Llegó a España hace quince años desde Caracas y ahora no encuentra motivos para regresar. Máxime si sus más allegados están repartidos por lejanas latitudes. Hija y nieta de exiliados republicanos españoles, Karina Sainz Borgo encontró en Madrid el lugar perfecto para desarrollar su carrera ... literaria. Acaba de publicar 'El tercer país' (Lumen), una novela con la frontera como protagonista y aromas de su admirado Juan Rulfo. Esta escritora y periodista ha hecho del barrio de Las Ventas su base de operaciones, con la plaza de toros como centro neurálgico. Le gusta la luz y el orden para trabajar. Mientras pasa la vida, antes de que se le escape procura anotarla en sus libretas, de las que hace buen acopio. Mahler, Bach y Boccherini le inspiran tanto como una ópera de Wagner. La muerte de David Gistau fue para ella una pérdida tan irreemplazable como lo fue para otra generación la desaparición de Francisco Umbral.
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7.00 horas. Empiezo muy pronto el día escuchando las noticias, tengo el oído pegado a la realidad. La lectura de prensa y el oír la radio consumen buena parte de la mañana. Después voy al periódico ABC, en el que trabajo después de haber estado diez años en 'Vozpópuli', y empiezo a reportear. Mi especialidad es la información cultural, y eso implica hacer entrevistas para mi diario, ir a la radio y escribir colaboraciones para Zenda, la revista literaria que fundó Pérez Reverte.
21.00 horas. Escribo ficción básicamente por la noche. De un tiempo a esta parte mi jornada está dividida casi a partes iguales entre la información y la escritura de mis novelas; quizá la balanza se inclina más hacia la primera. No tengo hijos ni familia que cuidar, y en ese aspecto nada me condiciona. Intento llevar cierto orden y disciplina pero me cuesta muchísimo, sobre todo por el desajuste del último año que lleva aparejado la pandemia.
2.00 horas. Me acuesto. Ya no me acecha el insomnio, aunque hubo una temporada en la que lo sufrí muchísimo. Ahora prima más la capacidad de desconexión y la necesidad de dormir.
7.10 horas. Por la mañana lo mejor es un café cargado, por supuesto.
12.45 horas. Tengo prisa por ver y escucharlo todo. Conforme he ido cumpliendo años, esa prisa ha dejado de ser tan acuciante, aunque sigo teniendo una sensación de insatisfacción. Siempre creo que podría estar haciendo más cosas de las que hago.
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19.00 horas. Me llama mucho la atención la tauromaquia. De hecho vivo al lado de la plaza de Las Ventas. Para poder escribir sobre los toros me he terminado metiendo en ese mundo, a pesar de ser un territorio que no tiene nada que ver conmigo. Tengo muy buenos amigos en ese ámbito, desde fotógrafos a matadores, pasando por banderilleros, picadores y mulilleros. Ya llevamos un año sin poder ir con normalidad a las corridas. Desde que se instauró el estado de alarma el paisaje de Las Ventas es desolador. En Venezuela queda ya muy poca tradición taurina.
8.00 horas. Hay olores ante los que soy terriblemente sensible, entre ellos el jazmín, que es muy andaluz. Su fragancia me descoloca, me lleva a la infancia y a abrir la caja de los recuerdos. Igual me ocurre con el aroma a azúcar quemada. 9.00 horas. No hay un día en casa en que no tenga flores, un día sin ellas es terrible. Y eso que no tengo habilidad para cultivar plantas, se me da bastante mal.
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17.00 horas. No me considero una exiliada ni expatriada ni inmigrante económica. Me veo como una desterrada por voluntad propia: fui yo la que decidí moverme y eso ha modificado mi percepción de muchas cosas, entre ellas la idea de pertenencia. Llegué en 2006 con 23 años a España porque era un lugar idóneo, es un vértice muy importante de ese triángulo que forma con América del Norte y América del Sur. Era mi circuito natural. Además, soy hija y nieta de exiliados políticos republicanos, lo cual condiciona mi cercanía con la sociedad que elegí para vivir.
22.00 horas. No puedo escribir en un entorno excesivamente desordenado. No obstante, durante la promoción de mi anterior novela, 'La hija de la española', estuve dos años escribiendo en aviones, trenes y autobuses. Puedo sobreponerme a esas circunstancias, como les sucede a todas las personas que trabajan en una redacción. Para leer me pasa lo mismo, procuro estar en un espacio con luz y ordenado. Tengo la costumbre de marcar los libros con pósits y anotar cosas durante la lectura.
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20.45 horas. Para relajarme apelo básicamente a lo vegetativo: no hago nada. Soy muy de bares y de hablar en ellos con los amigos. Me junto poco con los venezolanos afincados en Madrid. No por nada en particular, sino porque mi llegada aquí hizo que tuviera mucha relación con España y los españoles. Me siento a la vez española y latinoamericana, una cosa no excluye a la otra. Siempre digo que soy española porque me lo he ganado en batalla.
22.00 horas. No soy una persona que consuma series y cine, en cambio me gusta muchísimo la música. Puede que dedique mucho más tiempo de mi vida a escuchar música que a ver la televisión. Me fascina la ópera, es el género total, lo tiene todo. Lo más curioso es que 'El tercer país' lo escribí sobre todo con piezas corales y vocales de fondo. He escuchado todos los misereres y misas que he podido. No me molesta la música para escribir, a menos que sea el segundo acto de Aída o una cosa así, algo que me impida abstraerme. Me gusta muchísimo Bach, Boccherini y las sinfonías de Mahler.
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23.00 horas. Entiendo la literatura como parte de mi tiempo libre. El hecho de trabajar en prensa me condiciona, porque trato de recuperar las cosas que no he podido hacer. Por ejemplo, todas las vacaciones de que he disfrutado últimamente las he utilizado para leer literatura rusa del siglo XIX. El hecho de trabajar con novedades editoriales me quita tiempo para construir una base literaria.
12.00 horas. Mi familia está desperdigada por distintos lados. Son como la diáspora. Se reparten entre América Latina, EE UU y Europa. Tengo tres hermanos y yo soy la menor. Somos dos chicos y dos chicas.
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13.00 horas. Las circunstancias no ayudan a que vuelva a Venezuela. Ya no tengo familia allí y los pocos amigos que me quedan son el enlace de que dispongo para saber cómo van las cosas. No tengo pasaporte, podría entrar con el español pero sería riesgoso. No me lo propongo ni me lo planteo, no está ahí como una opción. Es verdad que en alguna ocasión he sentido la necesidad de volver, pero parece que las cosas conspiran contra ello.
19.45 horas. Colecciono corchos de botellas y libretas. Me gustan muchísimo las tiendas de material de escritura. Tengo una capacidad infinita para gastar y adquirir cosas en papelerías. Escribo en ordenador, pero las libretas son fundamentales para andar por ahí.
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