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En apenas un par de semanas el curso escolar comenzará de nuevo para los más pequeños de la casa. Unos días después volverán a las aulas los estudiantes de secundaria. Tras haber completado el primer curso completo de la era pandémica, alumnos y profesores se ... enfrentan al reto de mantener un curso más las medidas que permitan que las aulas sean un lugar seguro. Raúl Rojo, director del colegio La Salle Burgos, explica cómo desde su centro se enfrentan a una vuelta al cole de nuevo alejada de la normalidad.
-¿Cómo se plantea la vuelta al cole en este año que vuelve a ser atípico?
Bastante mejor que el año pasado. Aun siendo un año fuera de la normalidad tenemos ya un referente, que es el del año pasado y, además, se supone que este año todos los profesores estamos vacunados y que la inmensa mayoría de los alumnos van a venir vacunados también. Estamos muy contentos porque el índice de contagios en el centro ha sido mínimo, pero debido a esa buena experiencia que tenemos estamos contentos y nos vemos con ganas de empezar.
-¿Cuántos alumnos calcula que llegarán vacunados?
Alrededor de 340 alumnos, lo que supone, a la espera de terminar de confirmar el número final de alumnos, aproximadamente el 50% de los estudiantes. Todos los mayores de doce años, que sería toda secundaria y bachillerato. Confío plenamente en la responsabilidad de los alumnos y de las familias y viendo en los medios de comunicación que ha habido largas colas de adolescentes que han estado yendo a vacunarse sí creo que van a estarlo en su inmensa mayoría.
-¿Con la experiencia del año anterior, es optimista respecto a la seguridad en las aulas?
Sí, sí. Totalmente. Comenzamos con muchos miedos, como era normal, seguiremos con la campaña de prevención: los mayores de seis años usarán la mascarilla, el lavado continuo de manos, mantendremos la máxima distancia y la mínima movilidad, eso vamos a seguir manteniéndolo. Y luego también a contar también con los 16 medidores de CO2, que llegaron al final del curso pasado, y mantendremos también la ventilación. Ya vimos el curso pasado que a mitad de cada sesión hay que ventilar, no solo al principio y al final. Eso, junto con la responsabilidad de las familias, que es importantísimo quedarse en casa al mínimo síntoma, o si estás confinado por ser contacto estrecho o porque tienes covid, eso es lo más importante.
-El curso pasado hubo que convivir con un invierno de ventanas abiertas en las aulas en una ciudad como Burgos en la que el frío aprieta. ¿Cómo fue vivir eso?
Al principio se dieron situaciones atípicas. Ver a los alumnos con las cazadoras puestas en las aulas nos llamaba la atención, pero tengo que decir que los profesores, y especialmente los alumnos, son unos campeones. Se han adaptado muy bien a estas circunstancias. Ante el frío burgalés, no nos queda más que abrigarnos todo lo posible y también es cierto que nos llegó un comunicado de Salud que nos decía que tuviéramos cuidado con los resfriados, así que lo que buscamos es tener un equilibrio. Lo que procuramos es abrir al principio de las clases, luego en el recreo dejar bien aireadas las clases y luego, depende situaciones. Aquí tenemos la suerte de que tenemos un edificio amplio, con clases grandes, con un pasillo que favorece la ventilación. Tenemos clases a ambos lados y la corriente enseguida se puede hacer y creo que todo esto nos ha ayudado a que los casos sean mínimos.
-¿Cuándo cree que se podrá prescindir de la mascarilla en las aulas?
Oficialmente no tenemos ni idea, pero imaginamos que será una de las últimas cosas que vayamos a perder. Igual hasta cuatro cursos más con ella... Es una predicción, pero entiendo que al igual que el lavado de manos va a ser algo más normalizado, el usar el gel hidroalcohólico en las aulas, que son cosas que han venido para quedarse, pues las mascarillas también.
-¿Cómo está el ánimo entre el profesorado?
