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«Ahora mismo hay una oportunidad para las empresas de inserción». Miguel Santos, director de la Fundación Lesmes, se refiere a que por primera vez la Junta va a poder recibir fondos del Gobierno central para estos fines. Hasta ahora, solo se manejaban fondos propios. ... Y representa una oportunidad porque podrá haber nuevos recursos para inversiones en las empresa de inversión. «El apoyo de las administraciones siempre lo hemos tenido y estoy convencido de que no va a cambiar. Es más, creo que se va a consolidar».
Y es que van aumentado los contratos reservados, con cláusulas sociales en las administraciones. «No estamos hablando de desplazar a nadie», matiza Santos. Las empresas de inserción copan pequeñas cuotas de mercado, nunca suponen una competencia desleal a empresas privadas, pero cumplen unos fines sociales y de inserción laboral inabarcables para el sistema público. Se ocupan de personas con menor empleabilidad y las forman para reinsertarlas en la mercado laboral. «No capitalizan ese esfuerzo», como sí ocurre en el ámbito privado. Ni se busca la productividad.
De ahí que requieran del apoyo de las instituciones para ser sostenibles. Y un apoyo en dos vertientes, matiza Santos. Por un lado, las subvenciones, que ayudan a sufragar gastos como el personal que se contrata para formación. Por otro, la contratación de servicios. «El mejor apoyo que pueden darnos es ser nuestro cliente». La Fundación Lesmes se sostiene, al 52%, con fondos propios derivados de la facturación de sus empresas de inserción (2,9 millones de euros en 2021). El 42% restante son ayudas, pero también contratos públicos. Es decir, es prácticamente autosostenible.
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Santos recuerda que el origen de la Fundación Lesmes está en una empresa de inserción, fórmula innovadora por aquel entonces. Trabajaban en el CEIS (centro de integración social) y eran conscientes de que había que trabajar con las personas en exclusión en la esfera laboral. Presentaron a Europa un proyecto para crear un centro de formación y pensaron en exportar la lavadora del CEIS, que se usaba para el centro y Cáritas, a una empresa de inserción. Consiguieron la ayuda empresarial y, al buscar la fórmula jurídica para arrancar el proyecto, optaron por la fundación.
Así, los quince trabajadores el proyecto se convirtieron en en fundadores de la entidad social. Crearon el centro de formación, que está actualmente en la Barriada San Juan Bautista, y pusieron en marcha la lavandería industrial. A partir de ese momento, el año 1996, empezaron a llegar nuevos proyectos. El Ayuntamiento de Burgos les encargó el programa de realojo. Luego, arrancaron los puntos limpios. A continuación llegó el programa de familias…
Ahora mismo, la Fundación Lesmes trabaja en tres líneas de actuación, cuenta con 230 empleados (la mitad de inserción), tiene seis las empresas de inserción y, de su actividad, se beneficiaron el pasado año más de 3.300 personas..
La más grande es la lavandería, en la que pueden llegar a trabajar hasta 30 personas en temporada alta. Se dedica a residencias, hoteles y hostelería, recuerda el director de la fundación. Luego tienen una pequeña empresa de reformas, que es la que se ha encargado del contrato municipal de mantenimiento se los bancos de la ciudad y parte del mobiliario urbano y parques municipales. La empresa de limpieza trabaja para la Fundación Caja de Burgos, que le ha encargado la limpieza de todos sus centros, en la capital y la provincia.
Luego está la empresa de medio ambiente, la que más «ilusión» les hace. Con ella gestionan los puntos limpios, que crearon en 2001. Han sumado el pasado año el punto limpio móvil. Y, ahora, acaban de poner en marcha un proyecto de reutilización y reciclaje de enseres voluminosos y electrodomésticos, junto con el Banco de Alimentos. También acaban de ampliar ahora el servicio de cafetería-restaurante, que presenta en los centros de día de la Gerencia de Servicios Sociales de la Carretera Poza, Río Vena y El Carmen, en los que trabajan entre 12 y 15 personas.
Y «la guinda» la pone la fábrica de morcillas, una empresa muy especial para la Fundación Lesmes pues se dedica a la producción, distribución y venta de un producto. El resto prestan servicios, que es lo habitual para las empresa de inserción. Sin embargo, demuestra que «cualquier excusa es buena para crear empleo». Eso sí, Miguel Santos reconoce que «la expectativa no se ha cumplido en cuanto a acceso al mercado». Les está costando mucho encontrar distribuidores, pues hacen una morcilla «muy artesanal» y no son competitivos.
De este modo, las empresas de inserción de la Fundación Lesmes dan trabajo directo a entorno un centenar de personas a lo largo de todo el año. Sin embargo, el número de beneficiarios de la labor que realiza la entidad se eleva a 3.000. Y es que solo por el centro de formación y empleo de la Barrida San Juan Bautista, donde organizan entre 30 y 40 cursos anuales, destinados principalmente a personas con dificultades laborales o sociales, con varias especializaciones homologadas, pasaron en 2021 unas 1.000 personas.
Luego están los programas de inserción social, capitaneados por el CEIS, que siguen gestionando a través de un convenio con el Ayuntamiento para atender a personas sin hogar. También se ocupan del Programa Dual de realojo, centrado ahora en el desmantelamiento del poblado chabolista de El Encuentro («una situación insostenible, de exclusión social durísima a la puerta de casa, lamenta Santos»). El programa de apoyo a familias con menores en riesgo, los equipos de inclusión social (EDI) junto con Aspanias y el servicio de urgencias sociales completan la actividad de la fundación.
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