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Imagen del dispositivo, pasadas las nueve de la mañana, esperando el levantamiento de los cadáveres. Juanjo Santamaría
Mueren dos ancianos en el incendio de una vivienda en Cantabria

Mueren dos ancianos en el incendio de una vivienda en Cantabria

Los fallecidos, de 91 y 81 años, perdieron la vida por inhalación de humo a causa del fuego que desencadenó un fallo en algún aparato eléctrico

Héctor Ruiz

Medio Cudeyo

Lunes, 4 de diciembre 2023, 09:07

Sobre las cinco de la madrugada de este lunes una vecina del barrio Voz al Rey de Heras, en Medio Cudeyo (Cantabria), se despertó para ir al baño. Le llegó entonces un fuerte olor a humo y, preocupada, alertó a su marido. El hombre, en ... medio del sueño, justificó que «tiene que ser Peña Cabarga, que arde una vez más». Pero esta vez no era una incursión de los incendiarios en el monte. Era una casa cercana la que estaba siendo pasto de las llamas. «Salía una humareda negra espantosa, no teníamos esperanzas de que los habitantes hubieran salido con vida», explica otra de las vecinas que se acercaron al lugar cuando se dio la voz de alarma y llegaron los bomberos. Las peores sospechas acabaron confirmándose y el hombre de 91 años y su sobrina de 81 que residían en la vivienda fallecieron a causa del incendio, que todo apunta a que se originó por el fallo de algún aparato eléctrico.

A las diez y media de la mañana de este lunes el incendio ya estaba controlado, pero en el barrio todavía olía a hoguera. Algunos residentes, como un resquicio de consuelo al que recurrir como asidero en medio de la desgracia, se hacían cruces comprobando que «todavía podía haber sido mucho peor, menos mal que la vecina se despertó para ir al baño y abrió la ventana porque si no se llega a enterar las otras dos casas adosadas también habrían salido ardiendo». Y eso que calculan que para cuando se descubrió lo que estaba sucediendo a las cinco de la madrugada, el fuego ya llevaba horas activo. «Al tío y a la sobrina se los han encontrado en el salón, y no en la cama, así que no les dio tiempo de acostarse», decía la gente del barrio.

Todo apunta a que los dos habitantes fallecieron por inhalación de humo. Aunque con las primeras pesquisas era complicado confirmar su origen. Parece que pudo ser un fallo en una estufa eléctrica, un horno o incluso no se descarta que fuera el sillón especial reclinable del hombre, que tenía una movilidad muy reducida. «En una casa tan antigua como esa... puede haber sido cualquier fallo eléctrico», colegía el propietario de la vivienda colindante, que de vez en cuando echaba una mano a los dos ancianos. Y es que la casa en cuestión, que ha sufrido daños considerables sobre todo en la parte trasera, fue una de las primeras en construirse del barrio. «Míralo, tiene hasta escudo en la fachada», señalaba el vecino, demostrando que la construcción, que ahora atiene el balcón casi destruido, dejó sus mejores tiempos hace muchos años.

Esa siempre fue la vivienda familiar de los Santiago. Ahí abrieron los ojos por primera vez tanto Pedro como, diez años después, su sobrina Mariví. Y ahí los han cerrado juntos por última vez. Por la diferencia de edad y al haber crecido el uno con el otro eran más bien hermanos. Aunque lo que realmente se consideraban era padre e hija, porque él siempre actuó como referente y protector y fue el que más la cuidó junto a su madre −Mariví era una mujer con necesidades especiales−. «Para él ella era su niña», confirmaba todavía con un nudo en la garganta Víctor Callejo, alcalde pedáneo de Heras y sobrino de los fallecidos.

Pedro fue ganadero y todos comentan de él que «tenía mucho temperamento, era muy suyo». «Un cántabro de pura cepa». A sus 91 años ya le fallaban mucho las piernas pero poco la memoria. «Casi ya no se le veía, se asomaba de vez en cuando a la puerta con ayuda de dos cachabas», comentan. Para subir al piso superior de la casa contaba con una de esas sillas especiales elevadoras. Y todas las mañanas acudía una mujer de Servicios Sociales a echarles una mano, a lo que se sumaba la continua atención de una familiar, la madre de Callejo. «Ha sido un disgusto, cuando me han llamado a las seis de la mañana ya me he temido lo peor, porque nadie te llama a esas horas para decirte que te ha tocado la lotería», confiesa el pedáneo, que al mismo tiempo comenta que «la principal preocupación de él siempre era pensar en quién iba a atender a su sobrina cuando él ya no estuviera y siempre le hacía prometer a mi madre que se haría cargo de ella». Pero el destino tenía otros planes diferentes y finalmente ambos se han ido juntos, como siempre estuvieron tío y sobrina.

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