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José Gómez colocó carteles y otros elementos para evitar aglomeraciones y contacto en su churrería. BC

Los feriantes burgaleses lamentan que las instituciones se han olvidado de su sector

José Gómez, de la Churrería Burgalesa, explica que ha estado 75 días sin trabajar y este verano también se ha perdido |Sienten que otros sectores han sido escuchados y han tenido desescalada pero no ha sido así con ellos

Lunes, 31 de agosto 2020, 19:44

A José Gomez, propietario de la Churrería Burgalesa, le pilló la pandemia de la covid-19 con su puesto instalado en el aparcamiento que hay en las inmediaciones del Alcampo en la capital burgalesa. Allí vende churros y otras delicias de otoño a primavera, durante ... el verano recorre los pueblos de la provincia de fiesta en fiesta, de feria en feria. Pero este año nada ha sido como se esperaba, algo habitual en todos los sectores económicos y gremios afectados por la covid. La diferencia con los feriantes es que, en su caso, en la provincia nadie se ha reunido con ellos, nadie les ha escuchado ni les ha dicho, al menos, que les intentarán ayudar.

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Desde que se declaró el estado de alarma ha estado 75 días sin trabajar. Además, el verano sin fiestas de pueblos, sin ferias, lo que ha conllevado es que la sequía económica se ha alargado. El Ayuntamiento les permitió, ya que habían estado 75 cerrados, quitar el puesto 75 días más tarde. En lugar de acabar en mayo ha cerrado a mediados de agosto. «Pero en esta época, en Burgos, no se vende. No es lo mismo estar en Burgos instalados en verano que en las fiestas de pueblos. Aquí funciona en invierno. Desde el mes de mayo se puede decir que no hemos tenido ingresos. Los pagos siguen llegando, hipotecas, créditos, seguros...», explica José.

Antes recorría toda España de feria en feria pero este verano «no ha habido nada en ningún sitio», asegura este churrero burgalés. Explica también la difícil situación que están viviendo otros trabajadores de su sector, «mis compañeros están la mayoría desde el mes de octubre de 2019 parados, sin ningún ingreso, porque mucha gente se dedica a trabajar en ferias y para mediados de octubre estos eventos suelen terminar».

Desde mediados del mes de octubre los feriantes guardan los puestos y barracas y se dedican a reparar las atracciones para volver a salir a finales de marzo o primeros del mes de abril. Por lo tanto, este sector lleva parado desde octubre de 2019. Aunque la evolución de la pandemia mejorase, este invierno tampoco tendrían muchos ingresos y hasta marzo de 2021 no volverían a salir. «Mi negocio es una churrería y admite ponerse en la ciudad para vender pero un carrusel de niños es imposible colocarlo durante todo el invierno», ejemplifica José.

Este actual churrero lleva 10 años con este negocio pero anteriormente regentó la Tómbola Marcos. Pero hace una década decidió cambiar el negocio. Es la tercera generación de su familia dedicada a la feria y reconoce que no había visto una temporada tan mala. «Hemos tenido años malos, en los que te cuesta más llegar. Recuerdo la crisis económica de 2008 pero algo como esto nunca lo había vivido, es que no podemos trabajar», apunta.

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Gremio ignorado

Lo que lamenta este churrero burgalés es que se sienten indiferentes. «La única ayuda que hemos tenido ha sido que nos dejaran ampliar la apertura en función de los días que hemos estado cerrados en Burgos. Mi permiso se acababa en mayo y me lo han ampliado. Pero no es que me hayan regalado nada, son días que ya había pagado. No figuramos en ningún lado, somos vecinos, pagamos nuestros impuestos, somos un ciudadano más que contribuimos con la ciudad y nos sentimos ignorados», reconoce con decepción.

José reconoce que sienten que «el Gobierno se ha acordado de todo el mundo menos de los feriantes. Todos los sectores han tenido su desescalada, su protocolo pero la feria no existe para ellos». Su churrería está muy vinculada a la instalación de ferias pero lamenta que no dejen instalar ferias grandes pero los parques de atracciones sí estén abiertos. Proponen un control de aforo a la entrada, la limpieza continua y desinfección de las atracciones, guardar la distancia en la cola, mascarilla y gel hidroalcohólico cada vez que se accede a una. «La ventaja es que estamos en la calle, donde el riesgo es menor que en un espacio cerrado», apunta.

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«Sentimos que nadie se ha acordado de nosotros y conllevamos muchos puestos de trabajo», explica José. Hay que tener en cuenta que estos trabajos suelen ser familiares, es decir, de un mismo puesto depende toda una familia. En otros casos puede que un miembro de la familia entre en ERTE o pierda su empleo pero igual entra otra nómina, «en nuestro caso toda la familia depende de un mismo negocio, todo el núcleo familiar queda sin trabajo».

Un ejemplo de cómo está la situación actual es que José y su familia han 'disfrutado' de unas vacaciones en verano, «raro es el feriante que tiene vacaciones en verano», puntualiza José, «estas épocas son para trabajar», así que disfrutan de unas vacaciones con un manto amargo porque saben que disfrutarlas quiere decir que no pueden trabajar.

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La Churrería Burgalesa se instala en el aparcamiento del Alcampo en la capital burgalesa. BC

Movilización en Valladolid

José Gómez apunta que el sector de los feriantes ya se manifestó a las puertas del Congreso pero no fueron escuchados ni nadie les ha solicitado una reunión. El 1 de septiembre se manifestarán en Valladolid convocados por la Asociación de Industriales Feriantes.

Confían en que desde el Gobierno autonómico les escuchen y busquen apoyo para un sector que lleva meses sin ingresos. Salir del estado de alarma, la apertura de la economía no ha tenido consecuencias para ellos.

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