«Esto no tiene nada que ver con una gripe», asegura con rotundidad y cansada de que se le quite hierro a este virus que también afecta a la gente joven. «No es cosa de personas mayores, aunque es normal que tengan síntomas más graves porque no es lo mismo pasar una neumonía con 30 años que con 80 pero los jóvenes también cursan neumonías bilaterales con la COVID-19», afirma.
Destaca el esfuerzo titánico que está realizando todo el personal sanitario en la provincia, «vamos todos a una y no importa de qué especialidad sean los médicos, aquí está todo el mundo al 200% volcado en sacar esto adelante», reconoce. Debido a este sobreesfuerzo, confiesa que teme un repunte porque «el sistema no podría resistir una segunda oleada tan seguida en estos momentos».
«Al principio fue una avalancha y no sabíamos a qué nos enfrentábamos, a los sanitarios nos pilló por sorpresa», reconoce Medina que advierte que cada día se aprende algo nuevo sobre la sintomatología de la COVID-19. «A cada persona le afecta de una manera, ahora sabemos que entre los jóvenes puede manifestarse con erupciones cutáneas o con conjutivitis, que además de fiebre y tos puede provocar vómitos y diarreas muy fuertes y que la pérdida de gusto y olfato son síntomas evidentes de este coronavirus», explica.
Durante los últimos días las urgencias «se han calmado» y, según Medina, «se ha notado que han bajado los nuevos contagios» pero, insiste: «No hay que bajar la guardia, las UCIs siguen llenas y la ocupación en planta en el hospital es total, además esto va por días y tampoco sabemos si ahora con la vuelta al trabajo de ciertos sectores habrá un rebrote».
«Se ven situaciones durísimas en el hospital de campaña»
Ella ha realizado muchos de los traslados de pacientes graves de la Ribera del Duero, e incluso de Soria, con la COVD-19 hasta la UCI. La mayoría al HUBU, pero también ha llevado enfermos a Valladolid. «Es difícil ver cómo empeora un paciente, le tienes que trasladar y la familia no puede ni acercarse, es una situación muy dura», lamenta.
Pero sin duda, el gran reto es compaginar el trabajo de urgencias y de ambulancia medicalizada con la guardia en el hospital de campaña, que el Ayuntamiento de Aranda de Duero habilitó en el Recinto Ferial para atender a los enfermos con coronavirus que se encuentran en condiciones «más complicadas». «Son personas mayores, muchos con patologías como Alzheimer y sus familias no pueden estar con ellos, aunque el equipo de sanitarios se implica mucho y les estamos llevando cartas de sus familias, fotos, estampitas, todo vale para animarles», recuerda la doctora.
«Estamos muy orgullosos porque ya hemos dado a dos pacientes de alta en el hospital de campaña» , declara, e indica que la infraestructura «está funcionando muy bien porque, además, estaba preparada para acoger a 200 pacientes y no hemos llegado a necesitar tantas camas». Hasta este recinto están llegando también personas que deben permanecer en aislamiento y que no pueden hacerlo en sus domicilios aunque «son los menos allí».
«Al inicio corrimos muchos riesgos, eso ha cambiado»
Echando la vista atrás unas semanas, Medina sabe que cuando estalló la emergencia sanitaria los profesionales corrieron muchos riesgos. «Ahora estamos protegidos pero cuando todo empezó y llegó la avalancha atendíamos prácticamente a pelo», confiesa. Maniobrar con el equipo de protección no es tarea fácil, «pasas muchísimo calor, es difícil trabajar con precisión llevando el EPI puesto y más en la ambulancia que apenas hay espacio y las gafas se empañan casi siempre», explica.
A esta dificultad se añade que, para la correcta protección, se alargan los tiempos de trabajo: «Hay que ponérselo bien, quitárselo bien, desinfectarlo, desinfectar la ambulancia después de cada traslado...», enumera. Otro aspecto que detalla es el temor a «saltarse algún paso del protocolo para quitarse el EPI» porque «hay días que terminas con tal agotamiento que dudas de si lo has hecho todo bien y tengo compañeros que están pasando mucha angustia porque viven con sus niños o con sus padres que son mayores y tienen mucho miedo de contagiarlo».
No obstante y, a pesar de todos los inconvenientes, Medina se alegra de continuar al pie del cañón. Es una médico todoterreno y, como muchos de sus colegas de profesión, admite, «sería incapaz de quedarme en casa sabiendo que se necesita gente para trabajar». Motivo por el cual continúa, día tras día, atendiendo urgencias y haciendo guardias en el hospital de campaña. «Y seguiremos haciendo frente a lo que venga», concluye.