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Durante décadas los neurocientíficos se han mostrado escépticos ante el hecho de que determinadas personas sean capaces de visualizar un sonido, asociar una melodía a una tonalidad o identificar un olor con una grafía y han evitado el estudio de esta singularidad llamada sinestesia ... por su condición subjetiva e individual. Sin embargo, la identificación de una serie de variantes genéticas asociadas a esta sorprendente capacidad cognitiva abre ahora una puerta para comprender no solo el comportamiento sinestésico del cerebro sino también para aplicar esta explicación al tratamiento de trastornos como el autismo.
Un equipo de investigadores liderado por el neurocientífico Simon Fisher, del Instituto Max Planck de Psicolingüística de Nimega, en los Países Bajos, ha aplicado una avanzada técnica de secuenciación genética del exoma completo dirigida solo al ADN que codifica las proteínas y ha catalogado todas las variantes significativas del genoma en tres familias en las que la sinestesia es común.
El resultado de este proceso ha desvelado que aunque las variantes del ADN difieren entre las tres familias, un enriquecimiento de los genes implicados en la axonogénesis -un proceso clave que permite que las células cerebrales se conecten con sus parejas correctas- conecta todos los casos.
Esta conclusión apuntala las tesis de estudios previos de imágenes cerebrales de sinestéticos que sugerían que podrían tener un número anormalmente alto de conexiones neuronales y confirma que un elevado grado de conectividad en ciertas regiones del cerebro podría predisponer a un individuo a esta capacidad, según señala Fisher.
No obstante, la asociación de rasgos poco usuales como la sinestesia con la variación genética y cerebral está todavía poco desarrollada y será necesario replicar los estudios genéticos y de neuroimágenes antes de que los científicos acepten totalmente la teoría de la hiperconectividad. «Al final, la replicación será clave», afirma Fisher.
Si estos hallazgos se confirman, el estudio de las conexiones neuronales en la sinestesia podría ser un pilar para los investigadores del autismo, ya que muchas personas con trastorno del espectro autista también presentan una mayor sensibilidad a estímulos como los sonidos o el tacto, y existe una creciente evidencia de que las conexiones cerebrales anormales -más en algunas regiones, menos en otras- podrían jugar un papel importante en este sentido.
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