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José Manuel Sánchez Ron (Madrid, 1949) es uno de los ensayistas que más han hecho en España por la divulgación de la ciencia. Físico de formación, se doctoró en Londres, consiguió una plaza de profesor titular de Física Teórica en la Universidad Autónoma de ... Madrid y más tarde la cátedra de Historia de la Ciencia. Ha trabajado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ha impartido cursos y conferencias en numerosas universidades extranjeras, es vicedirector de la Real Academia Española, miembro de la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de la Academia Europea de Ciencias y Artes, así como de la Académie International d'Histoire des Sciences. Es autor de una extensa obra ensayística. El último de sus libros, 'El país de los sueños perdidos' (Ed. Taurus), es un volumen de más de 1.150 páginas en el que repasa la historia de la ciencia que se hizo en España a lo largo de trece siglos.
- ¿Qué ha pensado cuando ha escuchado en plena pandemia a los políticos acusarse de 'escudarse en la ciencia'?
- Incredulidad. Este Gobierno, como el anterior y tantos otros, ha fracasado o no ha cumplido sus compromisos con la ciencia. Solo le recordaré una cosa: en esta pandemia ha habido grupos de científicos que han pedido un informe independiente sobre cómo se ha gestionado y no se ha hecho. Por no hablar de las predicciones de Fernando Simón, de cuya buena voluntad no dudo, pero que tantas veces ha fallado.
- ¿La política siempre se antepone a la ciencia?
- El rigor y la exactitud han brillado por su ausencia en las decisiones políticas. Por ponerle un ejemplo, no se hizo un rastreo de las personas que acudieron a las manifestaciones del 8 de marzo pero se dijo que no había tenido consecuencias para los contagios.
- En su último libro ha escrito que España se preocupó por la ciencia aplicada en el siglo XVI, sobre todo en lo relativo a la navegación, pero luego quedó fuera de las revoluciones científicas. ¿España fue poderosa entonces justo por apoyar la ciencia?
- Tenía necesidad de ella, al menos de la parte relativa a la formación de los marinos para llegar a América. Eso se tradujo en la creación de instituciones y cátedras en esos años. En América, además, surgieron oportunidades porque había una realidad nueva que era preciso conocer, sin olvidar que la existencia de tantos metales preciosos obligó a mejorar la minería, la química, etc.
- ¿Por qué luego se alejó de todo eso?
- Por un lado porque la revolución científica en el XVII, con Newton y Kepler, por ejemplo, va más allá de la ciencia aplicada para adentrarse en la leyes de la naturaleza y en eso no entramos. Y por otro, porque nuestras aportaciones, que se dan, están en la Botánica, la Zoología -todo ello a cuenta de la indagación en los nuevos territorios-, ciencias que no llevan a la máquina de vapor y a otros avances, que serán cruciales.
- Volvamos a la actualidad. ¿Cuentan los gobiernos españoles, el central y los autonómicos, con los científicos? Porque en los comités de expertos suele haber más políticos y cargos de confianza que expertos.
- En muchos países hay una larga tradición de que los parlamentos cuenten con asesores científicos. Aquí, hasta donde yo sé, no los hay. Y la mayor parte de los políticos tampoco tienen formación científica. Ya sé que el ministro de Ciencia la tiene, pero sospecho que no está ahí por eso, sino por la fama derivada de que es astronauta, con independencia de que tampoco tenía experiencia en gestión. Es una muestra de la falta del interés del Gobierno respecto de la ciencia.
- Somos un país de servicios y eso tiene mucha relevancia en este aspecto, suele decir usted.
- Así es. En cualquier debate político, en cualquier programa electoral, se escuchará o leerá que hay que aumentar la inversión en I+D+i, pero luego no se hace. Y es una fuente de riqueza, parece que lo ignoramos. Pagaremos durante mucho tiempo no haber realizado esas inversiones.
- Hasta la pandemia, era más frecuente ver en los medios y, sobre todo en las redes sociales, a charlatanes que a científicos. ¿Gozan o han gozado de más oportunidades para expresarse?
- Es un problema derivado de cómo se entiende la cultura aquí. Parece que la ciencia es ajena a la cultura. Por eso, cuando se reduce el peso del Latín o la Filosofía en los planes de estudio se alzan voces contra ello, pero no se escuchan apenas quejas por lo que está pasando con las Matemáticas, la Física, la Química... Y sin esos conocimientos no vamos a ningún sitio.
- Al menos ahora sí aparecen más los científicos en los medios.
- Ha sido un efecto positivo de la pandemia: se les ha dado más voz, al menos a los del ámbito biomédico. Esperemos que cuando esto pase no desaparezcan de los medios y que se amplíe esa presencia a otras ramas. Porque los periódicos han mejorado mucho la cobertura de estos temas, pero en la TV pública los asuntos de ciencia son escasos y con frecuencia se dan en programas de madrugada.
