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Las diez noticias imprescindibles de Burgos este lunes 20 de enero
El rey Felipe habla con uno de los vecinos afectados durante su visita a Paiporta este domingo. EFE

Secuencia de la protesta en Paiporta y el ataque al coche de Pedro Sánchez

La indignación por la falta de ayudas desata la tensión ante la comitiva integrada por los Reyes, Sánchez y Mazón

Jorge Alacid

Valencia

Lunes, 4 de noviembre 2024, 09:37

Eran las 12.20 horas de la mañana cuando los Reyes llegaron ayer a la base operativa situada en l'Eliana, a las afueras de Valencia, donde se coordina el operativo que combate contra los efectos de la riada que el martes arrasó la provincia. Felipe VI, que el mismo miércoles ya había trasladado su pesar al pueblo valenciano, conmocionado por la peor catástrofe natural de la historia de España, acudió con la Reina a conocer con más detalle la estrategia desplegada para socorrer a los damnificados. La visita incluía un recorrido por uno de los municipios más afectados, Paiporta, la localidad del entorno metropolitano de la capital donde los vecinos, voluntarios y fuerzas de emergencia se emplean en la difícil tarea de recuperar la normalidad cuanto antes. Una visita desbordante de tensión que se convirtió en uno de los momentos más críticos de su reinado. La indignación popular se desató al paso de la comitiva, formada también por el presidente Pedro Sánchez y Carlos Mazón, jefe del Consell. Una lluvia de barro y otros objetos, lanzados por un grupo de vecinos, complicó la visita hasta hacerla imposible de acuerdo con el programa previsto. Lo que sigue es el relato de un capítulo abierto ayer para la historia reciente de España.

  1. Insultos y lanzamiento de objetos: la ira popular se desata

La comitiva encabezada por Felipe VI y Letizia había llegado a l'Eliana, donde se ubica el consorcio de emergencias del Consell, para reunirse con los equipos que coordinan el despliegue de la fuerza de choque contra las trágicas consecuencias de la DANA. Era poco después de las doce del mediodía; desde allí, la comitiva oficial se desplazó hasta Paiporta, el municipio situado a una veintena de kilómetros, donde las víctimas mortales del temporal se cuentan por decenas y su paso dejó un paisaje desolador, con gravísimos daños materiales y una sensación generalizada de desesperanza. Pasaban unos diez minutos de las 13 horas cuando la indignación popular explotaba. Los vecinos de la población, como el resto de damnificados, se sienten maltratados por las autoridades, cuya ayuda ha llegado demasiado tarde para ayudar en la reconstrucción de sus vidas. Una ira latente, quejosa porque el nivel de asistencia que recibe el vecindario no alcanza a cubrir sus necesidades, que salió a la superficie de forma violenta. Un estallido que irrumpió al paso de los Reyes, Sánchez y Mazón y adoptó la forma de violencia. Verbal, con gritos y severos insultos («Asesinos» fue uno de los más repetidos) y también física. Un vecino lanzó un bloque de barro, cuando las autoridades se encontraban ya a escasos metros de donde se encontraba, otro situado a su lado (según se observa en las imágenes que rápidamente corrieron por las redes sociales) lanzó también otro puñado de lodo, las voces críticas contra los miembros de la comitiva resonaron con más fuerza («Mazón dimisión», se escuchó de manera reiterada) y al lanzamiento de barro se unió el de objetos más contundentes. Volaron unos palos en dirección a los Reyes, Sánchez y Mazón y la tensión irrumpió en la escena. De repente, el caos.

  1. La comitiva se detiene: manchados de barro y sangre

En el mundo globalizado e hipercomunicado que vivimos, la secuencia de los hechos se pudo vivir en directo, segundo a segundo, amplificada por las redes sociales a pesar de la precariedad de las imágenes que se remitían desde la zona cero de la riada. En una de ellas se asiste a la secuencia más o menos completa: cuando el estallido se desata, miembros de la comitiva abren sus paraguas para proteger a los Reyes y al resto de integrantes. No son suficientes. Vuela el barro, vuelan palos y también alguna piedra, que llega a impactar en el rostro de uno de los escoltas. Impertérrito, pese a que la sangra por una herida junto a la nariz, continúa protegiendo a las autoridades y avanza junto a la Reina. Otros efectivos del equipo de seguridad despliegan unas defensas para proteger a las autoridades, que detienen su avance. En ese punto se registra uno de los momentos más tensos. En otro vídeo de À Punt se observa cómo Sánchez se separa del Rey y auxiliado por miembros de seguridad, se dirige al vehículo oficial para abandonar Paiporta. Felipe VI, por el contrario, permanece en el lugar. Le acompaña Mazón pero se ha distanciado de la Reina, que se ve rodeada por un grupo de vecinos, también indignados, pero cuya ira no llega a extremos violentos. Habla con ellos y luego llorará con ellos. La tensión parece en vías de reconducirse pero es una falsa impresión. La indignación persiste.

