Nuestras ciudades han amanecido distintas. Desde hoy no es posible circular en nuestras ciudades a más de 30 kilómetros a la hora en aquellas calles que dispongan de un único carril en cada sentido de circulación. No es una simple limitación de la velocidad del ... tráfico, es mucho más: es una de las medidas más importantes que haya aprobado España en materia de movilidad y seguridad vial.
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La limitación de la velocidad en vías urbanas a 30 km/h es elemento nuclear de la Estrategia de Seguridad del Ministerio del Interior, que ha adoptado el denominado enfoque de Sistema Seguro que impulsan la Unión Europea (UE), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otros organismos internacionales.
El Sistema Seguro asume la premisa de que el ser humano comete errores y adolece de una vulnerabilidad física que requiere de la adecuada protección. Es obligación de los poderes públicos despejar esa ecuación para prevenir que los inevitables errores humanos en la conducción provoquen lesiones graves o muertes. Eso es lo que pretende la reducción del límite de velocidad a 30 km/h en ciudad, una medida cuya experiencia arroja de manera inequívoca una reducción de hasta el 40% del número de accidentes.
La rebaja de la velocidad a 30 km/h reduce la distancia de frenado a la mitad y el riesgo de muerte en un atropello hasta nueve veces. Ante la distracción del conductor de un vehículo o la del peatón que irrumpe en la calzada, la diferencia entre la muerte y la vida está en la velocidad a la que se produce el accidente.
Salvar vidas es una obligación insoslayable de cualquier poder público. Pero la limitación de la velocidad del tráfico en vías urbanas es mucho más, porque se integra en una estrategia global que busca que nuestras ciudades evolucionen para ser más seguras, más amigables, saludables y humanas, centro de acogida de una más sana convivencia social.
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Debemos planificar el futuro, repensar nuestras urbes para que en ellas puedan convivir vehículos de transporte de mercancías y de pasajeros, automóviles privados y de servicio público, motocicletas, bicicletas, patinetes y cualquier otro sistema que nos brinden los avances tecnológicos. Todo ellos deben convivir con los peatones por nuestras calles.
La limitación de la velocidad dibuja una movilidad más segura que estimula los desplazamientos a pie o en vehículos sin motor. Así, dota a los ayuntamientos de una poderosa herramienta para consolidar modelos urbanos que distinguen entre las calles de estar, calmadas y al servicio de los residentes, y las calles de pasar, que canalizan el tráfico que fluye a través de las ciudades. Es un vigoroso avance para que nuestras calles recuperen un papel protagonista para la interacción social.
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Nuestras ciudades y áreas metropolitanas son centros vitales para el crecimiento económico: generan en torno al 60% de nuestro producto interior bruto, pero también un porcentaje superior de las emisiones de carbono contaminantes. El límite a la velocidad de circulación reduce la emisión de CO2, principal causante del cambio climático, y de otros gases perjudiciales con efectos perniciosos para nuestra salud, y es ya uno de los indicadores más significativos del compromiso medioambiental de una ciudad.
Reducir la siniestralidad vial, mejorar la salud de ciudadanas y ciudadanos, diseñar urbes sostenibles alineadas con las estrategias que buscan reducir el cambio climático, mejorar la calidad del aire y recuperar el espacio público como zona prioritaria de interacción social son elementos que construyen ciudades más amigables, más humanas. Es un objetivo que nos concierne a todas y todos, y el límite de velocidad a 30 km/h es un eficaz instrumento para alcanzarlo.
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Entre los próximos 17 y 23 de mayo se celebra la Sexta Semana Mundial de las Naciones Unidas para la Seguridad Vial, convocada con el lema 'Calles para la vida' y el hashtag #Love30. La limitación de la velocidad en calles con una elevada convivencia entre los diferentes modos de desplazamiento que comparten la vía pública está recogida en la Declaración de Estocolmo de febrero de 2020, emanada de la Tercera Conferencia Mundial de Seguridad Vial, y en la Resolución que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 31 de agosto de 2020.
Naciones Unidas integra la seguridad vial en su impulso a la Agenda 2030 para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular en aquellas áreas relacionadas con la acción climática, la igualdad de género, la salud y el bienestar, la planificación de ciudades y comunidades sostenibles, la educación de calidad, las infraestructuras, el consumo y la producción responsable, así como la reducción de las desigualdades.
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Muchas ciudades españolas han implantado durante la última década las denominadas 'zona 30' con las que han conseguido premios internacionales y admiración en todo el mundo. El apoyo de la Federación Española de Municipios y Provincias, de otros departamentos ministeriales y de distintas entidades de la sociedad civil ha sido decisivo para hacer realidad el límite de 30 km/h en nuestras calles y poner a España a la vanguardia de un imparable movimiento global.
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