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Días de sueño, cansancio y lactancia
La semana de Laura Baena

Días de sueño, cansancio y lactancia

Aborrece el estereotipo de progenitora perfecta. Por eso ha fundado el Club de Malas Madres, cuyas socias se jactan de ser falibles. A cargo de tres hijas, su marido comparte responsabilidades en este agotador empeño

Domingo, 16 de agosto 2020, 11:48

Laura Baena, de 39 años, está harta del cliché de madre sumisa y abnegada que apechuga con todo lo que se ponga por delante. Abomina del papel de cuidadora perfecta e infalible, entregada a la crianza de la progenie y con el horizonte limitado de ... administrar biberones y cambiar pañales. Es fundadora del Club de Malas Madres, un grupo de presión y a la vez una empresa digital que reivindica la conciliación, porque tener hijos no es incompatible con el desarrollo de la carrera profesional. Anda con sueño, cansada y hastiada de la ñoñería que acompaña a la maternidad. «Es necesario poner en valor el trabajo reproductivo. La conciliación es cosa de todos, por lo que habría que implantar una reducción de jornada sin pérdida salarial». Acaba de tener a su tercera hija, que apenas tiene cinco meses, y añora el día en que pueda escuchar el mar en silencio y soledad.

Lunes

7.00 horas. Me levanto con unas ojeras hasta el suelo. Mi desayuno consiste en tomar un café y algo de fruta, más que nada para poder despegar los ojos. Jamás me hubiera imaginado que se pudiera estar más o menos cuerda durmiendo tan poco. Porque cuando no es la de cinco años que quiere hacer pis, es la pequeña que pide el pecho. Soy de levantarme muy temprano para empezar el día tranquila. Si puedo robar una horita al día para tomar un café mientras repaso los 'emails' y organizo un poco la agenda antes de que se despierten las niñas, mucho mejor. Lo malo es cuando te levantas con todo el sigilo de mundo y de repente escuchas: «¡Mamá!».

12.00 horas. Mi pareja y yo somos muy alemanes en el cumplimiento de normas para el funcionamiento del hogar. Igual que una empresa con los sindicatos, en casa hay que negociar el reparto de tareas y el cuidado de las niñas. Por suerte a él le gusta cocinar y a mí limpiar. Cada uno se responsabiliza de todo el ciclo, de modo que entra en el mismo lote cocinar, revisar la despensa y hacer la compra. Y si yo plancho, me encargo de lavar la ropa, tenderla, guardarla y todo lo demás. Confieso que muchas veces él es más corresponsable que yo. No se trata de una división rígida al 50%. Hay que fluir y ser flexibles.

Martes

17.00 horas. Donde más a gusto me siento es aquí, en Málaga, en Tierra Santa, como yo digo. He estado trabajando 17 años en Madrid, y siempre volvía para reencontrarme con mis esencias. Ahora que me he mudado a mi ciudad, procuro ir a uno de mis lugares favoritos, la playa del Rincón de la Victoria. Hay un caminito que da a una cala superbonita y que me inspira mucha paz.

20.00 horas. Me he dado cuenta de que llevar un libro y abrirlo es más difícil que ponerte los cascos y escuchar un audiolibro o un podcast, que tienen la ventaja de que puedes hacer otras cosas mientras los oyes. Estos días estoy liada con 'Cómo hacer que te pasen cosas buenas', de Marian Rojas, y 'El sutil arte de que te importe todo un carajo', de Mark Manson, además de un informe sobre la semana laboral de cuatro horas.

Miércoles

11.00 horas. Entro en el baño, echo el pestillo y me quedo en mi refugio. El baño es uno de los pocos lugares en que puedo estar tranquila en soledad. Desde que me he mudado a Málaga tengo terraza, que ahora es un gran valor si nos vuelven a confinar.

18.00 horas. Hace tiempo me di cuenta de que para encontrarme bien mentalmente también lo debía estar en el plano físico. Mi amiga Raquel, que me ha ayudado durante todo el embarazo de mi hija Lucía y el posparto, es entrenadora y enfoca su trabajo a ayudar a madres. Entreno tres veces a la semana y hago ejercicios hipopresivos, de suelo pélvico, fuerza, destinados a recuperarme y reforzar la salud mental. Antes hacia yoga, pero no es bueno practicarlo después de haber parido.

21.00 horas. Antes del confinamiento tenía tiempo para disfrutar del ocio audiovisual. Pero después solo hemos podido ver dos capítulos de la tercera temporada de 'La casa de papel'. De siempre me han gustado las series que te hacen pensar, aunque últimamente me he acabado acostumbrando a las películas infantiles de un modo increíble. Me sé de memoria los diálogos de 'Miraculous: Las aventuras de Ladybug', que es la serie infantil proferida de mi hija mayor, de ocho años.

Jueves

11.00 horas. Entro en teleconferencia por Skype y mi hija se cuela en la pantalla diciendo que tiene hambre. Me lo tomo con naturalidad y los clientes se ríen. Hay que normalizar que los niños son parte de la sociedad. La conciliación ahora es un cuento chino. Cuando era supervisora en una agencia de publicidad llegó la maternidad, tuve a mi primera hija, sin saber que eso iba a suponer un tsunami en mi vida. A los dos años me vi obligada a renunciar a mi puesto de trabajo y empecé a desahogarme en Twitter. Fue el germen del Club de Malas Madres.

23.30 horas. Cuando eres madre, el día tiene tanto ruido que uno de los pocos momentos en que estoy con mi pareja es cuando nos vamos a acostar. Es entonces cuando mantenemos la típica conversación de cómo ha ido el día, algo que a mí me parece fundamental. Y es que hay veces en que parece que se te olvida hasta el nombre de tu marido.

Viernes

16.00 horas. Antes tenía síndrome de Diógenes, o casi, pero desde que soy madre tiro bastantes cosas porque dispongo de menos espacio. Pese a todo, tengo una gran colección de libros de diseño y de arte, y muchas, muchísimas láminas. Soy bastante friki de los distintos tipos de papel, verjurado, pintado, con mayor o menos gramaje…

16.00 horas. El 5 de agosto cumplí 39 años. Ahora mi mejor regalo sería disfrutar de un día de soledad, poder irme a la playa y estar sola, leer, dormir, ¡qué momentazo! El no va más sería tomarme una cervecita o un vino mirando el mar, aunque ahora no puedo porque estoy dando el pecho. Pero todo llegará.

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