  1. Escenas de violencia: Sánchez se aleja

Sánchez se aleja de Paiporta entre escenas de máxima violencia. Una mano anónima lanza un palo al grupo que le acompaña hacia el vehículo oficial, que golpea a un periodista. Otro palo vuela en la misma dirección pero no alcanza ningún objetivo. Sus escoltas logran introducir en el coche a Sánchez y ya en el interior sufren el ataque de unos cuantos vecinos, que golpean la carrocería y provocan evidentes desperfectos. Es una de las imágenes más elocuentes que dejará la mañana: el coche presidencial, dañado por la ira ciudadana. Corren algunos rumores de que Sánchez ha resultado herido pero finalmente se desmienten. Moncloa emitirá poco después un comunicado donde explica que «el presidente del Gobierno ha acompañado a los Reyes en su visita oficial. (...) Al recorrer las calles de Paiporta, la comitiva ha sido increpada y agredida por un grupo de personas. Algunos han arrojado bolas de barro y otros objetos». Y añadía: «La escolta del presidente del Gobierno ha activado el protocolo de seguridad y lo ha desplazado al Puesto de Mando Avanzado. El presidente y el resto de los miembros de la comitiva se encuentran bien».

  1. Diálogo con los vecinos: la ira se empieza a aplacar

Para entonces, poco después de las 13 horas, el descontrol prende en el lugar donde se registran los incidentes. Es un punto situado en la periferia del municipio, donde confluyen las calles Valencia y Mestre Palau y se ubica el puesto de mando avanzado para el reparto de víveres entre los damnificados, de donde llegan imágenes inquietantes, pero también en cierto sentido reconfortadoras: la violencia se empieza a contener, el lanzamiento de barro cesa o es casi irrelevante, y aunque los Reyes sufren el agobio vecinal, empieza a prevalecer la sensación de que tanto Felipe VI como Letizia saben aplacar la tensión charlando con los habitantes de Paiporta, incluyendo los más airados. No faltan los gritos e insultos, dirigidos a Mazón y también al presidente del Gobierno («¿Dónde está Pedro Sánchez?», corea la masa) pero las conversaciones que mantienen por separado los Reyes con los vecinos sofocan la violencia. Ambos están ya separados, aislados entre sí por sus respectivos equipos de seguridad. Son conversaciones con el pueblo llano, donde Felipe VI no pierde nunca el control de la situación y su esposa ofrece alivio, incluso compartiendo abrazos, a otras vecinas que se dirigen a ella de manera coloquial. Ambos van manchados de barro. Letizia, en algún momento, también llora.

  1. La figura del Rey: Felipe VI contiene la ira

La lectura política de los acontecimientos, de una gravedad sin precedentes, empieza a convivir con el puro relato de la visita. Avanza la sensación de que la figura de los Reyes ante la opinión pública, que en algún momento pudo estar en entredicho habida cuenta lo insólito de las escenas que se vive en Paiporta, sale en cierto sentido reforzada. Felipe VI habla con sincero afecto a los vecinos, se abraza con ellos, les explica su punto de vista de manera inaudible para los periodistas que se reparten por la localidad. Por el contrario, tanto Sánchez como Mazón quedan desairados; sobre todo el primero, culpable de marcharse del lugar con la primera oleada de ira. Y el segundo, señalado por las voces críticas con su gestión que se escuchan a gritos. En las conversaciones de los Reyes con el vecindario, triunfa en efecto la idea de que la indignación no tiene en la Felipe VI y Letizia su diana. «Esto no va con ustedes», le confía una mujer a la Reina.

