Angelo Becciu atiende a la prensa en Roma. Reuters

El cardenal cesado asegura que el Papa recibe «información errónea»

«Yo me sentía amigo de Francisco, pero me dijo que ya no tenía confianza en mí porque los magistrados le habían señalado que yo habría cometido malversación», asegura Angelo Becciu

Dario Menor

Roma

Viernes, 25 de septiembre 2020, 21:11

Un día después de verse obligado por el Papa a renunciar a su cargo como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y a sus derechos como cardenal, un gesto insólito que provocó un terremoto en la Santa Sede, Angelo Becciu defendió ... este viernes su inocencia frente a la acusación de malversación que la magistratura vaticana le habría presentado a Francisco. Cuando era Sustituto de la Secretaría de Estado, un cargo clave en la administración vaticana que desempeñó entre 2011 y 2018, Becciu habría hecho llegar 100.000 euros del Óbolo de San Pedro, el fondo que recoge las donaciones de los fieles para las obras de caridad del Papa, a una fundación presidida por uno de sus hermanos que colabora con Cáritas en su diócesis natal, situada en Cerdeña.

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Eso es lo que dice el semanario italiano 'L'Espresso', aunque el purpurado aseguró que el dinero, que todavía no se ha tocado, iba dirigido a Cáritas. Becciu está además en el punto de mira porque encargó obras de carpintería a la empresa de otro hermano suyo para las nunciaturas de Angola y de Cuba cuando estaba al frente de estas embajadas de la Santa Sede. El prelado reconoció este posible conflicto de intereses aunque se defendió disparando por elevación al afirmar que contaba con la autorización de sus superiores. Comentó además que no resultaba fácil encontrar a obreros especializados en aquellos países.

«Yo me sentía amigo del Papa y fiel colaborador suyo. Pero me dijo que ya no tenía confianza en mí porque los magistrados le habían señalado que yo habría cometido malversación», declaró Becciu en una rueda de prensa en la que confirmó que fue Francisco el que, en una reunión «surrealista», le pidió que renunciara a su cargo de 'ministro' del dicasterio encargado de las canonizaciones y a sus derechos como cardenal.

Panipular al Papa

El jueves la Santa Sede publicó un escueto comunicado en el que se limitaba a afirmar que el Pontífice había aceptado su dimisión de estos cargos. Se trató en cambio de un despido en toda regla. «Espero que el Papa no se deje manipular», dijo Becciu, de 72 años, que consideró posible que «le hayan dado información errónea» porque «como me presentó las cosas me parece que no están bien».

El ya exprefecto vaticano aseguró que la magistratura vaticana todavía no le ha notificado que esté siendo investigado y se mostró dispuesto a declarar. «Espero que antes o después el Papa se dé cuenta de que se trata de una gran equivocación».

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La polémica alrededor de Becciu, que ha sido uno de los hombres más poderosos de la Curia romana, ofrece una pésima imagen de la Santa Sede. Puede haber quien opine que el Vaticano ha perdido la ética, pero en lo que no hay dudas es que con este asunto ha faltado la estética.

No es además la primera vez que el cesado cardenal se ve envuelto en una polémica, pues se le considera responsable de una operación tan opaca como ruinosa: la millonaria compra de un edificio en un lujoso barrio de Londres con fondos de la Secretaría de Estado por medio de intermediarios y empresas en paraísos fiscales. Este espinoso asunto no se trató en la audiencia con el Papa, comentó Becciu, que se defendió una vez más diciendo que en la adquisición no se utilizaron fondos del Óbolo de San Pedro y que la operación respondía a los intereses de la Santa Sede.

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El prelado, que no entendió por qué el Papa le pidió «sufriendo» que «renunciara a los privilegios» como cardenal, mantendrá su título de purpurado, pero no podrá participar en los cónclaves, consistorios y demás ceremonias propias de los llamados 'príncipes de la Iglesia'. Su fulminación, un gesto que hasta ahora Bergoglio sólo había utilizado con cardenales pederastas, supone la confirmación de que a Francisco le queda tarea por completar con la limpieza del Vaticano al tiempo que demuestra que se ha equivocado al elegir a algunos de sus más cercanos colaboradores.

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