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Darío Menor
Corresponsal en Roma (Italia)
Domingo, 7 de octubre 2018
La carta publicada a finales de agosto por Carlo Maria Viganò, antiguo nuncio apostólico (embajador) en Washington, en la que acusa al Papa Francisco de encubrir al arzobispo abusador Theodore McCarrick y le exige su renuncia al pontificado, no es más que un «montaje político ... carente de fundamento» que hiere «profundamente» a la Iglesia. Un día después de que el Vaticano anunciara que ha dispuesto una investigación interna para aclarar el 'caso McCarrick', la misiva de Viganò fue este domingo respondida por el cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos.
En una carta abierta que cuenta con el permiso de Jorge Mario Bergoglio, Ouellet critica duramente a Viganò por su ataque, al que dedica contundentes adjetivos: «injusto», «incomprensible» y «extremadamente reprobable». Denuncia la «confusión» que ha sembrado entre los católicos con sus acusaciones publicas y advierte sobre el «grave daño» que generan en la «reputación» del Papa. «¡Encuentro aberrante que te aproveches del escándalo de los abusos sexuales en Estados Unidos para infligir a la autoridad moral de tu superior, el Sumo Pontífice, un golpe inaudito e inmerecido!», se queja el purpurado canadiense.
Ouellet asegura que su respuesta está basada tanto en sus «contactos personales» como en los documentos de los archivos del 'ministerio' vaticano que dirige, la llamada 'fábrica' de los obispos. Reconoce que a McCarrick se le impusieron «ciertas condiciones y restricciones» debido a los «rumores» sobre los abusos sexuales cometidos con seminaristas y jóvenes sacerdotes, pero dice que esta cuestión nunca la trató en ninguna audiencia con Benedicto XVI ni tampoco con Francisco. Al prelado estadounidense se le pidió que no viajara ni hiciera apariciones públicas, aunque no hubo documento escrito alguno que lo condenara «al silencio y a la vida privada». ¿El motivo? «No se disponía entonces, a diferencia de hoy, de pruebas suficientes de su presunta culpabilidad», dice Ouellet para explicar que sólo se se recurriera a exhortaciones y no a sanciones canónicas. Cuando hubo certeza de que McCarrick había abusado de un menor de edad, a Francisco no le tembló el pulso y lo expulsó del Colegio Cardenalicio, algo que ocurrió a finales del pasado julio.
«Es falso presentar las medidas tomadas en relación a él como 'sanciones' decretadas por el Papa Benedicto XVI y anuladas por el Papa Francisco», escribe Ouellet, desmontando así la principal acusación de la polémica carta de Viganò. El 'ministro' vaticano sigue defendiendo a Bergoglio al afirmar que le resulta «increíble e inverosímil desde todo punto de vista» acusarle de proteger a McCarrick y recuerda que «nada tuvo que ver» en sus sucesivas promociones como pastor de diócesis cada vez más importantes en Estados Unidos. Dispara así indirectamente al pontificado de Juan Pablo II, durante el que eclosionó la carrera episcopal de este «presunto depredador sexual».
Ouellet reconoce los «fallos en el proceso de selección» y él mismo se pregunta cómo pudo ser posible que una persona así llegara a ser cardenal y arzobispo de Washington. «Las decisiones tomadas por el Pontífice se apoyan en la información de la que se dispone en ese momento preciso», justifica el prefecto, que pide finalmente a Viganò que «salga de su clandestinidad» y se «arrepienta de su rebeldía».
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