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Marina León
Viernes, 25 de octubre 2024, 07:56
Entre las diferentes acusaciones de violencia machista vertidas sobre Iñigo Errejón, que han acabado con la dimisión del hasta ahora portavoz parlamentario de Sumar, hay un término que resuena en varias publicaciones de redes sociales. Se trata de 'gaslighting' o 'luz de gas'. «Me habían avisado del trato que le daba a las mujeres, pero dada su posición política no podía creerme que eso fuera verdad, así que aún así seguí. Es un maltratador psicológico», señala una mujer anónima en el relato que comparte la periodista Cristina Fallarás en su Instagram.
En este texto, la víctima habla del 'modus operandi' de «un político muy conocido» de Madrid. Horas después, el madrileño, de 40 años, dejaba todos sus cargos y aparecían nuevos testimonios que le señalaban directamente. «Es extremadamente simpático inicialmente para engancharte, cuando ve que ha conseguido algo empiezan los desplantes y el 'gaslighting', siempre eres tú que no entiendes al diputado».
La 'luz de gas' es un tipo de violencia psicológica basada en la manipulación «que hace dudar a la persona de la propia percepción y de los recuerdos, sentir inseguridad, tener baja autoestima, cerrarse en sí misma y tener dudas», señala Mireia Cabero, profesora de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC). En la relación entre víctima y gaslighter, «se produce un proceso lento y sutil de confusión por parte de la víctima, que cuestiona cada una de sus experiencias y da más valor y prioridad al criterio ajeno».
Pero esto no es un término novedoso. Las luces de gas de una casa de la Inglaterra victoriana se encienden y se apagan sin explicación alguna, constantemente. Algo que lleva al borde de la locura a Ingrid Bergman. Hay ruidos en mitad de la noche que solo escucha ella, objetos que desaparecen y un sinfín de situaciones que, según le cuenta su entorno, solo existen en su imaginación. Pero no era así, se trataba de su marido conspirando para que ella se volviese loca. Este es el argumento de la película de George Cukor que se estrenó en los años 40 y donde, por primera vez, se llevó a la gran pantalla este ahora tan sonado abuso psicológico.
Así, los investigadores han demostrado que se acaba creando «una relación de codependencia y es difícil romper este vínculo». Para salir de este círculo, «necesitamos confiar en alguien que nos permita ver, con distancia, el proceso vivido», aclara Mireia Cabero. Por su parte, la psicóloga de la Universidad de Buenos Aires, Valeria Bedrossian, admite que, aunque se trata de una expresión coloquial para definir lo que en psicología clínica se llama 'descalificación', el uso de un término popular resulta muy útil a la hora de reconocer este comportamiento.
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