- ¿Hasta qué punto hay científicos que no salen a criticar a los políticos cuando estos dicen cosas sin fundamento porque son esos políticos quienes deben aprobar inversiones para sus institutos y equipos y no quieren enemistarse con ellos?
- No sé si es por eso, pero es cierto que pocos científicos salen a la palestra escribiendo por ejemplo artículos de opinión sobre asuntos de actualidad. Yo lo he hecho antes; ahora menos, en parte por desánimo. Hay una responsabilidad de los científicos, que solo hablan para pedir más recursos. En esto, como en lo que hablábamos en la pregunta anterior, tienen también su responsabilidad.
- ¿Reír las gracias a los terraplanistas y demás negacionistas ha allanado el camino para que ahora haya quien diga con toda seriedad que el virus no existe y no muere gente del Covid 19 y por tanto no llevan mascarilla?
- Una posible explicación es que en la Humanidad hay gente buena e inteligente, pero hay otra parte importante que está sujeta a todo tipo de ignorancia. Fíjese lo que ha pasado en EE UU, con 70 millones de personas votando a un presidente negacionista de casi todo. Y luego está el efecto de las tecnologías.
- ¿En qué sentido?
- En el de que dan la oportunidad de difundir bulos a la peor parte de la sociedad. El posmodernismo es que mi verdad es tan buena como la tuya. Con una formación muy limitada, hay un gran de caldo de cultivo para todo eso. Creíamos que el mundo sería más culto con los medios tecnológicos alcanzados, pero no está ocurriendo.
- ¿Por qué?
- Porque la parte más irracional de la sociedad es más activa a la hora de divulgar sus ideas. Hay quien quiere obtener notoriedad a través de sus opiniones y como la popularidad -y el dinero que acarrea- es un valor en alza...
- Esos negacionistas suelen basarse en que la ciencia cambia sus conclusiones. ¿El problema es que se obliga a los científicos a dar opiniones apresuradas o que no se conoce el funcionamiento de la ciencia?
- Si se educase bien en materia científica se sabría que nada, o poco, del conocimiento existente es definitivo. La manera de ver ciertos fenómenos cambia a medida que se conocen más cosas.
- También hay quien muestra su desconfianza por el hecho de que hasta la llegada de las vacunas la manera de enfrentarse al virus era la misma que frente a la gripe española: quedarse en casa.
- Una de las cosas que hay que enseñar es que la ciencia no tiene soluciones para todo y muestra que hay un límite. Que esta pandemia podía ocurrir ya se sabía, está en los libros. Pero a partir de ahí, es un milagro que tengamos vacunas en menos de un año, cuando algunas de las más conocidas para otras enfermedades tardaron treinta o más años en conseguirse. Vivimos en una sociedad de derechos y no de deberes, como dice Sartori. La ciencia no puede resolver el consumo ilimitado de energía o todos los problemas de salud.
- Otro asunto preocupante. La biología puede mejorar la lucha contra muchas enfermedades y alargar la vida humana, pero también puede abrir otra brecha entre los ricos (países, personas) que lo puedan pagar y quienes no.
- La brecha entre ricos y pobres es inmensa y las desigualdades aumentan con el desarrollo de nuestras posibilidades científicas y tecnológicas. La biomedicina puede seguir aumentándola, claro. La única esperanza es que los desarrollos tecnológicos son cada vez más baratos. Confío en que la posibilidad de intervenir en el genoma, que ya está al alcance, no sea tan discriminatoria. Pero es cierto que abre un debate porque vivimos en una cultura que busca experimentarlo todo.
- Todo y cuanto antes.
- No me gustaría aparecer en esta entrevista como portador de unos valores tradicionales, porque no es así. Pero explorarlo todo solo porque sea posible me parece una barbaridad, y en este campo nos llevaría a adentrarnos en el terreno de la naturaleza humana. Lo curioso es que tenemos posibilidades maravillosas para vivir mejor y más tiempo, y no las usamos demasiado.
- Se atribuye a Einstein eso de que solo hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez humana, pero no estaba del todo seguro de lo primero. ¿Comparte su opinión?
- No sé si lo dijo Einstein, pero yo añadiría el egoísmo entre las cosas infinitas. Vivimos un tiempo de cambio y esos tiempos siempre generan zonas donde reina la confusión. La cuestión es si seremos capaces de superarlo con unas pautas y unos valores importantes. En la Revolución francesa, que incluso tuvo sus etapas de terror, se generaron valores positivos que hoy son la base de las democracias. ¿Seremos capaces ahora de algo así, cuando crecen las desigualdades y no se impone la verdad, sino las 'fake news'?
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