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josé manuel andrés
Madrid
Lunes, 26 de marzo 2018, 17:16
Un equipo internacional de investigadores ha descubierto un nuevo exoplaneta con una estructura similar a la de Mercurio, lo que permitirá profundizar en el origen y evolución de este planeta rocoso, hasta ahora el cuerpo celeste más enigmático del Sistema Solar.
K2-229b ... es el cuerpo principal de un sistema planetario en el que hay otros dos planetas más exteriores (K2-229c y K-229d) y una estrella de tipo solar -K2-229-, alrededor de la cual orbitan.
La investigación, publicada en 'Nature Astronomy', cuenta con la participación del español David Barrado, del Centro de Astrobiología, un instituto mixto constituido por la agencia espacial española (INTA) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
K2-229b orbita a escasa distancia de su estrella, por lo que está «abrasado» por la irradiación, y es más del doble de masivo que la Tierra, de un tamaño similar a ésta y con una densidad mucho más alta, según precisa Barrado.
La Tierra, Venus y Marte son muy parecidos en cuanto a estructura y distribución de núcleo y manto: los tres tienen un núcleo metálico que supone aproximadamente el 30% de sus masas y un manto de silicato que alcanza el 70% restante. Sin embargo, en el caso de Mercurio, el planeta rocoso restante del Sistema Solar, esta proporción se da al revés, al igual que ocurre con el exoplaneta ahora descubierto.
Las investigaciones que han tratado de explicar esta disparidad y por qué la composición de Mercurio es tan rica en metales plantean que o bien el planeta se formó desde el inicio con esa composición tan peculiar, o bien que su composición ha ido evolucionando como consecuencia de la pérdida de parte de su manto por la colisión de un asteroide de gran tamaño contra el planeta.
La mayoría de los más de 3.500 exoplanetas identificados hasta ahora son gigantes gaseosos, ya que éstos son más grandes y más fáciles de descubrir, pero los investigadores intuyen que existe un gran número de planetas rocosos. Para Barrado, K2-229b es un exoplaneta «muy peculiar» que ofrece «evidencias bastante interesantes» de cómo se pueden formar este tipo de cuerpos, por lo que la importancia de su hallazgo radica en su capacidad para explicar cómo se formó Mercurio y su posterior evolución.
El sistema K2-229 fue detectado con el observatorio espacial Kepler mediante el método de tránsitos planetarios (ocultaciones similares a los eclipses). Después, gracias a las observaciones realizadas con instrumentación en tierra, concretamente el espectrógrafo HARPS del Observatorio Austral Europeo (ESO) localizado en La Silla (Chile), los investigadores han podido confirmar la naturaleza planetaria de los tres objetos detectados.
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