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HÉCTOR BARBOTTA
Málaga
Viernes, 19 de junio 2020, 16:52
Se llamaba René Alphonse van der Berghe, pero todo el mundo lo conocía como Erik el Belga. Durante buena parte del siglo pasado ganó celebridad como falsificador y ladrón de obras de arte, pero la última etapa de su vida, tras saldar sus ... cuentas con la justicia, la dedicó a poner su talento a obras benéficas, la mayor parte en favor de instituciones de la Iglesia Católica. Vivía en Málaga. Este este viernes ha fallecido en el Hospital Clínico de la ciudad andaluza a los 81 años víctima de un infarto tras complicaciones de la diabetes que padecía desde hace años, según ha confirmado al diario 'SUR' su viuda, la abogada Nuria Gutiérrez de Madariaga.
Erik el Belga cobró gran celebridad a partir de los años setenta del siglo pasado primero como ladrón y después como falsificador de obras de arte, actividad que lo llevó a prisión en tres ocasiones. Su vida, que reflejó en la obra autobiográfica 'Por amor al arte', tiene ribetes cinematográficos.
A temprana edad se enroló en el ejército de su país, donde conoció a un compañero de origen español de quien aprendió el idioma. Al salir se inició como ladrón de arte a los 25 años, tras probar suerte como anticuario. Se cuenta que sus clientes le pedían obras que no tenía, pero que sabían dónde hallarlas. Le informaban de dónde estaban y Erik se hacía con ellas. Algunas estaban en muy mal estado de conservación, por lo que él mismo aprendió a restaurarlas de manera autodidacta.
Así fue como descubrió otro de sus grandes talentos, el de falsificador. Su carrera dio así un nuevo salto. Comenzó a robar obras de medio centenar de museos de todo el mundo, que reemplazaba por falsificaciones realizadas por el mismo. Tenían tanta calidad que se cuenta que muchas de sus víctimas no llegaron nunca a percatarse de las sustracciones y que hay museos que aún exhiben copias realizadas por Erik el belga desconociendo que los originales ya no están en su poder.
Así fue como se convirtió en el ladrón de arte más celebre de su época, actividad que justificaba en que quienes compraban las piezas robadas guardaban más apego a esas obras que quienes las tenían mal conservadas y peor custodiadas.
Apasionado por el arte español, especialmente por las vírgenes góticas, encontró en este país el mejor ejemplo de arte de incalculable valor pésimamente cuidado. Su primera detención fue en Soria, en los años sesenta, cuando intentaba robar en una iglesia de El Burgo de Osma. Años después lo detuvieron Bélgica, pero consiguió escapar y volver a España, de donde ya no se iría. Se especializó en saquear el patrimonio artístico de pequeñas iglesias en áreas rurales de Cataluña, Aragón y Castilla y León en el menos cuatro decenas de robos.
La tercera detención, en 1982, fue tras entregarse voluntariamente. Estaba dispuesto a dejar la vida clandestina y acabar con la zozobra de una huida permanente. Con los escasos delitos que le pudieron probar pasó tres años en la cárcel modelo de Barcelona. Ayudó su decisión de devolver buena parte de lo robado, unas 1.500 piezas que al reintegrarlas a sus legítimos dueños estaban en mejor estado que antes del robo. Él mismo las había restaurado.
Con el tiempo, su relación con el arte cambió sustancialmente. Dejó de falsificar para pintar él mismo sus propias obras. Se reveló como un artista eximio, apasionado por el gótico.
Posiblemente en parte para remedar su acciones anteriores, en parte por la fe que profesaba, tuvo una intensa actividad benéfica. Donó una colección de cuadros al municipio granadino de Cúllar y otra a las Hermanas del Buen Samaritano de Nerja, que la subastaron para construir una residencia.
Aunque no pertenecía al Opus Dei era muy devoto de José María Escrivá de Balaguer. Su director espiritual, Manuel Cervás, pertenecía a esta organización de la Iglesia católica, a la que donó un retablo tallado por él mismo.
Pese a la diabetes que sufría, que le había afectado a la vista, siguió dibujando hasta el final. Su último deseo ha sido que sus restos descansen en el cementerio de El Palo, barrio al que se sentía muy unido.
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