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Una mujer con impermeable fotografía a una de las fallas que arderán hoy en Valencia. Irene Mansilla
Cartón piedra contra el agua

Cartón piedra contra el agua

Las Fallas viven hoy su día grande mirando al cielo, dos años después de suspenderse por el covid y dejarse por el camino 1.000 millones en ingresos

Arturo Checa

Valencia

Viernes, 18 de marzo 2022, 17:22

El covid –y la Guerra Civil– ha sido el único capaz de cortarle las alas a las Fallas. Las lágrimas de la fallera mayor tras la suspensión en aquel negro marzo de 2020 se prolongaron todo un año. Después llegó 2021, de nuevo año sin ... poder celebrar las fiestas en sus fechas tradicionales. Las 392 comisiones de Valencia tuvieron que mudarse a septiembre. Sin verbenas, con la ofrenda floral en una Plaza de la Virgen silenciosa y vacía de público, con las estruendosas mascletàs desterradas del coso del Ayuntamiento, desperdigadas por barrios. Unas Fallas sin apenas ruido. Como una paella sin 'garrofó'. Por el camino se perdieron 1.000 millones en ingresos en forma de entradas para ver de cerca los monumentos de casi 20 metros (un Pinocho gigante de 31 metros marcó el récord de altura allá por 2001), las ganancias de medio año de bares y hoteles, la ruina de decenas de empresas sederas detrás de los trajes de valenciana y el cierre de negocios de pirotecnia y talleres de artistas falleros. Ahora, las Fallas han regresado en su versión 'normal', apenas sólo con mascarilla, pero con el mayor aguacero de su historia apagando la euforia y volviendo a dejar a la mitad las ganancias de hosteleros y festeros.

La cremà llega hoy en San José tras dejar la tormenta Celia las precipitaciones más acusadas en la capital del Turia desde que hay registros en marzo y con vientos de más de 70 km/h que derribaron ninots en la noche de la 'plantà' y pusieron en jaque a los vestidores encaramados para poner los ramos de flores a la Virgen de los Desamparados. Pero en Valencia siempre 'renaix la flama' (renace la llama), el lema de este año. Incluso agotando en los bazares los protectores de plástico para las faldas de fallera ante el aguacero. O con fundas de trajes y forros caseros como remedio de andar por casa. Que no se diga del ingenio de la fiesta de los carpinteros.

Doce churros, doce euros

La fiesta ha encumbrado con el primer premio a Convento Jerusalén, una de las fallas con más solera, con 128 años de historia y un monumento de 315.000 euros, dedicado al desarrollo sostenible, que hoy arderá como el resto de los casi 400 templos de cartón piedra. El covid ha dejado un legado contradictorio: las ayudas postpandemia que han recibido los artistas han convertido las fallas de este año en las más grandes y con más volumen en su conjunto.

Preparativos para las fallas. Irene Mansilla / EP
Imagen principal - Preparativos para las fallas.
Imagen secundaria 1 - Preparativos para las fallas.
Imagen secundaria 2 - Preparativos para las fallas.

El año que viene arreciará otra crisis: la escasez de suministros y la escalada del precio de materias primas auguran unas fallas con monumentos más modestos. A tiro de piedra del Ayuntamiento, ayer, en el meollo de la calle Xàtiva, ya notaba esto Nuria a pie de calle, con su pequeño de 10 años apostada frente a la chocolatería. «¿A doce euros la docena de churros? ¿Pero qué atraco es este?». La escasez del aceite de girasol por la guerra en Ucrania también ha hecho de las suyas. Pero seguro que otra vez 'renaix la flama'.

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