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«Yo nunca me rindo». Con esta afirmación, Marina Vicario Manero, una joven de 24 años con Síndrome de Down, reta a la discapacidad y lo hace con «esfuerzo, trabajo e ilusión», tres armas que usa a diario para salir adelante y ser ... una más en la sociedad. Ella es un ejemplo para todos, por eso ha querido compartir con BURGOSconecta su trayectoria vital, coincidiendo con el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.
Marina ha conseguido llegar lejos. Tras su paso por los colegios Río Arlanzón, Sagrado Corazón de Jesús y Juan de Colonia, puede presumir de haber superado cada etapa educativa y ha llegado, incluso, a titularse como auxiliar administrativa este año. Desde entonces solo quiere trabajar. Marina reclama su espacio en la sociedad en general y en el mercado de trabajo en particular, porque se lo ha ganado. Cuando terminó este ciclo de grado medio hizo prácticas en el área de Juventud del Ayuntamiento de Burgos y disfrutó mucho. Había acertado en aquello que había decidido estudiar.
Aunque necesitó cinco años para aprobar un itinerario formativo establecido en dos, Marina es un ejemplo de superación y compromiso, por eso ejemplifica como pocos la injusticia social que se comete con ellos cuando a las trabas sociales se le incorporan las legislativas. Ella quiere trabajar y lo demuestra cada día. Según explica, junto a su hermana -es la cuarta de una familia formada por cinco hijos-, ha enviado hasta la fecha más de 50 currículums y ha visitado presencialmente otras muchas empresas. En todas ellas la respuesta, cuando la ha habido, ha sido la conocida por todos.
De ahí que en su entorno reclaman a las administraciones que asuman la responsabilidad de dar una salida laboral a estas personas en igualdad de derechos que cualquier otra. Esto se conseguiría separando de la bolsa de oposiciones a empleos públicos a las personas con discapacidad física e intelectual, que actualmente conviven en ese porcentaje reservado para ellos.
Y es que, como es fácil de entender, las personas que padecen una discapacidad física pueden afrontar con muchas más garantías a estos exámenes. El temario suele ser amplio y el tiempo limitado. Esto hacer que una persona con discapacidad intelectual multiplique el plazo necesario para su preparación. Por eso es necesario que estos colectivos no vayan en el mismo saco y que aquellos que sufren una discapacidad intelectual sea examinados con un temario adaptado.
Además, es necesario pararse a pensar en el valor añadido que pueden ofrecer personas como Marina, que endulzan el ambiente de trabajo. Ella misma explica que durante su etapa en el Centro Cívico San Juan nunca vio una discusión y su apoyo a los compañeros fue correspondido con un vínculo que no olvida.
En este sentido, Marina, que podría reclamar ayuda, prefiere recomendar a todos «luchar por ayudar al resto de personas».
Finalmente, Marina sirve de ejemplo de superación y trata de apoyar a sus compañeros con los que, mientras buscar trabajo, participa en el Centro de Promoción de la Autonomía Personal (CEPAP) de la Asociación Síndrome de Down Burgos. «Otros compañeros podrían alcanzar los mismos éxitos», pero para ello es necesario que no se pongan barreras y sobre todo, que no se las pongamos los demás.
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