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El cardenal Omella, favorito para liderar a los obispos españoles

El cardenal Omella, favorito para liderar a los obispos españoles

El arzobispo de Barcelona, hombre de confianza de Francisco, es el candidato con más posibilidades

Dario menor

Roma

Sábado, 22 de febrero 2020, 18:34

Juan José Omella es un tipo con suerte. En el congreso nacional de laicos, celebrado el pasado fin de semana en Madrid, se sentó en una de los ocho sillas que tenían sorpresa de las alrededor de 2.000 del auditorio. Bajo su butaca estaba ... uno de los sobres que los organizadores habían escondido entre los asientos. En cada uno se planteaba una línea de acción para los seglares de nuestro país. A Omella le tocó tener como prioridad a los pobres, un tema que le iba como anillo al dedo a este aragonés de trato sencillo y que se metió a cura para ser misionero en África o párroco de pueblo y que fue consiliario nacional de Manos Unidas durante su etapa como obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño. Dejó la diócesis riojana cuando el papa Francisco, en noviembre de 2015, le nombró arzobispo de Barcelona para, dos años más tarde, designarle cardenal. Ya había mostrado que era uno de sus hombres de confianza en la Iglesia de nuestro país al elegirle en 2014 miembro de la influyente Congregación vaticana para los Obispos.

Omella podría estar cerca de sentarse en otra silla con 'premio', la del presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Los obispos celebran del 2 al 6 de marzo una asamblea plenaria de la que tiene que salir su nuevo presidente, un cargo en el que no seguirá el cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid, tras repetir durante dos trienios consecutivos en el puesto, el máximo permitido.

El arzobispo de Barcelona es el favorito para sucederle. «Omella emerge como el cardenal en activo con más posibilidades tanto por su carácter dialogante y perfil negociador, como por las circunstancias de los otros purpurados», asegura José Beltrán, director de la revista religiosa 'Vida Nueva'. Descartado Blázquez, los otros dos cardenales que no son todavía eméritos son Antonio Cañizares, vicepresidente de la CEE y arzobispo de Valencia, y Carlos Osoro, arzobispo de Madrid.

Este último ya comprobó que no cuenta con el respaldo de sus hermanos en el episcopado en la asamblea plenaria de 2017, mientras que en contra del antiguo prefecto de la Congregación vaticana para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos pesa que esté a pocos meses de la jubilación.

«Hoy hay mayor dispersión»

«Durante años en la Iglesia española hubo un liderazgo muy claro por parte del cardenal Rouco Varela, pero ahora existe una mayor dispersión entre los obispos, muchos de los cuales no quieren significarse y sólo se ocupan de lo que atañe a sus diócesis», comenta el historiador eclesial Juan María Laboa, que reconoce que el nombre de Omella «no provoca enfrentamientos».

Aunque las elecciones a la presidencia de la CEE no pueden compararse con unos comicios políticos ni ningún aspirante se atrevería a hacer campaña, ya se perfila quiénes podrían ser los rivales del arzobispo de Barcelona. Los prelados entre quienes todavía cuenta con gran influencia Rouco tendrían como candidato al franciscano Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo. Sería el aspirante del sector más conservador, un bloque que podría disputarle el cardenal Cañizares si, finalmente, decide intentar ofrecer una última contribución en primera línea a la Iglesia española a pesar de su edad (74 años). Como nombre de consenso para desatascar una posible situación de bloqueo emerge el de Mario Iceta, obispo de Bilbao, bien considerado por buena parte de sus hermanos en el episcopado pero al que tal vez lastre su relativa juventud (cumple 55 años en marzo).

Además de los equilibrios entre las diversas familias y sensibilidades eclesiales, en la elección del nuevo presidente de la CEE pesará la búsqueda de una figura con capacidad para negociar con el Gobierno de Pedro Sánchez. «Moncloa ha manifestado que no quiere abrir una guerra con el episcopado, lo que no significa que no vaya a seguir con su agenda de temas, como una mayor transparencia en los impuestos, la llamada ley de muerte digna o sus planes para la asignatura de religión y la escuela concertada», sostiene Beltrán, que apuesta por una actitud «dialogante» en estas cuestiones espinosas.

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