Los profesores por una parte están con esperanza por volver cuanto antes a la normalidad. Para nosotros fue un gran espaldarazo justamente hace un año que la presencialidad se pudiera realizar. Lo que no queríamos ni nosotros, ni las familias ni los alumnos, era dar clase online o de manera telemática porque se pierde la esencia de la escuela y de la formación. El volver a reencontrarnos es algo que nos da fuerza y nos da ánimo. Este año con el tema de que vamos a estar todos vacunados entendemos que va a ir mejor. Ante los cambios siempre hay situación de novedad, porque no sabemos la variante Delta cómo va a influir, hemos oído que en los niños igual influye más que en los mayores, no lo sé. Pero en principio, con ganas de encontrarnos con los alumnos y realizar el proceso educativo.
-¿A qué retos se enfrenta el colegio en el curso que entra?
Respecto a la pandemia el reto es mantener ese nivel que tuvimos tan bueno de casi cero contagios. Eso sería el mayor reto junto a mantener la presencialidad en el centro. Y luego, a nivel personal, el colegio va a comenzar una nueva metodología, el NCA. Con ella ponemos al alumno en el centro del aprendizaje. Va a haber una serie de momentos diferenciados a lo largo del curso en los que se va a realizar un proyecto interdisciplinar. De esta forma nos adelantamos a la ley que se pondrá en marcha en dos años que habla de asignaturas que tendrán que agruparse por ámbitos. Nosotros vamos a estar 15 días dando clase normal, seminario, de cada asignatura, y luego vamos a estar otros 15 días con el proyecto en el que todos los profesores vamos a trabajar aportando a él desde las distintas materias. De esta manera será el alumno el que descubra cómo conseguir los objetivos. Hay tres niveles en el NCA: el saber, el saber hacer y saber ser. Son momentos más experienciales para personalizar los valores teóricos. Es un gran reto y a la vez una manera de aprovechar un momento de crisis relacionada con la pandemia para cambiar nuestra metodología y dar una mejor respuesta a los chicos.
-¿Qué diferencias cree que habrá con el curso pasado?
Va a ser similar al año pasado porque la covid nos condiciona totalmente. El nivel de seguridad y sanidad, que sea el mejor, condiciona todo. Pero además de esto tenemos una serie de relajaciones que no tuvimos el año pasado que se agradecen, como puede ser el tema de las extraescolares. Algo que veníamos demandando y que es importante para los chavales. Luego la posibilidad de hacer algún tipo de salida. La Junta ha dicho que va a ser conservadora con las normas que impuso el curso pasado. Espero que mantengan los desdobles covid. Ojalá se pudiera rebajar la ratio, porque eso nos ayudaría a dotar de más calidad a la enseñanza.
-¿Qué fue lo más difícil del curso anterior?
Lo más difícil para mí han sido los casos de aquellas familias que han tenido covid persistente. Familias que llegan casi a la desesperación por ver a sus hijos que aunque quieren no pueden concentrarse, se marean, tienen nauseas y vómitos... Eso ha sido lo más complejo por la impotencia que sientes, junto con todos los cambios que tuvimos que realizar para adaptarnos a las normativas que se fueron designando. También fue duro no poder tener el contacto familiar cercano que solemos tener, ni con los alumnos ni con las familias, tener que hacer las reuniones de manera telemática y que las familias no puedan entrar al centro... Son situaciones que se hacen complejas y depende qué casos son difíciles. Y si les preguntásemos a los chicos, dirían que echan de menos las salidas, las excursiones, las fiestas colegiales...
-¿Qué diferencias hay entre los niños que comenzaron el colegio el año pasado a los niños que lo hicieron cualquier otro curso?
Sí que les va a afectar, porque ellos han vivido en su aula burbuja, no han tenido esa relación normal en el colegio con otras clases. No han podido interactuar con otros niños en el patio o en los actos del colegio. Han estado siempre mucho más separados, solo con su grupo estable de convivencia, y tendrán una visión diferente del colegio. Las maestras de infantil sí decían que en el periodo de adaptación les costó más entrar en la dinámica del centro, eran niños que no habían ido a la escuela infantil, o que habían estado muy cercanos a los padres y que relacionarse con otras personas les provocó una pequeña crisis. En cuanto a los más mayores, sí que se notó que hubo niños a los que aprender a leer o a escribir y después del confinamiento tuvieron más problemas. Dependiendo de la disponibilidad de las familias para seguir las pautas que se fueron dando desde el colegio ha habido alumnos que les ha costado más.
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