La Reina consuela en Paiporta a dos damnificados EFE
  1. Quejas del vecindario: «Lo hemos perdido todo»

«Lo hemos perdido todo». Esta otra frase que traslada un hombre al Rey sirve como explicación del estado de abatimiento, que ayer se transformó en desesperación, que sobrevuela las escenas de tensión, cada segundo más rebajadas. Agentes de Policía habían interceptado a un vecino especialmente alterado. Los Reyes parecían dispuestos a prolongar su visita, aunque con el programa definitivamente alterado, porque veían tal vez en el diálogo con los vecinos la fórmula más adecuada para mitigar su dolor y ofrecer la impresión de sensibilidad hacia sus desdichas que tanto se ha echado en falta días atrás.

Vecinos indignados gritan insultos durante el pasado domingo en Paiporta (Valencia). EFE

Era evidente la intención de su equipo de seguridad para convencer a Felipe VI y Letizia de que se dirigieran al coche oficial, pero ambos han rehusado. En un instante de alta electricidad ambiental, la Reina ha conversado con un grupo de jóvenes mujeres de la localidad, que en las imágenes parecen tan abatidas como encrespadas. Una de ellas se queja de la mala coordinación en los servicios de alerta que impidieron auxiliar a los vecinos en la tarde del martes y se ofrece a enseñarle un vídeo que guarda en el móvil. Dice que tiene 23 años y le espeta con mucha desenvoltura: «Y luego dicen que somos la generación de cristal». Letizia charla con ellas, les reconforta y luego continúa con su recorrido por el municipio. La tensión decrece pero da también la sensación de que cualquier chispazo puede provocar que se radicalice de nuevo la situación.

  1. Llorar con los vecinos: calma tensa, ya sin violencia

De hecho, el primer episodio de violencia se desató casi por casualidad, cuando un bloque de barro cayó sobre un grupo de periodistas que cubría la visita de los Reyes. Una mecha que se iba apagando a medida que proseguía el trompicado recorrido de ambos, entre conversaciones con los vecinos, alivio en su aflicción y alguna inquietud en que de nuevo se registran episodios como los recién vividos. Felipe VI y Letizia estrechaban también algunas manos y charlaban con quienes les seguían relatando el atroz testimonio de una experiencia que marcará sus vidas. Ella se ha detenido, ya desencajado su semblante, a charlar con unos chicos muy jóvenes, que se dirigían a ella con mucha naturalidad. Unos metros más allá ha reparado en la presencia de una mujer, desconsolada. Un mar de lágrimas, que terminan también por inundar los ojos de la Reina. Otra imagen para la historia en una jornada muy pródiga en ellas. Domina la escena una cierta calma, tensa aún, pero lejos ya los instantes más inquietantes de su visita. En el aire queda ahora la duda de si continuarán su ruta hacia Chiva, otra de las localidades más golpeadas por la DANA, segundo hito de su viaje a Valencia. Pero los Reyes no parecen tener prisa. Prefieren seguir charlando con los vecinos, cada vez más dominantes de la situación.

  1. Salida de Paiporta: una hora de furia

Una cierta tranquilidad, aunque frágil, reina ya en Paiporta, donde es evidente la presencia junto a los vecinos airados de otros ciudadanos, procedentes de otros municipios, llegados para colaborar en las tareas de reconstrucción. Los Reyes mantienen el control. Un periodista de TVE, testigo muy cercano de los hechos, explica a su audiencia que Felipe VI sigue haciendo caso omiso de los ruegos de su equipo de seguridad para que abandone el lugar en el coche oficial. Finalmente, se dirige hasta el vehículo pero todavía permanece detenido un rato con el pie en el estribo, dialogando con otros vecinos. Es en ese momento cuando se reúne con su esposa, a quien espera hasta que ambos se introducen en el coche y abandonan Paiporta. La comitiva sale en dirección a la V-31, vigilada desde el cielo por un helicóptero, pero finalmente descarta dirigirse a Chiva, como comunica la Casa Real recién despejado el camino. Hasta esa población de hecho llegar a desplazarse Mazón, que tiene que darse la vuelta y enfilar de nuevo hacia el centro operativo de l'Eliana. Lo peor ha pasado. Pasaban unos minutos de las 14 horas cuando la tensión se evaporaba en la estela de la comitiva oficial. En apenas una hora, los Reyes habían asistido a un estallido de ira insólito. Histórico.

