Juan Cano
Enviado especial a La Palma
Martes, 5 de octubre 2021, 00:11
Mari estaba preparando el almuerzo en la cocina de casa. Era domingo (19 de septiembre) y comían tarde. Pasaban unos minutos de las tres cuando recibió una llamada de su marido. «¡Ya explotó el volcán!», anunció Jared. «¿Pero cómo? No he oído nada», respondió ella. « ... Pensé que era broma –recuerda ahora-. Llamé a los niños y salimos al jardín a mirarlo. Ya se veía la columna de humo». Viven, o mejor dicho, vivían en un bonito chalé en la Cruz Chica, cerca de Tajuya, en el término municipal de Los Llanos de Aridane. A tres kilómetros en línea recta del Cumbre Vieja.
Publicidad
La segunda llamada de su marido terminó de encender el semáforo rojo. «Me han activado de urgencia para ir al trabajo –es policía local en Tazacorte-. Mari, coge lo necesario y vete a casa de tus padres», le dijo Jared a su mujer. «Ahí ya sí me puse un poco nerviosa. Eché unas muditas para los niños [tienen dos: Lenon, de nueve años, y Brandon, de cinco] y los papeles importantes de la casa», continúa.
El segundo trago, y seguramente el más duro, fue explicárselo a sus hijos. Mari (41 años), que es maestra en el CEIP Adamancasis, en El Paso, tiró de pedagogía: «El pequeño no llega a entender la gravedad y lo vivió como una aventura. Pero el mayor sí. Es muy sentimental con sus cosas. Me acerqué a él y le dije: «Hijo, vamos a tener que ir a casa de la abuela, coge los juguetes que más te gusten, porque no sabemos lo que va a pasar». Lenon se puso a llorar. «Le expliqué que lo importante es nuestra vida, estar bien, juntos, y que lo que se pierda lo iremos reponiendo poco a poco».
Mari lo dejó solo mientras escogía qué llevarse y siguió preparando cosas. «El pobrecito fue a buscar a mi madre y le dijo: 'Abuela, ¿qué me llevo?'». Ella lo ayudó en la difícil elección. Lenon enumera la lista: «Mis juguetes del Fortnite, la Nintendo, los auriculares, el móvil, el cargador… y algunos cables». También echó su peluche, un Spinosaurus con el que duerme todas las noches, y una carterita donde guarda el dinero que le regalan en los cumpleaños. «Me sorprendió mucho. Sólo se llevó una mochilita y una bolsa que le pidió a la abuela; ahí le cogió todo», recuerda. «El pequeñín –continúa- se llevó un ordenador de Bob Esponja, sus dinos y los coches con los que suele jugar».
Mari llegó «muy nerviosa» a la casa de sus padres y, entonces, fue Lenon quien la tranquilizó. «Mami, ¿no cogiste las cosas importantes? Pues ya está». A Mari se le hace un nudo porque su hijo le recordó, con la inocencia de un niño, que las cosas importantes las tenía justo delante. «Los primeros días Lenon sí lo encontré más inquieto, pero ya lo veo normal aquí, como siempre. Ha estado mucho en casa de sus abuelos desde bebé y está acostumbrado».
Publicidad
Desde allí –está en Tazacorte- ya no escucha tanto el ruido del volcán. «Es un gran peligro. A mí me da miedo, mucho miedo, porque pensaba que podía llegar a mi casa. A ver si deja ya de hacer daño», expresa el crío. «Hemos estado subiendo a limpiar los tejados y el pequeñito sí venía con nosotros, pero Lenon no quería. Ayer, por fin, subió. Y se puso súper contento de ver que la casa seguía en pie».
Mari tiene ahora otro reto que afrontar. Es tutora de cuarto de Primaria y se incorpora esta semana para preparar la vuelta a las clases, que siguen suspendidas en la zona. La primera asignatura la tienen ahora los docentes: «Hay muchos niños que continúan evacuados o que lo han perdido absolutamente todo. Tenemos que ver cómo están emocionalmente y cómo afrontamos todo eso».
Publicidad
Fernando es maestro itinerante –especialista en inglés- en las escuelas de Fuencaliente y Mazo, dos municipios que están en «semáforo rojo» –gradación que se utiliza en Canarias para determinar el nivel de alerta volcánica- , aunque allí no se han suspendido las clases. «Los críos llevan peor no poder salir al recreo o a hacer deporte, porque en estos momentos no es recomendable hacer actividades al aire libre. Esa parte la llevan un poquito peor. Hay que entender que son dos semanas ya conviviendo con la ceniza y con el rugido del volcán», relata.
Las preguntas se concentran a primera hora. «Llegan a clase comentando alguna noticia que han escuchado en la radio. Si preguntan, les contestamos, aunque intentamos sacarles el tema lo menos posible. A medida que avanza el día, se meten en su rutina y se abstraen. Los niños tienen un poder de adaptación que los adultos no tenemos», dice Fernando.
Publicidad
Omar Simón (42) y Sara (38) también salieron con lo puesto y tirando de tres enanos de uno (Camila), tres (Piero) y cuatro años (Bruno). A ellos no tuvo que desalojarlos la Guardia Civil: lo hizo el famoso «enjambre sísmico» que sentían bajo sus pies y que las noticias ubicaban justo detrás de su domicilio, que está en Jedey. «Una semana antes empezamos a sentir el meneíto de la casa. La hermana de Omar, que vive en El Paraíso (paradójicamente, el epicentro del infierno de esta crisis volcánica), nos llamó para decirnos que había notado temblores por la noche y por la mañana (la del 19) muy seguiditos. Ahí decidí prepararlo todo».
Más información:
Antonio Paniagua
Álex Sánchez Óscar Chamorro
Sara pensó que sería cosa de «tres o cuatro días» y sólo echó mudas para los niños. «No cogimos juguetes porque no pensé que iba a ser tan largo», cuenta ella. «Decidimos salir temprano –interviene Omar Simón- y venirnos a casa de mis suegros. A Bruno (el mayor) traté de explicarle lo que pasaba». La mañana del domingo 19, dejaron la vivienda que construyeron en 2008 en un terreno que él heredó de su padre. «Me da penilla porque el mayor me dice todas las noches que quiere volver a su casa», dice Sara.
Publicidad
Los padres viven en Argual, en Los Llanos, así que se dirigieron hacia esa zona. «Estábamos dando un paseo cuando reventó. Sólo llevábamos tres horas fuera de casa. No sabíamos dónde había sido, así que recuerdo que metimos a los niños corriendo en el coche y salimos a la carretera. Cuando me situé, vi que iba [la lava] hacia El Paraíso». A Omar se le eriza la piel. «Mi hermana, la mayor [precisamente la que los avisó] lo perdió todo. El volcán se llevó su casa». La suya aún continúa en pie, pero no volverán hasta que el Cumbre Vieja se lo permita. Aunque Sara, después de esto, ya se plantea incluso dejar atrás sus raíces e irse a vivir fuera de la isla. «Cuando tienes hijos, todo se ve de otra forma», sentencia.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
25 artistas para descubrir y disfrutar en 2025
El Diario Montañés
La proteína clave para la pérdida de grasa
El Comercio
Publicidad
Te puede interesar
25 artistas para descubrir y disfrutar en 2025
El Diario Montañés
La proteína clave para la pérdida de grasa
El Comercio
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.