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«Puede ser un verano trágico». Bartolomé Vargas, el fiscal jefe de Seguridad Vial, es rotundo a la hora de exteriorizar sus temores. La conjunción de un «crecimiento exponencial» de la conducción temeraria desde que terminó el confinamiento con un desmesurado aumento de las muertes ... en carretera en las primeras semanas de la operación verano, explica, «han hecho saltar las alarmas» de esta fiscalía especial.
Vargas, poco dado a las medias tintas, ha tomado dos decisiones drásticas para tratar de evitar la tragedia. La primera, la más rotunda, es un auténtico toque de atención para las distintas policías responsables de la seguridad vial. La segunda, un llamamiento explícito e inédito a toda la población para que se comprometa y denuncie a cualquier conductor que se cruce por la carretera y que vaya poniendo en peligro su vida y la de los demás.
El tirón de orejas a los agentes y a sus jefes tiene forma de oficio. El escrito les reclama que realicen un mayor número de controles tanto de velocidad como de alcohol y drogas, por ser la mejor forma de interceptar a tiempo a los conductores temerarios. Vargas desvela que en 2020 estos controles cayeron un 50% (una escasez nunca vista) y que la mayor parte de los infractores solo fueron descubiertos cuando ya protagonizaron accidentes o delitos flagrantes. El fiscal jefe piensa que la ausencia de controles favorece la «impunidad» de estos delincuentes.
Vargas también requiere a las distintas policías de tráfico para que investiguen «con mayor profundidad» estos comportamientos temerarios y se esfuercen en que lleguen a los juzgados, para que tengan su castigo penal. A cambio, promete que tendrá movilizada toda la fiscalía especial en agosto para resolver cualquier duda de los agentes y ayudarles en los casos más graves.
Su segunda medida, hasta ahora nunca utilizada, es un «llamamiento a la colaboración de toda la población», para que, en cuanto vean un acto de conducción temeraria, no se lo piensen, tomen la matrícula y lo denuncien de inmediato. Ante un hostigamiento al coche de delante, un adelantamiento indebido continuado y a alta velocidad, circulaciones en sentido contrario o maniobras que pongan en peligro a peatones, «paren el coche un momento y llamen», pidió.
Lo que el fiscal define como «una plaga de temeridad en la conducción a raíz de la pandemia» no parece ser una exageración a la vista de los datos sobre procesos judiciales abiertos y condenas por delitos de tráfico del año pasado. Pese a los tres meses de encierro, los procesados por velocidad excesiva aumentaron un 76%. Y cuando se habla de delito de velocidad excesiva no se trata de pisar un poco de más el acelerador sino de ir como un misil. Se produce cuando se va a 60 kilómetros por encima de lo que fija la señal en vía urbana y a 80 por arriba en carreteras.
El delito propiamente dicho de conducción temeraria (maniobras arriesgadas en las que se juega con la salud y la vida de otros) se repite también con demasiada frecuencia. Los conductores que terminaron en 2020 ante un juez por estos hostigamientos, adelantamientos de riesgo y similares fueron un 52% y las condenas dictadas por estas infracciones se acercaron a las 1.500, con un 68% de aumento.
El tercer gran delito de temeridad al volante, el que castiga con penas de prisión a quienes conducen con manifiesto desprecio de la vida ajena, también está en máximos. Fueron interrogados por los jueces por irresponsabilidades como conducir en el sentido contrario de la circulación de la vía casi 300 españoles, lo que representa un 43% más que un año antes. Los únicos procesos penales contra la seguridad del tráfico en los que se desplomaron las cifras en 2020 fueron los vinculados al consumo de alcohol y drogas, debido justamente, destaca el fiscal, a la inédita escasez de controles.
Semejante ola de irresponsabilidad colectiva al volante, para la que Vargas reconoce no tener explicación más allá de la proliferación de la temeridad, se ha sentido en los patios de las cárceles. Si en 2019 eran 848 los presos por delitos contra la seguridad vial y en diciembre pasado llegaban a 872, ahora rozan los mil (970). Cien más en solo siete meses, un aumento del 11%.
El fiscal jefe teme la tragedia y pide la colaboración de todos porque su experiencia le dice que semejantes olas de temeridad al volante se traducen más pronto que tarde en notables aumentos de los siniestros y los muertos. De hecho, ya se está notando. En junio fallecieron 116 españoles en las carreteras, 38 más que el mismo mes de 2019, lo que significa un aumento del 49%.
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