La gran familia de los bomberos de Burgos crece

Las primeras veces nunca han sido fáciles. Quién no recuerda (o le recuerdan) su primer día en el colegio, su primer beso o su primer día en algunos de sus trabajos. Claro está que unos se recuerdan con más cariño que otros, porque el final ha podido ser más o menos exitoso. Pero a pesar de todo, un nuevo comienzo no deja de hacer sentir esos nervios en la boca del estómago.

Precisamente los protagonistas de este reportaje se encuentran en estos primeros momentos. Lo están viviendo en primera persona. Jorge Martínez, Nacho Contreras y José Saldaña están viviendo sus primeras veces en el Cuerpo de Bomberos de Burgos. Estos jóvenes son tres de las once nuevas incorporaciones que se hicieron efectivas desde el pasado 1 de agosto (todos entre los 24 y los 34 años).

Cada día para ellos, durante este mes de agosto, es de aprendizaje y adaptación a esta dura labor que han escogido. En sus mochilas, no olvidan llevar muchas ganas ahora que, por fin, han conseguido algo que siempre soñaron con intentar.

Y es que, el duro proceso de las oposciones, en esta ocasión tuvo final feliz, pero no fue así en 2017. Hecho que, que sin duda, demuestra la exigencia de las pruebas a las que son sometidos durante tres (largos) meses. Jorge afirma, sin dudar, que el periodo de pruebas ha sido «los peores meses de su vida». Una vida que durante los tres años que aproximadamente tardaron en preparar la oposcición se ha visto condicionada. «Es necesaria la constancia y el entrenamiento, siempre tienes el tema en el pensamiento». Además, para dar el paso definitivo hacia su objetivo dejaron sus anteriores trabajos como ingeniero agrónomo, técnico de prevención o policía local.

La ausencia de convocatorias en nuestra ciudad fue la causa para no dar el paso con anterioridad. Una vez llegado el momento de los exámenes también señalan la dureza del proceso. «Es largo, son pruebas muy diferentes y desconoces las fechas, a veces te preguntas si merece la pena tanto sufrimiento», reflexiona José.

Pruebas teóricas, examen de legislación, exámenes psicotécnicos, pruebas de oficios, vértigo y claustrofobia son las fases que han tenido que superar para llegar hasta el puesto que ocupan ahora. Finalmente, once seleccionados, tres plazas desiertas de un total de 122 opositores. Lo que ha dejado el Cuerpo con un 95 plazas cubiertas, de las 125 que serían las ideales en Intervención.

Una vez dentro del cuerpo, con la meta cumplida, aseguran que el sacrficio ha valido la pena. De estos primeros momentos, destacan una sensación por encima del resto: compañerismo. Reconocen entre risas la existencia de 'novatadas' que no se atreven a confesar. «Vivimos un gran recibimiento, hay muchas ganas de enseñarte, somos como una gran familia», explica Nacho.

Y es que los consejos por parte de los veteranos se suceden durante estos días. «Nos recomiendan calma, templanza, no actuar por impulsos, tener un esquema mental antes de actuar y tener un plan b». La realidad es que sus guardias de 24 horas les sirven como formación, tanto con las prácticas como a la hora de ponerse al día de todas las novedades y actualizaciones que les puden ser útiles para su trabajo.

Aún les queda una primera vez, que esperan «con nervios controlados» pero para la que se sienten absolutamente preparados gracias al trabajo previo realizado: una primera gran intervención. Conscientes del riesgo de su nueva profesión, lo asumen y no piensan en el peligro todo el día. Por ello, llegan a su primer gran momento como bomberos sin nada de miedo, pero sí mucha responsabilidad por hacerlo todo bien y sentirse realizados.

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