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El tradicional ascensor social de la sociedad española, el del empleo y la educación, si no se ha roto al menos está muy averiado. Una formación media y un trabajo en la España de hoy ya no garantizan en la mayoría de casos poder romper ... el círculo de la pobreza familiar y salir de una vida de carencias constantes. Así lo certifica un informe de Save the Children en el que radiografía la situación de los casi 1.200 hogares pobres con 2.500 niños a los que ayuda en seis autonomías españolas.
El primer dato que chirría de lo que la ONG ha denominado la «foto de familia» de estos hogares con toda clase de necesidades es que el 51% de los padres (en su mayoría el varón) tienen un empleo remunerado y que en más de la mitad de los casos, en esta ocasión tanto el 53% de los padres como el 55% de las madres, tienen estudios de secundaria. Incluso uno de cada diez de los progenitores son titulados universitarios.
Pese al esfuerzo laboral y de formación, estos hogares, en el 40% de los casos monomarentales y de media con al menos dos menores, no consiguen traspasar el umbral de la pobreza. Lo cierto es que entre este colectivo también hay un 35% de parados, el triple de la media española, y que entre quienes tienen trabajo abunda el subempleo, con condiciones precarias, alta temporalidad y mucho horario a tiempo parcial.
El resultado es que los ingresos familiares medios se mueven en torno a los 1.000 euros mensuales, de los que más de 850 euros, sobre el 84% del presupuesto del hogar, se les van en cubrir como pueden las necesidades familiares de alimentación y en un techo bajo el que vivir. Esto explica sus grandes carencias, sobre todo las de los menores. Un cálculo austero estima que darle una crianza digna a un niño no baja de los 672 euros de media mensual. Dos de cada tres de estos hogares han tenido que disminuir notablemente su consumo debido al daño que ha causado la inflación en su famélica economía.
La foto de familia de Save the Children deja al descubierto los estragos de la pobreza en estos menores, una fuente de problemas y riesgos de salud desde la infancia. La mitad de los niños comen habitualmente cantidades insuficientes de proteínas, frutas y verduras, especialmente de carne y pescado. Este hecho, unido a que consumen más dulces, que desayunan más bollería industrial, que no duermen las horas que necesitan y que abusan de las pantallas digitales por encima de la alta media de los chicos de su edad, explica que al menos la mitad de ellos tengan problemas de sobrepeso. La situación empeora con una vida más sedentaria, excluidos por razones principalmente económicas de las actividades extraescolares y condenados a alternativas de ocio mucho menos saludables y formativas. El cuadro cotidiano de problemas de salud se completa con la residencia en una casas con temperatura inadecuada (frío en invierno y calor en verano) y con malas condiciones de salubridad, con frecuente presencia de humedades y goteras.
Aunque prácticamente la totalidad de estas familias deberían ser beneficiarias del Ingreso Mínimo Vital (IMV), solo el 21% lo perciben pese a que el 46% lo ha solicitado. No obstante, son mayoría los hogares que teniendo las condiciones para obtener la ayuda ni siquiera la han pedido. Suelen coincidir, además, con las familias más extensas y donde abunda la pobreza extrema. La razón son una serie de «barreras» que les resultan insuperables, como el exceso de burocracia, la falta de manejo digital, el idioma, las dificultades de empadronamiento o la lista de espera.
«Tradicionalmente, la educación era la base para que los hijos e hijas de familias con pocos ingresos pudieran salir de la pobreza; nos referíamos a ella como la clave para que funcionara el llamado 'ascensor social'. Sin embargo, desde hace años comprobamos que no funciona como debería. Sin políticas públicas que apuesten decididamente por acabar con las barreras que impiden romper el círculo de la pobreza, seguiremos condenando a niños y niñas a esta situación», asegura Andrés Conde, director general de Save the Children.
Esta políticas correctoras, según la ONG, deberían incluir una simplificación y automatización de la solicitud del IMV con asesoramiento técnico garantizado, plazas gratuitas y con más amplio horario en educación de 0 a 3 años y en actividades extraescolares, así como becas de comedor escolar aseguradas para familias en el umbral de la pobreza. Estas acciones, añaden, deberían ir junto a una mayor cobertura en salud bucodental infantil y una ampliación del parque de vivienda pública.
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