Durante tres meses, el Hospital Universitario de Burgos (HUBU) ha vivido bajo protocolos de medicina de guerra. Nos lo dicen las cifras, con más de 600 ingresos por el coronavirus covid-19 y cerca de un centenar de pacientes críticos, que han copado la UCI ... extendida, la única de la provincia. Y nos lo dicen también las experiencias del personal, que lo ha dado todo con gran profesionalidad y que, pese a estar agotado, ahora tiene ganas de recuperar la actividad programada.
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Y el HUBU está estructuralmente preparado para volver a la normalidad, habiendo casi completado las cuatro fases del plan de desescaldada, que arrancó el pasado mayo. Eso sí, funcionalmente prima la prudencia a la hora de recuperar las consultas externas y la cirugía programada, para evitar aglomeraciones y situaciones que pudieran ocasionar un indeseado rebrote, como los que están registrando en hospitales del País Vasco.
«Tenemos que ser prudentes», firma Carmelo Villafranca, director de Enfermería del HUBU, quien asegura que «esperaban un escenario más desfavorable» y para ello se prepararon con un plan de contingencia de escalada y desescalada reversible. «Estaba todo perfectamente planificado desde el primer momento», insiste Ignacio García Zaldívar, subdirector de Gestión del HUBU, y pese a la gravedad de la pandemia no se llegó a sobrepasar en ningún momento las previsiones de contingencia.
Actualmente, el Hospital Universitario de Burgos mantiene a 8 personas ingresadas con covid-19, de las más de 200 que se llegaron a acumular en el pico máximo de finales de marzo. Y son 3 los pacientes críticos, cuando llegaron a estar 55 (más 10 no covid) al mismo tiempo, en una UCI extendida que tuvo preparados 80 puestos por si se daba la situación más desfavorable aunque no fue necesario utilizarlos en su totalidad, apunta Villafranca.
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Además, la covid-19 se encuentra ya confinada en la planta 7 del Bloque H, la zona cero de la pandemia, la reservada para enfermedades infecciosas y que se quedará habilitada para pacientes covid-19 ahora que parece que hemos conseguido frenar los contagios. Dispone de 25 habitaciones, con capacidad de ampliación hasta 30, y dos de ellas están reservadas para pacientes de hemodiálisis.
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Los primeros pacientes afectados por el coronavirus fueron ingresados en la planta 7 del Bloque H y, a medida que se agravaba la pandemia, se fueron habilitando nuevas plantas. De la 7 se pasó a la 4 y, de ahí, se completó el Bloque H. Del H se pasó al B, donde se ubica el servicio de Neumología, «para tener un área de cuidados intermedios» que atendiese a pacientes que requiriesen intervención respiratoria pero no tan invasiva como en la UCI, explica Villafranca.
La covid-19 llegó al bloque D, aunque solo con los pacientes que aun con una PCR negativa tenían alta sospecha de estar contagiados. El plan de contingencia contemplaba la posibilidad de ampliar de 25 a 30 los ingresos por la covid-19 en planta y como último recurso se incluía el Hospital Divino Valles, que se acondicionó aunque no se ha llegado a utilizar, apunta Ignacio García Zaldívar.
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Libre de covid-19 se quedó el bloque de hospitalización F, con su correspondiente quirófano (pues se mantuvieron ingresos y cirugías no demorables), y las plantas bajas del resto de bloques destinadas a Oncología, Cardiología y Hematología. Además, en Psiquiatría, Maternidad y Obsetricia, Neonatos y UCI Pediática y Radiología los pacientes no se han movido del servicios, habilitándose zonas covid separadas de las zonas no covid.
Y la misma planificación se realizó en la UCI, que amplió espacios en la URPA y los bloques quirúrgicos, y los quirófanos, en los que se destinó el bloque C para pacientes covid-19 y el E, aunque este último no se llegó a utilizar. En el Hospital Universitario de Burgos no se dejó nada al azar, insiste García Zaldívar, el plan se completó con la derivación de pacientes a los hospitales Recoletas y San Juan de Dios y con la instalación de la carpa de triaje, que ahí sigue aunque cerrada desde el 1 de junio.
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La escalada tenía cinco fases pero se quedaron en la cuarta y, de ahí, en reversión.
El subdirector de Gestión explica que se ha desescalado igual que se escaló, liberando espacio primero en el Bloque D, luego en el Bloque B y, finalmente, en el Bloque H. Entre este miércoles y el jueves se procederá a la limpieza y desinfección de la planta 6 del Bloque H y, con ello, la covid-19 quedará recluida en la planta 7. La UCI va a mantener una zona covid, lo mismo que se mantendrá en quirófanos (actualmente están ya operativos entre 16 y 18 a diario) y el plan de desescalada prevé protocolos y circuitos seguros para evitar contagios.
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Ignacio García Zaldívar iniste en que se trabaja con un plan reversible y si hubiera un rebrote en 24 horas se podría tener habilitada una planta extra para atender los nuevos ingresos. Mientras, se tarda entre 48 y 72 horas en desinfectar y dejar lista para su reactivación una planta que haya sido utilizada en el protocolo covid. Cuenta con un sistema de limpieza, en coordinación con Eficanza y con la ayuda de ASTI.
«Estructuralmente, el HUBU está preparado para recuperar la actividad ordinaria», explica el jefe de Enfermería. Sin embargo, funcionalmente se va a ir con prudencia y siempre de la mano de los Servicios de Medicina Preventiva, que «juegan un papel muy importante» para garantizar la seguridad de los pacientes y de los sanitarios e impedir que se produzcan rebrotes dentro del propio hospital.
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Se apuesta por la atención no presencial siempre que sea posible para evitar aglomeraciones en las consultas y salas de espera, y se va reprogramando sin olvidar las medidas de seguridad. «La población tiene que ser consciente de que no va a venir como se venía antes de la pandemia«, apunta Villafranca. Los accesos al HUBU se limitan a la puerta principal, la entrada de radioterapia y la entrada de consultas externas. Todas ellas con un celador, un puesto de gel hidroalcohólico y un dispensador de mascarillas.
Cualquier paciente que ingrese deberá haber pasado la prueba PCR y, si da positivo pero su hospitalización no es demorable, se activarán los circuitos de seguridad. Se restringe a una visita por paciente ingresado, salvo en los casos covid, que seguirán aislados, como hasta ahora. Ignacio García Zaldívar ha destacado el plan de humanización puesto en marcha, que ha permitido la comunicación por videollamada de pacientes y familiares, así como las llamadas diarias de los sanitarios a las familias de los ingresados para informarles de su estado.
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«El objetivo del plan de desescalada es ir recuperando la actividad paulatinamente pero con prudencia», afirma Carmelo Villafranca. Hay que tener en cuenta muchos detalles, incluido el estado físico y anímico de los profesionales, que están agotados, que tendrán que respirar y tomarse unas merecidas vacaciones tras una dura prueba. «Ha dido como una pequeña guerra», reconoce Villafranca, en la que se destaca el esfuerzo y la profesionalidad de sanitarios y no sanitarios.
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