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El problema más grave de todos es «el botón nuclear», sostiene José María Bermúdez de Castro, madrileño nacido en 1952, paleontropólogo y biólogo, codirector e investigador principal de los yacimientos de Atapuerca (Burgos), Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica en 1997, y nuevo ocupante ... de la silla K de la Real Academia Española (RAE). Sus ensayos y maneras de divulgar la ciencia son una delicia. Primer director del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, 'Dioses y mendigos. La gran odisea de la evolución humana' es su publicación más reciente. Suya es la fortuna de haber protagonizado una carrera apasionante. Y en ella sigue: curioso, apasionado y no tan distinto del niño que fue.
- ¿En plena invasión de Ucrania, qué piensa usted de nuestra especie en estos momentos?
- Lo que llevo pensando desde hace ya algunos años: no tenemos remedio, y ahora mismo, además, es que estamos en uno de los posibles peores escenarios que se pueden contemplar para el futuro. Estamos pasando la pandemia, pero yo decía, bueno, es un accidente que estamos teniendo nuestra especie por razones obvias: porque somos muchos, estamos muy juntos..., pero vamos a sobrevivir a ella, igual que sobreviviremos a otras sin ningún problema. La especie seguirá adelante a pesar de las pandemias.
- ¿Y el cambio climático?
- Con respecto al cambio climático, y a todos los problemas que estamos generando, también es cierto que es un tema muy complicado. Del tema del cambio climático somos culpables, de alguna manera, pero no éramos conscientes hace cuarenta o cincuenta años de que llegaríamos a esta situación y ni siquiera se hablaba de ello. Nuestra tecnología ha ido tan deprisa, tan deprisa, que no hemos reparado en lo que podría pasar y nos hemos dado cuenta muy tarde ya. Pero quiero ser optimista y pienso que todavía estamos a tiempo de cambiar las cosas en este terreno. De hecho, hay un movimiento general en el planeta consciente de que hemos de variar hábitos y modelos, y todo eso yo creo que se va a conseguir con un gran esfuerzo, tanto económico como en vidas humanas, porque el cambio climático va a avanzar muy deprisa y esto puede tener unas repercusiones importantes. Pero también en este caso creo que la especie saldría adelante. A mí lo que realmente me preocupa es el botón nuclear, este es realmente el problema más grave. Y ahora lo estamos viviendo...
- ¿Cómo lo vive usted?
- Yo estoy asustado, como me imagino que está todo el mundo, porque sabemos que en cualquier momento, como siempre decimos, a alguien se le puede ir la cabeza, como se le está yendo a este señor [Vladimir Putin], y entonces meternos en un lío a nivel global muy gordo, y de esa sí que no saldríamos.
- Dice usted que somos primates con armas de destrucción masiva.
- Así es, primates con armas de destrucción masiva. Seguimos siendo primates, aunque inteligentes y con un cerebro, no solo en cantidad, tres veces más grande que el de los chimpancés o que el de nuestros ancestros, y desde luego bastante más complejo. Pero no dejamos de ser primates, y ahí seguimos con esto de a ver quién es el más chulo de todos. Ahora que estoy viendo lo que ocurre en Ucrania, estoy pensando en que a mí lo que me gustaría es que muchos países del mundo estuvieran gobernados por mujeres, que no tienen testosterona. Nosotros estamos siempre con eso de a ver quién es el más fuerte; no hemos cambiado absolutamente nada, seguimos siendo el que se golpea el pecho y dice 'aquí estoy yo que soy el más macho, el que más puede y el que tiene más capacidad'. Y ya está. Es decir, pienso que no hemos cambiado más que en el hecho de que somos más inteligentes, y por tanto todavía podemos hacer más daño.
- Terrorífico.
- Pues claro, porque a ver, ¿cuántos chimpancés hay en África? Pues unos cuantos. Pero nosotros somos millones. Entre ellos se pelean también, incluso hay canibalismo, pero no son peligrosos ni para el planeta, ni para ellos mismos. Pero nosotros es que hemos crecido muchísimo en inteligencia, en capacidad y demás, y hemos creado una gran cultura, que incluye la música, la literatura, la ciencia, la tecnología..., y de esa tecnología nos estamos valiendo para hacer lo que hemos hecho siempre, que ha sido guerrear. Y esas guerras antes eran a pedradas y ahora pueden ser con bombas atómicas, ese el gran problema. Y eso es lo más triste y dramático que tiene ahora mismo la Humanidad por delante. Porque ya le digo que de la pandemia, que me parece terrible, vamos a salir; y del cambio climático también, porque hay mucha conciencia y se harán cosas muy costosas pero la especie se abrirá camino.
- A veces resulta curioso que nos tengamos por inteligentes.
- La inteligencia es muy difícil de definir... Si hacemos una comparativa, por ejemplo con chimpancés, que no son nada tontos, o con otros primates, obviamente tenemos un cerebro más complejo y por tanto somos más inteligentes, esa palabra que también nos hemos inventado nosotros. Sin duda, sabemos más cosas y si no fuera así no estaríamos llegando a Marte; ahora bien, ¿es suficiente esa inteligencia como para tomar decisiones absolutamente correctas? Es evidente que no es así, y de pronto hay un señor que decide que invade un país. Y hay muchísimas guerras en el planeta. No somos tan listos como parecemos, porque al final terminamos haciendo barbaridades y no aprendemos. Somos inteligentes, pero no tanto como deberíamos ser para que hubiera una situación razonable en el planeta, que no la hay.
