Arnau Folch, investigador en el Instituto de Geociencias de Barcelona CSIC, niega el mito de que los volcanes, incluido el de Cumbre Vieja, sean impredecibles. A su entender, la erupción del volcán palmero es un fenómeno «de manual» que no ha deparado sorpresas a los ... científicos. Pese a los daños causados, Folch insiste en que desde el punto de vista geológico, la erupción ha sido hasta ahora modesta.
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–¿Todos los volcanes son siempre tan impredecibles como el de La Palma?
–No estoy muy de acuerdo en que sea impredecible. La erupción de La Palma es de manual. No podemos augurar lo que va a pasar en cada momento, pero el hecho de que se comporte como lo está haciendo era bastante predecible.
–¿En qué acertaron?
–Era de esperar que el volcán de La Palma emitiera coladas de lava que durasen varias semanas, que arrojara pequeñas columnas de emisión de gas, que la erupción fuera bastante moderada. Otra cosa es que no estemos en condiciones de predecir por dónde va a bajar la lava. También es verdad que este volcán está alternando distintos tipos de lava, pasa de fases efusivas a otras más explosivas. Es difícil prever cuánto va a durar.
–¿Se sabe algo sobre el estado del magma?
–Como no podemos acceder a 15 o 20 kilómetros de profundidad, hemos de inferir lo que está pasando a través de la observación de la deformación del terreno, la expulsión de gases y la magnitud de los temblores, lo cual no es fácil. No es sencillo saber el volumen de magma disponible ni estimar cuándo se va a agotar. La sobrepresión del sistema en el fondo es lo que de alguna manera regula la erupción.
–¿Cómo describiría este volcán?
Es una erupción estromboliana, caracterizada por coladas efusivas de lava y una pequeña explosividad. Es muy moderado el componente explosivo, que está determinado por la cantidad de gases. En los volcanes verdaderamente explosivos, la columna puede llegar a 40 kilómetros.
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–¿Está la ciencia en condiciones de predecir cuándo entrará en erupción un volcán?
–Depende. Si la pregunta es sobre el día y la hora exacta, no. Pero sabemos que el volcán de La Palma tiene unos periodos de recurrencia de decenas de años. Seguirá habiendo erupciones, pero ignoramos si van a ocurrir dentro de 30 o 60 años.
–Hablamos mucho de los volcanes y su cono, pero la mayoría de las erupciones son submarinas.
–Sí, lo que ocurre es ni nos enteramos. De hecho, en Canarias, antes de que afloraran las islas, hubo una gran cantidad de erupciones submarinas que fueron creando todo el edificio de las islas, hasta que estas acabaron emergiendo.
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–Desde un punto de vista material la erupción ha sido muy destructiva. Pero, ¿su magnitud es grande desde un punto de vista científico?
–La erupción es pequeña o moderada, con un índice de explosividad volcánica de dos en una escala de cero a diez, si bien nunca ha habido una erupción que supere el valor ocho. Ahora bien, ¡cuéntale esto a quien ha visto cómo la lava ha destruido su casa! La erupción ha ocurrido en una zona densamente poblada, con muchas infraestructuras, viviendas y cultivos.
–¿Las erupciones en la isla acontecen porque Canarias está en el límite de las placas tectónica o porque es un llamado punto caliente, donde no hay contacto entre aquellas?
–Hay bastante controversia científica al respecto. Se da la combinación de las dos cosas. Canarias es un punto caliente, un 'hot pot'. Eso sí, su configuración tectónica es más complicada que la de Hawái.
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–Ahora parece que la lava es más fluida. ¿Eso la hace menos explosiva?
–Sí, que la lava sea fluida la hace menos explosiva. La viscosidad depende de la composición química y la cantidad de gas que hay en el magma. Estamos viendo que hay bastante alternancia entre lavas fluidas y otras más densas, lo cual se deba posiblemente a que proceden de distintos reservorios.
-¿Es posible que en el volcán de La Palma se produzcan flujos piroclásticos?
No, ni ha ocurrido ni ocurrirá. Solo se dan en volcanes muy explosivos, donde se generan columnas con emisiones de gases muy calientes y partículas en suspensión. Si eso colapsa se genera lo que se llama un flujo piroclástico, que tiene más densidad que el aire y que se desplaza a ras del suelo. Puede viajar a 20, 200 o 300 kilómetros por hora. Cuando se producen, arrasan en cuestión de segundos una zona.
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