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Los tanques que contienen una mezcla de isótopos radiactivos en Fukushima. Ken Buesseler / Instituto Oceanográfico de Woods Hole
El gran riesgo oculto de Fukushima diez años después

El gran riesgo oculto de Fukushima diez años después

Los mares que rodean la central nuclear japonesa tienen menos radiación pero ahora el peligro está en el agua contaminada de mil enormes tanques saturados

Viernes, 7 de agosto 2020, 00:12

Hace diez años, después del terremoto vino el tsunami. La gigantesca ola que arrasó la costa japonesa chocó contra la planta de energía nuclear de Fukushima. La radioactividad desencadenada después del impacto se mezcló con las aguas del océano. Actualmente los niveles de radiación en ... las aguas que circundan la planta atómica han disminuido hasta llegar a un límite 'seguro' excepto en una zona inmediata todavía restringida, según una investigación del Instituto Oceanográfico de Woods Hole, una institución fundada en 1930 bajo la tutela de la Academia de las Ciencias norteamericana.

Sin embargo, todavía existe un gran riego oculto en Fukushima. La amenaza está en unos mil grandes tanques repletos de aguas residuales contaminadas, aunque tratadas. Instalados en los mismos terrenos de la planta de Fukushima, sus responsables han sugerido vaciarlos en el océano para liberar espacio y poder almacenar nuevos desperdicios líquidos. Estos sobrantes de la limpieza atómica representan un «nuevo peligro que crece cada día» debido a su gran cantidad de elementos radiactivos, afirma Ken Buesseler, científico del Instituto Oceanográfico de Woods Hole y autor del estudio publicado en la revista 'Science'. «Hay bastantes contaminantes radiactivos en esos tanques, algunos que no se vieron en grandes cantidades en 2011, y que no actúan de la misma manera».

¿A dónde va la radiación vertida en el océano? ¿Dejan de ser un riesgo para la vida una vez que se disuelven? «En efecto, los niveles radiactivos del elemento más abundante, el tritio, disminuyen a medida que se mezclan con las corrientes oceánicas que los dispersan», responde Buesseler a este periódico, quien durante los últimos nueve años ha constatado la disminución de radiación en las muestras del sedimento, peces y otra fauna del Pacífico. «Por lo tanto, son menos peligrosos a medida que se alejan del sitio de liberación, pero otros contaminantes presentes en las aguas residuales son absorbidos más fácilmente por la vida marina. Ese comportamiento diferente debe ser evaluado para determinar las consecuencias de liberar el agua contaminada de los tanques».

La descontaminación de Fukushima ha concentrado elementos radiactivos más dañinos para los seres vivos

Después del tsunami de Tohoku-oki y de la clausura de la central de Fukushima comenzaron los trabajos de descontaminación de los reactores y el resto de las instalaciones. Con unas 200 toneladas métricas diarias de agua se han sostenido complejos procesos de limpieza. Una vez recogidos los elementos radiactivos, entremezclados con agua, se han guardado en los tanques que ahora empiezan a saturarse.

Reactores y contaminantes

En 2018 se descubrió en esa masa acuosa la presencia de isótopos más duraderos, y por tanto, dañinos, como el carbono-14, el cobalto-60 y el estroncio-90. «Emiten formas de radiación más peligrosas y se acumulan en los sedimentos y en la vida marina con mayor facilidad que el tritio», aseguran los científicos. «Son potencialmente peligrosos para los seres humanos y el medio ambiente durante mucho más tiempo».

¿Se puede extrapolar el caso de Fukushima a otras centrales nucleares, como las españolas? «Las plantas de energía nuclear tienen muchos diseños diferentes y la forma en que se produde un accidente determina la contaminación que se libera», contesta Buesseler. «Por ejemplo, Chernobyl fue un evento más 'explosivo', con una mayor expansión del material del núcleo del reactor, mientras que Fukushima produjo principalmente una liberación de gases y contaminantes volátiles, generando una temperatura más alta pero explosiones más pequeñas. Todos los reactores tendrían algunos de estos mismos contaminantes radiactivos, pero en cantidades relativas diferentes, dependiendo del diseño del reactor y la causa de la liberación».

En el caso de los tanques de la central japonesa, aunque su liberación de golpe podría resultar catastrófica para el medio ambiente, no llegaría a los niveles de una fuga atómica o de una explosión de los reactores. «No es la misma mezcla de contaminantes que lanzó la central en 2011, pero la salud del océano y el sustento de innumerables personas dependen de que esto se haga correctamente», advierte Buesseler. «Es un problema difícil, pero tiene solución». Ayudados por la corriente de Kuroshio, que transcurre frente a la costa de Japón, los isótopos liberados tras la catástrofe, como el cesio-134 y el cesio-137, han llegado incluso a las costas de América.

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