- ¿Y esto cambiará?
- No tan fácilmente, y por una razón muy sencilla. La especie humana sigue evolucionando, pero muy despacio. Las mutaciones que se producen en los genes, que son las que nos hacen cambiar y evolucionar en función del medio y demás, se producen muy lentamente, porque tenemos una tasa de mutación que es igual a diez elevado a la menos siete o a la menos nueve, y eso es una tasa bajísima. De cuando en cuando, alguna funciona y cambiamos. Llevamos trescientos mil años en el planeta siendo 'Homo sapiens'. No vamos a cambiar mucho en cuanto a ser más inteligentes, y en cambio la tecnología avanza a pasos agigantados porque dentro de esos 7.800 millones de personas que hay en el mundo, hay algunas muy inteligentes que son capaces de innovar. Y mucha de esa innovación es positiva para la especie; pero también tenemos bombas que podrían matar a millones de personas en muy poco tiempo. Estamos en una situación muy complicada: somos una especie que no es lo suficientemente inteligente, pero que tiene armas de destrucción masiva. Como las utilicemos, pues hasta luego, desaparecemos y se acabó. Aunque la vida se abriría paso, y volverían las bacterias, los virus...
- ¿Qué opina de las redes sociales?
- No me gustan mucho las redes sociales, y mi mujer trabaja en ello [sonríe]. La verdad es que de manera voluntaria no las he querido utilizar. No me interesan. Yo prefiero las relaciones interpersonales. La ventana de mi despacho da a un sitio donde se reúnen muchos chicos, y veo que no hablan entre ellos. Se están comunicando con el móvil con personas que están lejos. Ahora nos comunicamos con gente que está muy lejos, pero no con la que está muy cerca. Las relaciones personales son muy importantes.
- ¿Y de las palabras bandera, patria, himno, frontera...?
-L a bandera, el himno... son elementos simbólicos. El simbolismo forma parte de nuestra especie y es muy importante. Pero tengamos una cosa clara: lo más importante en una guerra son los recursos. ¿Qué quiere Rusia de Ucrania? Sus recursos: salida al mar, los cereales, el gasoducto, etcétera, etcétera; lo demás son vidas humanas que importan un pepino. Todas las guerras, todas las batallas, han sido por recursos, y lo demás importa poco. Hay gente que aprovecha cualquier situación, por muy dolorosa que sea para otros, para sacar un beneficio. Los símbolos nos enardecen, pero lo que importan son los recursos.
- ¿Está apegado a esos símbolos?
-Y o soy un ciudadano del mundo, he estudiado la evolución humana y conozco la Prehistoria y la Historia. Hace un millón de años no había fronteras... Para mí, estudiar un fósil de Francia es lo mismo que estudiar uno de España, no le pongo al español la bandera española. Es un fósil que me habla de cómo ha evolucionado la Humanidad.
- ¿Qué queda en usted del niño que fue?
- Yo soy ahora un poco como era de niño [ríe]. Bastante tímido y muy reflexivo. Me gustaba mucho pensar y me sigue gustando hacerlo.
- ¿Y qué quería ser de mayor?
- Pues no lo sabía, pero sí tenía claro que me interesaba mucho el ser humano. Me han interesado mucho la psicología, la psiquiatría, la medicina..., cualquier ámbito que estuviera relacionado con el ser humano me interesaba. También me ha gustado siempre mucho la naturaleza, y cuando elegí una carrera universitaria me decanté por la Biología y por la Zoología, y también estudié Botánica.
- ¿Dónde y cómo se siente mejor?
- En casa y con la familia, sin duda. Tengo mujer y tres hijas y un hijo. Y he tenido cuatro hermanas y un hermano, o sea que las mujeres siempre han sido mayoría a mi alrededor, y eso es muy bueno. Y una madre muy influyente, que me enseñó mucho, que se licenció en Ciencias Químicas en 1949.
José María Bermúdez de Castro fue presentado para su ingreso en la RAE [en diciembre de 2021] por los académicos José Manuel Sánchez Ron, Carmen Iglesias y Pedro García Barreno.
- ¿Sigue todavía sorprendido?
- [Risas] Me tuvieron que convencer.... Yo lo que tenía en mente es que mi jubilación está cerca, y creo que merezco descansar. Pero también tengo muy clara la importancia de no dejar de ejercitar la mente, de tener actividad intelectual. Es un hecho que si se deteriora nuestra mente también se va viendo afectado nuestro cuerpo. Le reconozco que en un principio pensé, viendo a la gente tan importante que forma parte de la Academia, y que se encargan de cuidar nuestra lengua, '¿qué hago aquí yo?'. Pero, aunque esta última vaya más deprisa, la evolución de la vida y la de la lengua están relacionadas.
- ¿Y se ha adaptado?
-Es cierto que cuando me llamaron muy amablemente para comunicarme lo de la Academia, no daba crédito... Dije que sí porque es como una aventura ya a la vejez, una oportunidad para aprender otras cosas, y para aprender de todos los académicos y académicas que son listísimos y que saben mucho; y si puedo aportar algo, pues con mucho gusto. En el Diccionario de la RAE hay algunas palabras, que son de uso común en ciencias, algunas de las cuales me da la impresión de que están un poquito obsoletas, algo normal porque las cosas van cambiando. Si a eso puedo contribuir, pues genial. Estoy agradecidísimo a las personas que me han presentado e intentaré no defraudar.
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