Soldados de la Legión participan en unas maniobras en Ronda EUROPA PRESS

El Ejército no está para complots

Militares en activo no ven riesgo de que calen en las fuerzas armadas las críticas vertidas en una carta al Rey por un grupo de excompañeros nostálgicos del franquismo que fantaseaban en WhatsApp con «fusilar» a 26 millones de españoles

Domingo, 13 de diciembre 2020, 00:27

«Es una pena que ahora estemos en boca de todos por culpa de esos trasnochados». El subteniente José Ignacio Unibaso, secretario general de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), cree resumir el sentimiento generalizado dentro del Ejército después de una agitada semana en ... la que ha corrido como la pólvora el incendiario contenido de un chat de WhatsApp en el que exmilitares de provecta edad, jubilados mayoritariamente hace años, hablaban abiertamente de «un gobierno socialcomunista apoyado por filoetarras e independentistas» y decían entre otras lindezas que «no va a quedar más remedio que fusilar a 26 millones de hijos de puta». Una semana en la que además trasladaron sus 'inquietudes' por carta primero al Rey y luego al Parlamento europeo.

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¿Reflejan esos mensajes el sentir de una parte del Ejército o son el desvarío de un grupo de nostálgicos del régimen franquista? «Las barbaridades volcadas en ese chat no representan más que a sus autores», insiste el subteniente Unibaso, para quien este tipo de «bravuconadas» no favorecen en nada el correcto desempeño de las Fuerzas Armadas. «El Ejército defiende al orden constitucional y a su ciudadanía. No entra en disquisiciones del tipo de si hay dos Españas o las que sean. Nos debemos al Gobierno de turno. Quien quiera oír ruido de sables, mejor que lea libros de Historia».

¿Significa eso que todos piensen igual? «Mire usted, somos 120.000 personas, hombres y mujeres, de distintas clases sociales, procedentes de diferentes comunidades. Claro que no todos piensan igual, pero manifiestan sus opiniones en sus círculos personales. Somos un reflejo de la sociedad y puedes encontrar las mismas sensibilidades que en la vida civil. Pero con una diferencia: todos tenemos la idea única de primar la defensa y el bienestar de las personas».

Es cierto que el Ejército de 2020 no es el mismo en el que entraron en los años 50 y 60 del pasado siglo muchos de los participantes en ese chat - exmiembros de la XIX del Aire- ni el de los 400 exmilitantes firmantes de un posterior manifiesto de apoyo a ellos. En aquellas fuerzas armadas el grueso de la tropa lo formaban jóvenes llamados a filas recién acabado el Bachiller, sin capacidad de elección ni vocación. Sus mandos eran fieles seguidores del régimen de Franco y en esa convicción eran adiestrados. Completamente profesionalizado desde diciembre de 2001, el Ejército actual está formado por un 12,7% de mujeres (en 1991 apenas eran el 0,1%) y sus 120.000 integrantes tienen una edad media de 43 años (uno más que hace una década). También con una significativa presencia de inmigrantes, aunque su peso vaya parejo a los embates económicos (pasó de 3.591 en 2012 a 321 en 2015, y ahora ha vuelto a remontar).

Brecha generacional

Así que lo que el chat de WhatsApp finalmente denunciado ante la Fiscalía pone de manifiesto es una brecha generacional importante que subsiste en el seno de las fuerzas armadas pese al paso del tiempo. La pregunta lógica es, ¿qué ascendente tiene esta gente nostálgica del franquismo, cercana a la ideología de Vox, sobre las actuales tropas? José Ignacio Domínguez, 75 años, exteniente coronel y portavoz del Foro Milicia y Democracia, no les minusvalora. «Hay un nexo de unión entre quienes están retirados y algunos que permanecen en activo, bien porque son sus hijos o por que es gente a la que han formado y sobre quienes conservan cierto predicamento y ascendiente». Pero estos últimos tampoco son demasiados y, claro está, «no pueden decir nada, porque les aplican el reglamento y eso es una falta grave», advierte el exteniente coronel Domínguez, compañero de generación de los participantes.

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JUAN MANUEL SERRANO

«Yo no veo realista que vaya a triunfar ningún intento de insubordinar a las nuevas promociones -replica el subteniente Unibaso-. Incluso entre los que sean de esa opinión, ya se encargan el Régimen Disciplinario y el Código Penal de que nadie se salga del tiesto y todos saben que se la juegan. Se espera de nosotros neutralidad, y ni la ciudadanía ni las Fuerzas Armadas como reflejo que son de ella van a consentir ese tipo de derivas».

