiendo cómo se pueden tomar estas fotos a 20 centímetros de la víctima sin que ella se dé cuenta», dijo una de las abogadas. «Dame tu teléfono y te lo enseño aquí mismo», le respondió un desafiante Dominique Pelicot, al que habían arrestado dos veces (en 2011 y 2020) por grabar debajo de las faldas a mujeres en el espacio público.
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Los debates resultaron especialmente crispados en esta 12ª jornada del juicio. Tras haber impresionado por su valentía y dignidad, Gisèle se mostró varias veces colérica con las observaciones y los interrogatorios de los abogados. «¿No tendrías en realidad una vertiente exhibicionista que no quieres asumir?», le preguntó uno de ellos. «Con todos estos debates, tengo la impresión de que yo soy la culpable y que detrás de mío hay 50 víctimas», criticó Gisèle Pelicot. «Una violación es una violación», insistió, refiriéndose a unas polémicas declaraciones de uno de los letrados la semana pasada, en que cuestionaba que sus clientes hubieran violado al no ser conscientes de ello.
«¿Quién es el culpable?», preguntó ella de manera retórica poco después. Tras una tarde debates tensos, uno de los abogados de Gisèle intentó calmar la situación al salir de la sala. «En algunos momentos se cabrea y está cansada», pero la señora Pelicot «continuará asistiendo a las audiencias», dijo Stéphanne Babonneau. Pese a la existencia de videos y que su marido reconoce las violaciones, Pelicot se ve severamente cuestionada, como sucede con muchas otras víctimas de violencia sexual. «Lo que ha sucedido hoy (miércoles) no tiene nada de excepcional», reconoció Babonneau.
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