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J. M. L.
Miércoles, 19 de junio 2024, 11:46
Cada vez se consume menos cebolla en España. Una mala noticia teniendo en cuenta los beneficios que conlleva para la salud incluir este bulbo en la dieta semanal. Según datos del Ministerio de Agricultura, si hace años un español consumía 4,8 kilos de cebolla al año hoy esa cifra se reduce a 3,2.
Los productores de Castilla-La Mancha -comunidad que genera más del 50 por ciento de la producción de todo el país con algo más de 600.000 kilos- lo han notado en sus ventas y la Asociación de Productores de Cebolla de Castilla-La Mancha (PROCECAM) tiene una explicación. «Los más jóvenes ya no consumen cebolla porque valoran mucho el tiempo y dedican poco a cocinar y a preparar platos. Por el contrario, se decantan por comprar platos ya elaborados o precocinados, que usa cebolla industrial pero no la tradicional», indica Luis Fernando Rubio, director de esta asociación con sede en Albacete.
Rubio apoya esta afirmación con otro dato basado en un estudio realizado por esta asociación: mientras los mayores de 45 años aseguran comer una media de 8,7 kilos de cebolla al año, este número baja a menos de la mitad en los más jóvenes, «que seguramente prefieren dedicar más tiempo al ocio que a cocinar».
Para revertir esta tendencia que va en contra de la dieta mediterránea, PROCECAM va a poner en marcha en los próximos meses una campaña con un doble fin: incentivar el consumo de cebolla entre los más jóvenes «poniendo en valor platos elaborados con este bulbo, que aporta salud». Campaña en la que también se resaltarán las bondades de la «Cebolla de La Mancha», que ya cuenta con categoría de «Indicación Geográfica Protegida» y que se caracteriza por su color cobrizo, su carnosidad y, lo que más llama la atención, su enorme calibre pues se llegan a cosechar cebollas de un kilo de peso. También destaca por su sabor suave debido al potasio, el calcio y el magnesio de los suelos castellano-manchegos en los que crece.
La cebolla, ingrediente imprescindible en la dieta mediterránea, ha sido objeto de numerosos estudios sobre sus efectos en la salud. Así, uno realizado por el Departamento de Nutrición de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid subrayaba el bajo aporte calórico de la cebolla -40 kilocalorías por 100 gramos de parte comestible cuando se consume cruda- ya que tiene una gran proporción de agua y su poder antioxidante, antiinflamatorio y antimicrobiana.
Además, presenta pequeñas cantidades de hidratos de carbono sencillos y un uno por ciento de proteína y no contiene grasa ni colesterol. También contiene fibra soluble, principalmente fructooligosacáridos -pequeñas moléculas de hidratos de carbono -que contribuyen a mantener y mejorar la salud gastrointestinal y que, cuando llega al colon, se comporta como prebiótico favoreciendo el crecimiento de flora bacteriana, beneficiosa para la salud del intestino ayudando a controlar los niveles de colesterol en sangre. Asimismo, aporta vitaminas del grupo B y vitamina C y minerales como potasio, fósforo, magnesio, algo de calcio y selenio.
En cuanto a las sustancias volátiles que se desprenden de la cebolla al cortarla y que producen picor en los ojos y lagrimeo, este estudio de la Universidad Complutense contrapone un efecto mucolítico y expectorante cuando llegan a las vías respiratorias, por lo que tradicionalmente se ha usado cuando hay problemas respiratorios.
Los únicos problemas que pueden derivar de la ingestión de cebolla son los de la flatulencia y el reflujo gastroesogágico que pueden evitarse consumiéndola cocinada en lugar de cruda o eligiendo cebollas tiernas y variedades más suaves.
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