  1. Concluye la visita: nuevos insultos a Sánchez

Los Reyes, en efecto, se dirigen hacia l'Eliana, donde aguarda Pedro Sánchez desde su desairada salida de Paiporta. Allí se reúnen también con Mazón, quien publica en redes sociales un breve resumen de su parecer al respecto del incidente. «Entiendo la indignación social y por supuesto me quedo a recibirla. Es mi obligación política y moral», dice el jefe del Consell, quien añade: «La actitud del Rey esta mañana (por ayer) ha sido ejemplar».

Felipe VI y doña Letizia tras su vuelta al Cecopi. EFE

Son las 15.30 aproximadamente cuando los preparativos para el viaje de vuelta, muy evidentes para quienes esperan en el exterior del recinto, avalan la idea de que la visita a Valencia de sus Majestades ha concluido. Salen en sus vehículos oficiales mientras arrecian de nuevo los gritos contra el presidente del Gobierno; por el contrario, Felipe VI y Letizia reciben entonces el aplauso de un grupo de curiosos congregados a su paso. Ambos llevan la misma ropa, de tono informal, con que vienen de recorrer Paiporta, moteada de manchas de barro de alto poder simbólico. Salpicaduras que encarnan la indignación vecinal.

  1. Reacción del presidente: condena a los violentos

Una hora después, el relato de los acontecimientos llega a su fin. Es el turno de que abandone Valencia Pedro Sánchez, quien antes de marcharse comparece para ofrecer su versión de lo sucedido. «La prioridad del Gobierno es salvar vidas, recuperar los cadáveres de las personas fallecidas por la DANA, empeñarnos en la tarea de reconstruir la provincia de Valencia y todas las zonas de España dañadas por la terrible DANA», han sido sus palabras, con una referencia a los incidentes vividos, sobre los que se ha pronunciado de manera concisa: «No nos vamos a desviar pese a lo que pueda suceder con elementos absolutamente marginales. El conjunto de valencianos y españoles quiere mirar hacia delante». Y lanza otra reflexión: según el presidente, «la mayor parte de la población lo que quiere es compromisos por parte de las instituciones y lo que hace es rechazar y marginalizar cualquier tipo de violencia que se pueda perpetrar, como la que hemos visto por desgracia». Acto seguido, las cámaras de televisión recogen cómo sale de las instalaciones de l'Eliana entre abucheos y algún insulto aislado. Su maltratado vehículo oficial forma parte de la comitiva.

  1. Lectura política: antes y después de Paiporta

Desde la llegada a ese mismo lugar de la comitiva que encabezaban los Reyes hasta el momento en que concluyó la visita, apenas habían pasado unas pocas horas. Un magro espacio de tiempo muy rico sin embargo en información, porque las inéditas escenas vividas en Paiporta ofrecen una interpretación muy pertinente para desencriptar el estado de ánimo de la ciudadanía. La provincia de Valencia dispone de 266 municipios; nada menos que 69 de ellos se han visto golpeados por la riada mortal, una terrible dimensión que contribuyen a explicar la dimensión mayúscula de sus quejas: todavía claman para recibir una asistencia adecuada que permita recuperar cuanto antes algo parecido a la normalidad. El balance de víctimas mortales es tan desolador como el resultado que ofrece pasear la mirada por los alrededores de las localidades más maltratadas por la DANA. A sus habitantes les queda un consuelo, casi una última bala: que sus lamentos lleguen ante las instituciones y se movilicen los recursos imprescindibles para ponerse de nuevo en pie. Casi a la misma hora en que Paiporta vivía una jornada de alta tensión, el Gobierno difundía que el despliegue de su fuerza de choque alcanza ya a cerca de 6.000 militares, hasta sumar un total de 7.500, en un operativo que incluye el concurso del Buque Anfibio Galicia, atracado en el puerto de Valencia. Un dispositivo que añade a otros 9.479 efectivos de seguridad, entre 4.256 policías nacionales y 5.223 guardias civiles movilizados para ayudar en las labores de emergencia en las zonas. Cifras mareantes que sin embargo no parecen suficientes para curar las heridas de quienes lloran a sus muertos y lo han perdido todo. Los que ayer pedían a los Reyes: «No nos abandonéis».

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