Beca, «un bocazas»

José Ignacio Domínguez no alberga dudas sobre el talante de quienes fueron sus compañeros de promoción (39 de los 72 que además firmaron la carta dirigida al Rey) y también de chat de WhatsApp, del que se salió en cuanto los mensajes empezaron a subir de tono. «Una vez se me ocurrió hacer un referencia a 'la derechita cobarde' y no vea cómo me pusieron. Estaban desatados, insultando a los que no eran de su cuerda -como el ex Jemad Julio Rodríguez, en las listas de Unidas Podemos-, hablando de pronunciamientos. Y Vox por detrás, manejando los hilos de un movimiento orquestado para desestabilizar al Gobierno».

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- Vd. conoce a Francisco Beca, alma de ese chat donde plantea fusilar a 26 millones de españoles e impulsor de la carta al Rey.

- Y muy bien. Mire, si me pregunta si el chat refleja el sentir del Ejército le contesto que no. Rotundamente. Ni siquiera lo piensa Beca, créame, lo que pasa es que es un bocazas y le gusta destacar. ¿Cómo? Escandalizando. Si de lo que hablamos es de las cartas... eso ya es otra cosa. Entre los jubilados hay mucho soliviantado con ganas de sentirse útil, aunque sea un atrevimiento inadmisible enmendar al Gobierno y las decisiones aprobadas en el Parlamento.

En este sentido, la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME) viene insistiendo desde hace años en que se cambie el sistema de formación que hay en las academias. Para el teniente Jorge Bravo, «no se trata sólo de impartir las materias convencionales, también hay que estar vigilante con la formación humanitaria, en derechos sociales y valores constitucionales. Hay que lograr que todo el mundo interiorice que son defensores de algo de lo que ellos mismos están impregnados. No olvidemos que toda esa gente relacionada con los chats, las cartas y los manifiestos, aprendió en sistemas de formación franquistas, preconstitucionales. Un sentir que para nada es representativo de nosotros, los militares en activo, a quienes ahora mismo esas polémicas sólo perjudican, porque nos retrasan en adquisición de derechos, de reivindicar retribuciones y una carrera militar más justa».

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«No miran al pasado»

Quizá sea el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), general Miguel Ángel Villarroya, quien resuma mejor el espíritu con que el Ejército ha vivido el desbarre de sus antiguos compañeros. «Las Fuerzas Armadas no miran al pasado. Nuestra tarea es proteger a los españoles para que puedan llevar a cabo sus aspiraciones en paz y con seguridad. Siempre al servicio de la Constitución y de los ciudadanos», asegura.

Su jefa, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ya había salido antes que él a intentar «salvaguardar» el honor y la imagen de una institución a la que las misiones internacionales y la labor realizada durante la pandemia han revalorizado de cara a la opinión pública. «Los mensajes contenidos en ese chat privado han sido realizados por particulares que no se representan más que a sí mismos. Personas que demuestran un grado especial de cobardía al embozarse en unas Fuerzas Armadas a las que ya no pertenecen y que con sus barbaridades avergüenzan a cualquier demócrata; que no merecen haber llevado el uniforme y que son una afrenta para todos».

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«Quiero dejarlo bien claro -subrayó la ministra-: los hombres y mujeres que integran las Fuerzas Armadas, como la inmensa mayoría de militares retirados que no han tomado parte en el chat ni suscrito las cartas, son personas absolutamente comprometidas con la Constitución y los valores democráticos».

Quién es quién en el polémico manifiesto

Los exmilitares retirados que conjugaban la semana pasada su «inquietud» por el devenir de España son viejos conocidos del Gobierno. El manifiesto incluye al general Francisco Beca, inspirador del grupo de WhatsApp ahora en boca de todos, y del que sus compañeros dicen desmarcarse. Septuagenarios, franquistas irredentos, simpatizantes de la extrema derecha... casi todos los firmantes están cortados por el mismo patrón.

Encabeza el documento el teniente general Emilio Pérez Alamán, que en 2018 lideró otro manifiesto contra la exhumación de los restos del dictador. También figura el almirante José María Treviño, colaborador de Abascal en la creación de Vox; o el excomandante Ricardo Pardo Zancada (85 años), cuya hoja de servicios remata una condena a prisión por tomar parte en el 23-F.

Entre los soliviantados está el general José Mena, sancionado con 8 días de arresto domiciliario tras pronunciarse a favor de la intervención en Cataluña «si el Estatut sobrepasa los límites». También asoma Juan Chicharro, antiguo general de infantería y en la actualidad presidente de la Fundación Francisco Franco. Tampoco podía faltar el general de brigada Carlos Blond, a quien la ministra Margarita Robles ya ha tenido que reprobar en público por decir que «Pedro Sánchez es un problema para la seguridad nacional».

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